En los últimos días, la ex abogada de Leonardo Fariña, el polémico financista de la ruta del dinero K, dijo en distintos medios que la declaración judicial de su cliente contra Cristina Kirchner fue “preparada” por el Gobierno y repetida palabra por palabra por el valijero.
La letrada se llama Giselle Robles y también explicó que alguna mano anónima intentó “plantar droga” en su auto con la intención de perjudicarla. Lo que no se sabía hasta ahora es que Robles trabajó -¿y trabaja?- con otro abogado al que esta revista señaló en su investigación de tapa del 23 de marzo en torno al espionaje que rodea al caso D'Alessio: se trata de Franco Bindi, un ex empleado de la SIGEN de Alessandra Minnicelli, la esposa de Julio De Vido.
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Bindi estuvo en la mira de Interpol y siempre alardeó de sus contactos con la SIDE K. Como contó NOTICIAS, el grupo de Bindi y Robles -también integrado por otro espía, Allan Bogado, famoso por el caso Nisman- siguió de cerca y filmó a Marcelo D'Alessio, el informante de la AFI y falso abogado que salpicó al fiscal Carlos Stornelli y al periodista Daniel Santoro en la causa de los cuadernos. Bindi, aunque lo negó ante la consulta de esta revista, de hecho es abogado de Pedro Etchebest, el empresario que grabó a D'Alessio y lo denunció por extorsión.
¿La pelea entre D'Alessio y el grupo de Bindi se debe a que ambos trabajan de lo mismo en el submundo en el que agentes, abogados y chantajistas tratan de ganarse el pan a su modo? Es una hipótesis que investiga la Justicia.
Allegados a Bindi y la hoy mediática abogada Robles aseguran que a fines del año pasado se distanciaron. De ser así, sus acciones de todos modos siguen confluyendo en una misma dirección: aliviar la situación de los kirchneristas en las distintas causas que enfrentan en Comodoro Py.
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