La entrevista fluye como si estuviesen relatando un cuento sombrío, casi irreal al pasarle el escáner de tres décadas y media de democracia. Por momentos hay tensión, los protagonistas discrepan. En otros se distienden, se permiten algún chiste. Sonríen. Los periodistas Horacio Verbitsky y James Neilson atrapan a la audiencia apenas con contar sus experiencias a lo largo de la última dictadura militar en el reportaje público que les realiza el presidente de Perfil Network y fundador de NOTICIAS, Jorge Fontevecchia, en Sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional. Un ámbito ideal para discutir “El rol del periodismo en la dictadura”.
Y sin embargo lo que debaten no está atado al pasado. Sus historias, sus ideas y sus pensamientos se trasladan al presente. Cuánto de aquel periodismo tiene el periodismo de hoy.
Sus miradas son actuales, a pesar de que hablen del Buenos Aires Herald, ese periódico en inglés donde Neilson escribía lo que la dictadura no quería que se sepa; y de que Verbitsky rememore a aquel joven que distribuía de manera clandestina las publicaciones que él mismo hacía.
Dificultades. El debate, realizado el lunes 17, lo abrió Fontevecchia citando un texto de Rodolfo Walsh, que Verbitsky distribuía en la dictadura: “Divulgue esta información. Hágala circular por los medios a su alcance. A mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Nueve de cada diez lo estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote al terror. Haga circular esta información”. Fue una manera cruda y contundente de introducir a la audiencia, sobre todo a los más jóvenes, al periodismo de los años más oscuros del país.
Verbitsky fue el primero en contestar: “Se cumplieron 50 años del lanzamiento del semanario de la CGT. Y recuerdo muy bien las dificultades que teníamos para producir eso entonces. Ahora lo comparo con producir 'El cohete a la luna', la verdad es que debo decir que estamos en el paraíso comparativamente”, indica el periodista. Y, fiel a su estilo, cierra la idea con una ocurrencia: “Hay mucha quejosidad en el ambiente. El personaje nacional no es Martín Fierro. Es Don Quejote”. Será una constante en la entrevista, que dura más de una hora y media. Los momentos profundos que se suceden con los más distendidos.
Lo de James Neilson es distinto. Junto a Robert Cox, quien no pudo estar presente pero dejó un mensaje grabado que se emitió en la previa del evento, se jugaron sus vidas publicando las noticias que no salían en otros medios. Y sin embargo, lejos del bronce, el periodista nacido en Inglaterra insiste en hacer creer a la audiencia que no se trató de un acto heroico, sino que fue una simple decisión atada a sus valores: “Robert y yo compartíamos la misma filosofía, liberal en un sentido clásico. En la necesidad de defender los derechos naturales del hombre”. Y agregó: “En aquel momento, los militares nos ofrecieron un pequeño resquicio, como para poder decir lo que pasaba”. Ellos decidieron aprovecharlo y hacer lo que el resto de los diarios no podían, según su versión, o no querían, según la de Verbitsky. Una de las tantas discrepancias de la noche.
Golpes. “Argentina tuvo hasta el 83 más gobiernos elegidos por las botas que por los votos. En esas condiciones, el periodismo podía florecer solamente en los márgenes”, explicó Verbitsky. Y completó: “Como Rodolfo Walsh, que escribió las mejores cosas en pasquines marginales. Y luego lo recopiló en libros”.
El recuerdo de Neilson del periodismo de aquellos días fue similar. Cuando el actual columnista de NOTICIAS llegó a Argentina, en 1966, se encontró con la dictadura de Juan Carlos Onganía. “No era blanda, pero sí ridícula”, analizó. Y completó: “Se obsesionaba más con la moral de la gente: con la barba, lo que pasaba en las discotecas, las faldas de las mujeres. Cosas así”. Sobre los periódicos, indicó: “Me encontré con que los grandes medios hacían un periodismo mediocre, gris, chato”. De Inglaterra, el escritor se había mudado a Irán, donde comenzó a ejercer su profesión. Fue desde allí que llegó al país.
Para Verbitsky, “en un país en el que cada golpe militar fue más sanguinario que el anterior y donde los períodos democráticos eran un interregno entre golpes, no pudo florecer un buen periodismo. Era imposible: para que haya buen periodismo hace falta aire para respirar y no había ese aire. Ahora las dificultades son de otro tipo. Tienen más que ver con lo económico. Aunque existe la censura indirecta”, protestó.
De hecho, el ex periodista de Página/12 fue muy duro con Clarín y La Nación. “Si esos diarios, junto a la Sociedad Rural y la jerarquía del episcopado católico, hubiesen dicho el diez por ciento de lo que dijeron en el Herald, no hubiera pasado lo que pasó. La idea de que estábamos aterrados es falsa”.
Neilson coincidió con la responsabilidad del resto del periodismo, pero la consideró menor: “Si los medios contribuyeron fue sólo por omisión”, sentenció. Aunque Verbitsky no cesó: “Clarín y La Nación fueron socios activos de la dictadura”.
El moderador de la charla, Fontevecchia, concluyó: “Este debate sirve para plantear la historia contrafáctica y pensar si aquella dictadura pudo haber sido distinta. Si era viable un periodismo distinto o nos hubiesen matado a todos. Pinochet cerró todos los diarios que eran críticos y quedó sólo El Mercurio, que estaba a favor de él”, haciendo una comparación hipotética de lo que podría haber pasado en Argentina si los medios más populares copiaban la heroica decisión del Herald.
Enseñanza. Fontevecchia decidió cerrar el reportaje público pidiéndoles consejos a los dos entrevistados. “Mi única sugerencia es que lean mucho. Lean clásicos. El mundo no empezó hace un par de semanas”, empezó James. Y completó: “También les diría que estudien con profundidad otra cultura. En mi caso, estudié japonés. Eso me ha ayudado a tener una perspectiva distinta”.
Verbitsky indicó: “Yo coincido con James en casi todas las cosas que dijo. A veces, cuando recibía esa pregunta de algún muchacho lo he desconcertado diciéndole que estudie latin. Traten de estudiar y conocer la cultura. Tratemos con cariño a la lengua. Cosa que no siempre ocurre en nuestra profesión, donde hay muchos Darthés con la lengua castellana”.
Apenas quedaría tiempo para un saludo final en los camarines. Un abrazo, algún chiste de ocasión y una muestra de respeto entre los tres periodistas, mientras el público se retiraba en la noche del barrio porteño de Recoleta. Una noche infinitamente más calma que las que habían relatado los periodistas momentos antes.
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