Es común que un interlocutor de la diputada Elisa “Lilita” Carrió se sorprenda cuando, en el medio de una reunión, la mujer se recuesta en un sillón. La diputada pasa cada vez más tiempo acostada y no le da culpa su posición. “Así trabajaba Churchill”, le dice al sorprendido visitante.
La comparación con el ex primer ministro del Reino Unido también llama la atención. Pero “Lilita” no se siente menos. Lo hace en su casa del country Chacras de la Cruz, en Capilla del Señor, donde recibe a muchos invitados. “Ese lugar es un desfiladero de gente. Sale uno y entra otro. Todos los que tienen algo para denunciar la quieren ver a ‘Lilita’”, cuenta una fuente de su extrema confianza de la diputada.
Pero también suele recostarse en el Salón Rojo del Congreso de la Nación. Allí, según ella misma cuenta, el presidente de la Cámara de Diputados Emilio Monzó le permite ingresar como excepción. Y en las maratónicas sesiones la mujer se va de a ratos a trabajar allí.
A sus 61 años, Carrió suele decir que se siente vieja. Disfruta eso. “Pero no le tengo miedo a la muerte. Irme con Dios sería lo máximo”, desafía.
Visita a sus médicos con frecuencia y dicen en su entorno que suele caminar (muy esporádicamente) por su barrio. “Está fumando menos”, aseguran cerca de ella. Carrió lo admite, pero ya avisó que nunca lo va a dejar: “El cigarrillo es mi marido”.
Leer también:
–Elisa Carrió y la evasión de Dujovne: “Siento vergüenza ajena… y propia”
–El día que Carrió no atendió a Macri porque estaba en la manicura
Galería de imágenes
Comentarios