"Durante muchos años yo viví muy escindido. Esto no lo conté nunca en público y quizá es una patinada grande, pero bueno, ya empecé, no puedo frenar. Yo tuve una juventud muy volcada a lo social y a lo religioso. Laburaba en las villas, iba a los grupos misioneros y ahí conocí a la mujer de mi vida, Ana Isabel, que es hoy mi esposa. Yo tenía 19, ella tenía 17 y fuimos a misionar juntos. De la misión, "Anabel" volvió embarazada. Para mí fue una bisagra y me dediqué los siguientes veinte años a ganar plata, a bancar a la familia, a hacer negocios. Pero los primeros diez años no la pasé muy bien. Engordé 30 kilos, fumaba dos atados por día, habanos después. Caí adicto a la comida, al tabaco y al juego. Me pasé muchas noches en bingos y casinos mientras mi mujer cuidaba a los hijos”.
Esta anécdota reveladora fue contada por el propio Mario Quintana en septiembre del 2013 en una charla inspiracional organizada por Human Camp, una fundación dedicada a motivar e inspirar a líderes empresariales. En una de esas charlas, cuando hablaba sobre la necesidad de escuchar al otro, afirmó: “Escuchar viene muy pegado a la humildad. Será por eso que me cuesta tanto, porque muchas veces soy un negro complicado, pero al menos me lo quiero recordar”. En ese momento Quintana era el presidente de la cadena de farmacias Farmacity y todavía no tenía pensado ingresar en política. Hoy, sin tener antecedentes de militancia y mucho menos en la función pública, forma parte de la estructura del Gobierno y es un engranaje clave. Así quedó demostrado durante la primera quincena de enero, en la cual ofició como presidente sustituto.
Mientras estudiaba economía en la UBA, trabajaba en la empresa Siemens. Luego viajó a Francia donde hizo un MBA. Cuando regresó a la Argentina se sumó a la consultora McKinsey, donde conoció a Gustavo Lopetegui, con quien crearon la cadena de supermercados Eki, que luego vendieron a Carrefour. Alrededor de 1996, junto a Dirk Donath, Douglas Albrecht y Fernando Fronza fundaron Farmacity. Su padre, quien era médico, también hizo un pequeño aporte. Los padres de Quintana eran profesionales ambos y vivían en Mataderos. Su madre, hoy, todavía ejerce como médica.
La etapa ludópata de Quintana fue alrededor de sus 30 años. No sólo tiraba miles de pesos por noche en casinos de Buenos Aires y bingos del conurbano. También conoció otros casinos del mundo. Esa etapa la recuerda como un momento oscuro de su vida, a pesar de ser el inicio de su ascendente carrera. Suele afirmar que “sufría como un perro”. En una de las tantas charlas motivacionales que dio, llegó a confesar que mientras su esposa Ana Isabel Beccuti criaba a sus tres hijos, él “hacía macanas”. Por las dudas nunca aclaró a qué se refería.
Zen. Hoy Quintana es una persona más espiritual. Por ejemplo, antes de salir de su casa medita todos los días. ¿Cómo pasó de una etapa de excesos, noche y ludopatía a una fase más mística? El primer paso fue la terapia, donde encontró un momento para la reflexión y el análisis. Pero también ayudó mucho recostarse sobre líderes espirituales, de los cuales hay imágenes en su despacho: Jesús, Buda, San Francisco de Asís y un líder místico indio llamado Swami Vivekananda. Este último fue un religioso que propagó por Occidente la escuela hinduista de advaita, la cual promueve la existencia de un ser unido a la totalidad de los seres existentes, hasta tal punto que no puede hablarse de relación entre los distintos seres, sino de unidad total. Todos somos uno.
Hoy el refugio espiritual de Quintana es la fundación Vocación Humana, la cual es dirigida por el doctor Bernardo Nante, un estudioso de la obra del psicólogo Carl Gustav Jung. Nante es doctor en filosofía y realizó estudios superiores en psicología, ciencias orientales, matemática y economía.
Esta espiritualidad de Quintana le permitió generar un vínculo con Lilita Carrió, con quien suele tener charlas basadas en la religiosidad. El vínculo llegó a tal punto que el viernes 20 de octubre pasado, dos días antes de las elecciones de medio término, Lilita le pidió a Quintana que la llevara a San Nicolás para rezarle a la virgen de esa ciudad. Carrió estaba desesperada y preocupada por las repercusiones que habían tenido sus desafortunados dichos sobre que había una posibilidad de que Santiago Maldonado podría haber estado en Chile. El impacto negativo de esa frase había alertado a Carrió y necesitaba ayuda divina para sobreponerse. Quintana aceptó acompañarla y le pidió a su amigo y jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta que también fuera. Fueron los tres tomando mate.
Amigo
Quintana trabaja a las órdenes de Marcos Peña, pero si hubiese que buscarle un padrino político se debería mirar a Horacio Rodríguez Larreta, a quien conoció en la facultad de Económicas de la UBA a mediados de la década del ‘80. Esta amistad llevó a Larreta a ofrecerle a Quintana ser padrino de bautismo de Serena Vida, su hija más chica, nacida en enero del 2016. Quintana siempre siguió con atención los pasos en política de su amigo, pero nunca se había animado a entrar, hasta que en el 2015 se sumó a la Fundación Pensar, el think tank que trabajó para la candidatura presidencial de Mauricio Macri. En ese espacio conoció a Marcos Peña, su actual jefe. Hoy comparte con su otro amigo, Gustavo Lopetegui, el incómodo papel de ser “los ojos y los oídos” del Presidente.
Además de compartir espacio político con Lopetegui y Larreta, Quintana tiene un grupo de amigos que se reúnen una vez por mes a comer y charlar. Lo llaman Grupo Lunes porque al principio se juntaban el primer lunes de cada mes. Hoy, con agendas tan apretadas, se reúnen cuando las secretarias de todos logran hacer coincidir las agendas. De esa mesa participan el funcionario porteño Gonzalo Robredo, el ex titular del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES Luis María Blaquier, el consultor Sergio Berensztein, el funcionario del Ministerio de Desarrollo Gabriel Castelli, el economista Pedro Lacoste, el especialista en derecho Martín Bohmer y el presidente del banco HSBC Gabriel Martino. Este último fue compañero cuando ambos cursaban en el Colegio Marianista de Caballito.
Aunque casi toda su vida en la actividad privada fue dueño de empresas, Quintana llegó al Gobierno como parte de un staff de CEOs que desembarcaron para ordenar las cuentas públicas, sacar al país del default, reducir la inflación y combatir la corrupción. En pos de esa tarea fue nombrado secretario de Coordinación Interministerial y su amigo Gustavo Lopetegui secretario de Coordinación de Políticas Públicas. Ambos funcionan como “vicejefes de Gabinete”, y tienen repartidos los ministerios con un criterio poco claro. Dentro del Gobierno, Quintana tendría a cargo la parte “social” y Lopetegui los que tienen infraestructura u otros más “duros”, pero algunos se cruzan. Quintana tiene bajo su órbita las carteras de Desarrollo Social, Trabajo, Cultura, Ciencia, Anses, Modernización, Medios, Hacienda, Finanzas, Educación y Cancillería. Lopetegui tiene Interior, Transporte, Defensa, Seguridad, Salud, Pami, Agroindustria y Producción. Este último a principios de la gestión estaba bajo la órbita de Quintana, pero luego pasó al área de Lopetegui. Los correveidiles de la Casa Rosada aseguran que Quintana no tolera la “ineptitud” de Francisco Cabrera, el titular de Producción. Pero Cabrera goza de la confianza del Presidente. Algo similar sucede con Federico Sturzenegger, el presidente del Banco Central, quien tampoco tiene una buena relación con Quintana, pero es respaldado por Macri. En esa puja de poder, el team de Quintana ganó un punto antes de fin de año cuando anunciaron el cambio en las metas de inflación. El 15 de diciembre, Macri reunió a Marcos Peña, Quintana, Lopetegui, Nicolás Dujovne y Luis Caputo, quienes le expusieron sobre los riesgos que corría la economía si se mantenían las metas defendidas por Sturzenegger. Al cabo de esa reunión Macri resolvió imponer al Central otra política. Ese cambio era el que reclamaba en el pasado Alfonso Prat-Gay. Quintana fue quien impulsó la salida de Prat-Gay aunque compartía la visión del ex ministro. Un ejemplo de ese consenso está corporizado en la presencia de Vladimir Werning –ex colaborador del ministro renunciado– como asesor de Quintana.
Así como Quintana le bajó el pulgar a Prat-Gay y se cruzó con Francisco Cabrera, tuvo otros enfrentamientos. En un breve relevamiento, en la Casa Rosada destacan cruces con el ex presidente del Banco Nación Carlos Melconian, con el ministro del Interior Rogelio Frigerio y con el ex titular del Pami, Carlos Regazzoni, quien en privado suele repetir que el autor intelectual de su salida fue Quintana. En lo formal, su verdugo habría sido Lopetegui, porque el área de Salud depende de él. En el Gobierno se decidió organizarlo así para no tener problemas de conflictos de interés con las inversiones farmacéuticas de Quintana.
En los ministerios que le toca controlar a Quintana no tienen una buena imagen de él. Lo catalogan como el hombre encargado del recorte de gastos, reducción de personal y ajuste. Un ministro que vio sus charlas de Human Camp afirma que a veces la actitud de Quintana se contrapone con lo que solía repetir en sus exposiciones. “Muchas veces por ir detrás del resultado no se tiene conciencia del daño que se le puede estar haciendo al otro”, era una de las sentencias del vicejefe de Gabinete en el video motivacional.
En las reuniones de seguimiento de cada ministerio, cuentan algunos asistentes que uno de los pocos que habla es él, acompañado por asesores que a los que describen como “cerebritos”, que tienen planillas de excel con todos los números de cada oficina del Estado. En la línea jerárquica, Quintana es un colaborador de Marcos Peña, que a su vez es el ministro que coordina a los demás ministerios, pero en la práctica, cuatro ministros consultados por NOTICIAS afirman que ven a Quintana como un jefe. Dentro del propio Gabinete hay un apodo para el trío Peña-Lopetegui-Quintana: los llaman “los kirchneristas”, por la tendencia a monopolizar las decisiones.
En las dos semanas que inauguraron este año, con Macri y Peña de vacaciones, quien quedó a cargo del Gobierno fue Quintana. “El Presidente es y sigue siendo Mauricio”, suaviza él ante NOTICIAS.
Farmacity
Según su declaración jurada, Mario Quintana conserva un 3% de Farmacity, la cadena de farmacias que incorporó al negocio otro tipo de productos como golosinas, regalos, perfumería y hasta libros. Desde su oficina afirmaron a NOTICIAS que antes de asumir como funcionario, Quintana renunció a su cargo como presidente de Farmacity y que ya no tiene injerencia en la empresa. La influencia de Quintana sobre Farmacity es un dato al que apuntan la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) y el Colegio de Farmacéuticos de la provincia de Buenos Aires, quienes están haciendo resistencia para que Farmacity desembarque en la provincia de Buenos Aires. El expediente llegó a la Corte Suprema luego de que la empresa presentara un recurso de queja para que se habilite a la empresa a instalarse en territorio bonaerense. Hoy Farmacity no puede cruzar los límites de la Ciudad de Buenos Aires porque en la provincia está la ley 10.606 que en su artículo 3 establece que la distancia mínima entre farmacias debe ser de 300 metros y prohíbe que se puedan vender medicamentos junto con alimentos y otras mercaderías. La esencia de Farmacity. Además incorpora un criterio recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que dice que debe haber una farmacia cada 3.000 habitantes. En el 2010, Quintana intentó instalar un Farmacity en Pilar, pero el Ministerio de Salud se lo prohibió. Por eso decidió demandar a la provincia de Buenos Aires por esta “discriminación”. El abogado que lo patrocinaba en ese entonces era un tal Carlos Rosenkrantz. La demanda rebotó en las dos instancias iniciales y llegó a la Suprema Corte provincial, donde también le fue mal. Ya con Quintana fuera de la empresa y como integrante de la jefatura de Gabinete, Farmacity decidió recurrir a la Corte Suprema. En esta ultimísima instancia se encontraron con un doble problema. Los dos jueces designados por la administración que integra Quintana tuvieron que excusarse por tener vínculos con la empresa. Aquel abogado convocado por Farmacity para demandar al Estado hoy es ministro de ese tribunal supremo: Rosenkrantz. Imposible ser imparcial. El segundo excusado fue Horacio Rosatti, quien no explicó sus argumentos. Sobre este voto (que no se emitirá) ya hay un antecedente, en agosto de 2017 en un caso similar en Mendoza, iniciado también por Quintana, la Corte falló en contra de Farmacity. Rosatti votó contra la empresa junto a Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Elena Highton de Nolasco. ¿Podría Farmacity correr la misma suerte en Provincia? Todo indica que sí.
Otro conflicto por el que Quintana recibió una denuncia este año fue por su hermano Norberto Eladio, quien trabaja en el estudio de abogados Holland & Knight LLP. Este estudio se encarga de colocar deuda de provincias argentinas en mercados internacionales. Según el expediente, se investiga si Quintana, como miembro del Gabinete, habría influido para favorecer al estudio donde trabaja su hermano.
El tercer conflicto de intereses que rozó a Quintana fue cuando la línea aérea Flybondi se presentó para operar en Argentina. Luego que le adjudicaran rutas aéreas, el fiscal Jorge Di Lello lo imputó por beneficiar a esta empresa porque habría conocido muy bien al dueño de Flybondi, Richard Guy Gluzman, ex vicepresidente del Grupo Pegasus cuando Quintana era presidente. Sobre este tema, en una entrevista con el diario Perfil, Quintana afirmó que “en ningún caso se privilegió a una (empresa) por encima de otra. Yo no tengo relación con Flybondi ni con Richard Gluzman, más allá de haber hecho algunas cosas hace años, con lo cual mi grado de influencia ha sido igual a cero. Hay una estrategia deliberada del kirchnerismo en sembrar desencanto y desesperanza, haciéndole creer a la sociedad que si ellos estuvieron acá haciendo negocios, nosotros estamos buscando lo mismo. Pero no. No somos todos iguales”.
El tiempo será testigo.
por Rodis Recalt, Juan Luis González
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