La “foto de familia” ya recorre el mundo. Es el principal efecto positivo de esta cumbre para el país: la Argentina está y está como anfitriona. El discurso de apertura ya recorre el territorio nacional: formal y bien intencionado, como corresponde, tuvo más mensajes hacia adentro que hacia afuera.
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Mauricio Macri reivindicó la existencia del G20, creado en 2008 para “evitar el agravamiento de la crisis global” y pidió actuar en este caso “con el mismo sentido de urgencia” que entonces. Las palabras claves fueron “crisis” y “oportunidades”.
El Presidente pareció contradecirse de inmediato. Pese a que nuestro país integra el grupo desde su creación hace 10 años, resaltó “la presencia de Argentina en esta cumbre tras años de aislamiento”. A los políticos locales les cuesta reivindicar las políticas de Estado y sumarse a ellas. Siempre necesitan fundar algo.
El “ninguneo” a Cristina Kirchner, “socia inicial” y participantes de los 7 primeros encuentros sonó más a planteo electoral que a registro histórico. ¿Es la cumbre de Macri o la de los argentinos? En lo externo, también tuvo como destinatarios a dos miembros de la mesa, Donald Trump y Christine Lagarde, factótums de la asistencia financiera al país y el contacto con eventuales inversores. Una especie de sobreentendido “tanquilos, que no va a volver”. Al plantear su deseo de que la cumbre sirva para sentar las “bases para los consensos de los próximos 10 años”, Macri asoció su nombre al futuro.
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El resto fueron títulos para sintetizar el documento que ya está redactado y se verá finalmente si se firma y quiénes lo hacen. Cambio global por el avance de las tecnologías en todos los aspectos, económicos, políticos, sociales… Sustentabilidad climática y alimentaria. Desarrollo equitativo.
“¿Para qué sirven estas cumbres?”, se preguntó. Y respondió: “Los desafíos globales requieren soluciones globales”. Un David políticamente correcto rodeado de Goliats en guerra económica y comercial.
“Dialogar, dialogar y dialogar”, propuso, mientras Vladimir Putin masticaba desprecio ante la suspensión de su bilateral con Trump por repentina decisión del norteamericano.
Por último, un homenaje a Mandela: “De aquí a 2030 debemos terminar con la pobreza”. Faltan apenas 12 años para lograr semejante epopeya.
*Jefe de redacción de NOTICIAS.
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