En ambos bandos de la grieta política, la Iglesia volvió a ser tema de campaña por estas horas. El Presidente Macri acaba de reunirse esta mañana con los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina, para hablar de la delicada situación social y de la necesidad de pacificar el clima de campaña en medio de la incertidumbre económica e institucional.
Apenas unas horas antes, Eduardo Valdés, el ex embajador kirchnerista ante el Vaticano, dijo en el programa de Carlos Pagni que le gustaría una visita del Papa el 8 de diciembre, antes de que Macri termine su mandato, para reconciliar a los argentinos.
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Llama la atención el súbito interés que manifiestan en el Gobierno y la oposición por suturar la grieta que ambos tanto alimentaron antes y durante la campaña electoral. El propio Jaime Durán Barba, que tan duro fue con la posibilidad de que Cristina volviera al poder, ahora llama a un diálogo urgente para suavizar la convivencia entre Macri y Alberto Fernández.
Cada uno de los extremos parece compartir ahora el miedo a que este momento de transición turbulenta se salga de cauce y se les vaya de las manos. Mucho más cuando el Fondo Monetario Internacional empieza a dudar de su rol de prestamista de última instancia de la Argentina. Por eso, hace falta otro santo protector para tolerar el miedo al caos.
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El Gobierno teme al fantasma de una derrota dura en las urnas que se abrirán en octubre, pero más teme a que el desmadre económico desestabilice la gobernabilidad hasta poner en riesgo el cumplimiento del mandato macrista en tiempo y forma. Por su parte, el candidato opositor teme que la dinámica del conflicto social se espirale a un ritmo que convierta a la Casa Rosada en un horno demasiado caliente incluso para el amianto kirchnerista. Hay que recordar además que Valdés, el nuevo vocero de la paz y el amor, también lleva la bandera de la otra reconciliación que preocupa al kirchnerismo: la de Comodoro Py con los funcionarios y empresarios presos o procesados por su participación en la presunta década ganada.
¿Qué tiene el Papa que ofrecer? En el frente judicial, la peregrinación eterna de jueces al Vaticano hace pensar en Francisco como el garante de última instancia de una especie de amnistía no escrita en los tribunales federales. Y en cuanto al conflicto social, no hay que olvidar el rol de mediación y contención que cumplió la Iglesia en la crisis del 2001, convocada por el interinato de Duhalde a la Mesa de diálogo que sacó las papas del fuego. Los tiempos son otros, pero la fe es eterna.
*Editor ejecutivo de NOTICIAS.
por Silvio Santamarina*
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