Inclinado sobre su torta de cumpleaños número 59 y frente a los empleados de la Casa Rosada, Mauricio Macri anticipó el 8 de febrero de 2018 la cuenta regresiva de los 60, que celebra ahora: “Cambio de década y eso me tiene un poco traumado, aunque todavía tengo un año para poder digerirlo”. Lo dijo en tono de broma, como es su estilo, pero debajo del chiste se escondió la preocupación real sobre el paso del tiempo que aqueja al Presidente.
Esa no fue la única broma del día. El deseo de ser Dorian Gray volvió a manifestarse apenas segundos después, al soplar las velitas, cuando le preguntaron, entre los aplausos, cuál había sido su deseo de cumpleaños. “Volver 20 años para atrás y empezar de vuelta”, respondió Macri, acompañado por su tercera esposa, Juliana Awada (44), y su pequeña hija Antonia (7). La respuesta desconcertó a los invitados casuales al festejo, quienes le hicieron notar que regresar a los 40 años significaba, entre otras cosas, no ser Presidente. “No importa –contestó Macri– tendría tiempo para hacer más cosas”.
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Quizás por un exceso de optimismo, el hijo mayor de Franco volvió a bromear sobre su edad hace pocos meses. En un saludo a los habitantes de Jacobacci, en Río Negro, pidió que lo invitaran al 200° aniversario del pueblo, que se celebrará dentro de 98 años.
Otra explicación posible al insólito mensaje del Presidente puede ser la influencia de su asesor estrella, Jaime Durán Barba. El ecuatoriano habla seguido sobre los cambios en la expectativa de vida y asegura que quienes tienen hoy 10 años, probablemente alcancen los 200. Y para el año 2080, “es posible que lleguemos a la inmortalidad”.
Amiguero. Este año “no hay fiesta”, anuncian cerca de la pareja presidencial. El viernes 8, al cierre de esta edición, la austera celebración cumpleañera incluía un almuerzo con Awada, su hija Valentina Barbier y la pequeña Antonia. “Como todos los años, Anto tiene preparados varios dibujitos, se los vi el otro día. Y como ya es tradición, entre ellos para los cumpleaños se escriben cartas”, cuenta divertida la vocera de Awada, María Reussi.
Después de las vacaciones en el country Cumelén, de Villa La Angostura, la primera dama salió a acompañar a Carolina Stanley y María Eugenia Vidal en sus recorridas, un rol que ya cumplió en campañas anteriores. Se espera que “la hechicera”, como la bautizó su esposo, siga este año con agenda propia y acentúe su rol de sostén del máximo líder del país.
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Consciente del desgaste que deparará el último año de mandato (y de que no es momento de festejos), Macri eligió pasar su día rodeado de amigos. Por eso, invitó a la quinta presidencial de Chapadmalal a pasar el fin de semana a un selecto grupo que integran el titular de la AFI, Gustavo Arribas; el vocero de los espías, Hernán Nisembaun; el productor televisivo Mariano Chihade; el actor Martín Seefeld y el hermano de Juliana, Daniel Awada. Según contaron fuentes allegadas a NOTICIAS, la convocatoria fue ampliada para las parejas de los amigos del Presidente, cercanas también a la primera dama. Entre ellas, está la conductora Mariana Fabbiani, esposa de Chihade.
Varios de ese grupo coinciden todas las semanas con Mauricio para jugar al paddle. Llevan años de amistad y confidencias. Ellos escuchan las quejas por los dolores de la rodilla y los chistes futboleros. También saben que no tienen que preocuparse por comprarle un buen regalo al Presidente: “No le da importancia, es cero materialista”, asegura uno de ellos.
Varios de esos amigos son los que mejor hablan del Presidente mientras su imagen cae, las promesas no se cumplen y peligra su posibilidad de reelección. “Lo veo muy bien, con mucha energía para el año que entra y muy feliz con su familia”, dice uno de ellos a NOTICIAS. “Está muy bien, no parece que vaya a cumplir 60”, agrega otro.
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Ninguno quiere salirse del libreto, ni perjudicar a Macri en el momento que más ayuda necesita. Pero en el entorno cercano del Presidente también está la otra versión: “Dice que los 60 le están pegando mal y pide que ni le hablemos del tema”, aseguró uno de sus confidentes en la previa del natalicio.
Cambiado. Las teorías más optimistas de la psicología aseguran que a los 60 se ingresa a una etapa más introspectiva, donde se deja de mirar la realidad desde una lupa externa y se comienza a observar desde la experiencia propia. “Se replantean saberes que aparecían como evidentes y hay cierta percepción de sabiduría e inteligencia reflexiva. Existe un mayor control emocional sobre uno mismo”, explica Ricardo Iacub, titular de Psicología de la Tercera Edad y Vejez de la UBA.
El inicio de esta etapa tiene un costado melancólico, asegura el especialista. Está relacionado con el “reconocimiento de la propia finitud”. Es un momento en el que las personas suelen animarse a experiencias nuevas, pero en el que la presencia del cuerpo se vuelve más determinante y aparecen dolores crónicos con los que hay que convivir.
Hasta acá, Iacub no habla de Macri. Sin embargo, reconoce que el hecho de ser padre-abuelo posiciona al Presidente en otro lugar, más “enganchado con una experiencia novedosa”. Rejuvenecedora.
El propio Macri habló de su renacer con el nacimiento de Antonia, siete años atrás, cuando era jefe de Gobierno porteño y todavía no lucía el marcado desgaste del poder en su rostro. Para jugar con la más chica de sus cuatro hijos, el Presidente cuida mucho el cuerpo.
Sus médicos destacan que es un paciente aplicado. Hace deporte, come sano y no tiene miedo a los estudios. En mayo tendrá que someterse a un nuevo chequeo de rutina, donde controlarán que el quiste pancreático que le detectaron en 2018 no cambie de forma ni tamaño y que, tras la arritmia de 2016, el corazón no vuelva a sorprender.
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De la rodilla derecha tres veces operada, dicen que está recuperado. A mediados del año pasado, se sometió a un tratamiento con células madre (extraídas de su médula ósea y reinsertadas en la rodilla) que le permitió seguir activo en el paddle y jugar muy de vez en cuando al fútbol.
Espiritual. El Macri de 2019 es cada vez más parecido a Franco. Basta recorrer los archivos fotográficos para notar la similitud en el cabello canoso, los dibujos de las arrugas en la cara y los gestos. A sus 60, Franco estaba al frente de Sevel, la empresa en la que luego dejaría a su hijo mayor. Era 1990 y Mauricio pronto viviría el episodio más rupturista de su vida: el secuestro durante 14 días.
De esa vivencia traumática aún conserva a su psicólogo, Jorge Luis Ahumada, un pilar para mantener el equilibrio de Macri y garantizar que funcione la frase que le regaló a un vecino de Mendoza: “Tengo que estar tranquilo, porque si me vuelvo loco les puedo hacer mucho daño a todos ustedes”. En su búsqueda espiritual, el Presidente recurrió, además, a la armonizadora Viviana Rodríguez y la filosofía budista, a la que se acercó por consejo del publicista Joaquín Mollá.
Que Macri “no se la crea” es también una tarea de Durán Barba, obsesionado con que su líder no repita el síndrome de Hubris que se le adjudicó a Cristina Kirchner. “Si te crees un dios, cuando se te acaba el poder te entra una crisis personal: es lo que le pasó a CFK. De esto hablamos siempre con Mauricio. Él, felizmente, se hizo medio budista hace unos años, y esto le hace muy bien”, contó el consultor. La tarea es ardua, porque según el ecuatoriano, “de a ratos” al Presidente “le empieza” el síndrome y “ahí también aparece Marcos (Peña), que lo calma enseguida”.
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En 2015, Macri trazaba su propio futuro: “Si tengo el honor de ser presidente es nada, son unos años, después la vida continuará y lo importante es mi familia, mis amigos, el haber podido dar y recibir. Yo termino mi presidencia y se acabó: vuelvo a ser una persona de vida normal porque la política tiene que renovarse”. ¿Cumplirá?
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