La devaluación pasó y dejó ganadores y perdedores. Y en NOTICIAS buscamos identificarlos. Para ello, consultamos a tres economistas mujeres. No vaya a ser que la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, nos reproche como lo hizo recientemente con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, por su masculino equipo de negociadores del rescate: "Estás corto de mujeres".
Marina dal Poggetto, de la consultora Eco Go, menciona a ganadores y perdedores: "Se favorecen generadores y ahorradores de divisas, como agro y energía, pero la pregunta es cuánto dura esta competitividad cambiaria. Algunos sectores abaratan costos, como la construcción, pero quedaron en entredicho las obras residenciales y de infraestrucrtura. Se favorecen el sector financiero, por la mayor tasa; los argentinos que tenían dólares y los inversores extranjeros que jugaron al carry trade (bicicleta financiera de las Lebac) y salieron cuando el Banco Central entregaba dólares a 20 pesos. Pierden los asalariados y los que venden al mercado doméstico, sobre todo los que tienen costos en dólares".
Mara Ruiz Malec, del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala, suma más: "Ganan los que tienen precios pactados en dólares: empresas de energía. El Gobierno tendrá que aumentar tarifas o subsidios. Producciones locales que compiten con importaciones muchas veces siguen siendo más caras. Ganan los inversores extranjeros que vendieron dólares a 20 y reingresaron a 24 invirtiendo a tasas 12,5 puntos más altas, que afectan a las pymes".
Melisa Sala, de la consultora LCG, observa que el Estado licúa gasto primario (antes del pago de la deuda), pero sufre por el pago de intereses. Añade que los trabajadores informales, los que carecen de representación gremial, aquellos con sindicatos que ya pactaron un alza salarial del 15%, los jubilados, pensionados y beneficiarios de planes sociales correrán de atrás a una inflación que también perjudica a los que tomaron créditos UVA. "Pero es importante señalar que para los que considerábamos que el tipo de cambio estaba atrasado y era uno de los factores que incidía en el desequilibrio externo, un tipo de cambio más alto de manera permanente tendrá beneficios sistémicos por la mayor robustez económica", opina Sala. "Serán beneficios de mediano y largo plazo, si se mantiene la paridad real, que compensarán la previsible contracción de corto plazo", añade.
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