Lali –se sabe porque se recuerda en cada una de sus bios– salió de la cantera Cris Morena. Hizo su debut en “Rincón de Luz” (2003), y pasó por “Floricienta” (2004), antes de ser protagonista en “Chiquititas sin fin” (2006) y “Casi Ángeles” (2007). Y de la última tira surgiría la banda adolescente “Teen Angels”, con quien daría cientos de shows hasta 2011. ¿Estaba todo para ser una pop-star? Nadie más de esa troupe lo logró. Sólo Lali, con su metro cincuenta y cuatro, se la jugó.
Estuve en su presentación, en 2013, en La Trastienda. Lali, con vestuario a lo Beyonce, jugaba de estrella internacional. Metió cinco funciones en el Ópera en 2014, gira latina, y “A bailar” fue disco de oro. Al año siguiente, su último paso por la pantalla chica le dio otro álbum exitoso: el soundtrack de “Esperanza Mia” fue disco de platino y Lali se daría el gusto de telonear a Katy Perry (volvería a hacerlo este año): su primer coqueteo con el mainstream. En mayo del 2016 salía “Soy”, su segundo disco, y repetía el oro: el hit “Boomerang”, emulando a Beyoncé, Rihanna y Fergie, trepaba hasta los 30 millones de views. Ricky Martin la elegía para la apertura de tres conciertos en México y Lali se abría camino en Latinoamérica. En 2017, su hit “Una na” metió más de 20 millones de vistas en YouTube, pero la colaboración reggaetonera con Karol G y Becky G, “Mi Mala”, superaba los 140 millones.
Lali arrancaba el 2018 con colaboraciones que la ponían en boca de todo el continente: con los mexicanos de Reik, los venezolanos de Mau y Ricky, el español Abraham Mateo, y la trans brasilera Pabllo Vittar. “Brava”, el disco que la tiene de gira en el cierre del 2018, es sólo otro escalón en la carrera ascendente de Lali, que ya no segundea, para jugar a la par con J Balvin, Montaner o Thalia, sus más recientes alianzas.
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