El juicio mediático exprés terminó y se impartieron dos condenas. Una parte del jurado de las celebridades sentenció que Valeria Bertuccelli mintió cuando contó que se había sentido maltratada por Ricardo Darín, durante el tiempo en que trabajaron juntos en la obra de teatro “Escenas de la vida conyugal”. La otra parte de los magistrados estrellas, decretó que las declaraciones de la actriz, y el respaldo posterior de su colega Érica Rivas, eran prueba suficiente para castigar al actor y exiliarlo a la tierra de los misóginos. El caso se cerró en la agenda mediática a pesar de la ausencia de un elemento fundamental: saber qué pasó. La posverdad, una vez más, aparece como la categoría que mejor explica el mecanismo a través del cual, en la actualidad, sólo interesan los hechos que se ajustan a lo que cada uno eligió creer de antemano.
El martes 12 de junio, la actriz se sentó frente a Luis Novaresio y, en una entrevista mano a mano, lanzó su inesperada declaración: “Decidí dejar la obra por dos cosas. Porque artísticamente estaba yendo para otro lado, y profesionalmente sentía que no estaba siendo tratada como quería, que había algo del trato que no la estaba pasando bien”. Al día siguiente, el actor se defendió, vía telefónica, en “Intrusos”: “Nosotros tuvimos desinteligencias propias de compañeros de trabajo, yo nunca la maltraté. Por ahí soy un poco obsesivo con el trabajo, pero jamás la maltraté”. En los días siguientes, los portales se llenaron de opiniones de celebridades que respaldaban a uno o a otro actor. Y los bandos se trasladaron a las redes sociales: tuiteros y facebookeros se alinearon para decir, sin titubear, quién tenía razón.
“Se suele proyectar en estos personajes públicos el propio conflicto. Si te sentís violentado, vas a tomar posición por la víctima diga lo que diga. Mucha gente toma partido sin siquiera interiorizarse, sin preguntarse qué es verdad de lo que se está diciendo. Todas las semanas tenemos un caso nuevo. Hace unos días fue el caso de Jorge Rial y todo parece querer resolverse con un #VoteSí o #VoteNo”, asegura a NOTICIAS la analista de medios, Adriana Amado.
Darín y Bertuccelli, siempre reacios a exponer su intimidad, esta vez protagonizaron el escándalo mediático del momento. Para sorpresa de todos, fueron ellos mismos los que dieron el primer paso. “Llegó un momento en que me empezó a hacer ruido no hablar”, aseguró la actriz para explicar por qué lo hacía ahora.
Posverdad y celebridades. A pesar de no haber dado detalles de lo que sufrió, Bertuccelli dio a entender que trabajar con Darín había sido prácticamente un infierno. Hizo referencia a que cobraba menos que el actor, aseguró que en más de una ocasión se desmayó detrás de bambalinas y habló acerca de cómo su marido, Gabriel Vicentico, soportó lo que le sucedía. Las situaciones que no contó, pero que sí deslizó, tenían un alto tono de gravedad.
Érica Rivas, que la reemplazó en la obra con Darín y con quien filmó por ese tiempo la película “La cordillera”, apuntó contra el actor en la misma línea: “Cuando uno siente maltrato personal y profesional cuesta un montón darse cuenta y dejar de pensar que ciertas personas que vos admirás están haciendo eso con vos. Vale hace cuatro años que lo vivió. Esto pasó hace menos de un año y me cuesta muchísimo y me duele. Me da bronca que me tiemble la voz, que no tenga fuerza”, aseguró.
Todo lo dicho, y lo no dicho, alcanzó para que actrices de renombre salieran a respaldar a alguno de los protagonistas, desde lo emocional y a partir del vínculo que las une con ellos. Por ejemplo, Graciela Borges le envió un mensaje de cariño a Bertuccelli, que de inmediato fue interpretado como una verificación de sus acusaciones: “Qué lindo fue para mi corazón verte y abrazarte mi adorada Vale Bertuccelli, compañera maravillosa, noble y llena de amor”, escribió en Twitter. En la misma vereda se pararon Paola Krum, Gloria Carrá y Gabriela Toscano.
Por su parte, Norma Aleandro, directora de “Escenas de la vida conyugal”, también apeló a sus sentimientos: “Conozco a Ricardo desde hace muchos años, lo aprecio y lo he visto crecer como persona y como actor. De Darín no se puede esperar nada malo. Ayer cuando vi ese reportaje no lo podía creer”, dijo. Detrás se alinearon actrices como Dolores Fonzi, Julieta Cardinali y Griselda Siciliani.
Como si fueran defensas sacadas de un manual de la posverdad, ninguna apeló a hechos para explicar su posición. Según la Real Academia Española, que decidió incorporar el concepto en el diccionario, la posverdad hace referencia “a toda información o aseveración que no se basa en hechos objetivos sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público”. Desde esta óptica, quien esté decidido a creer que Darín es un misógino, lo creerá; y quien esté decidido a creer que Bertuccelli miente, lo hará también.
Darín, el señalado, continuó con su defensa frente a una horda de movileros: “Me muero por hablar. Lo que pasa es que no debo hacerlo ahora porque tengo que ser un poco más inteligente de lo que fui hasta ahora”, apuntó. Luego fue el turno de su esposa, Florencia Bas, quien compartió una publicación en Facebook mostrando su indignación: “Para mí fue muy triste ver a Valeria Bertuchelli (sic) en el estado de desequilibrio en el que estaba dando ese reportaje, donde desparramó mugre a diestra y siniestra”.
Para Amado, estos relatos y sus repercusiones sólo pueden entenderse si se piensa desde la posverdad: “Tratándose de algo que pasó hace mucho tiempo, la memoria siempre es el terreno de la posverdad. La memoria nunca es literal. No es el acontecimiento de manera objetiva sino que es el recuerdo, que siempre está sesgado y enmarcado. No es casual que algo que quizás en su momento no pareció grave, ahora, enmarcado en la lógica del #MeToo y del movimiento de las mujeres, cobre otro sentido. Y viceversa. ¿Y cómo podemos saber que ese sentido que cobra ahora es el mismo que tenía en el momento que ocurrió? Es imposible”.
La experta insiste en que hay una diferencia muy grande entre contraponer declaraciones de personas que recuerdan y hacer una investigación, como sucedió, por ejemplo, en el caso del productor Harvey Weinstein. “Acá nadie habla de hechos y, a veces, un periodista debería poder decir: ‘Cuando no hay hechos para aportar, yo no tengo nada para contar’”. El deseo de Amado parece una utopía cuando hay personajes que hablan sin decir y jurados mediáticos que condenan sin saber.
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