En unas pocas semanas, cuando pasen las elecciones del 27, Mauricio Macri se despedirá del poder. Es posible que saque unos 32 o hasta 35 puntos, que no son suficientes, pero tampoco algo despreciable. Son muchos votos, aunque no alcancen.
La cuestión de fondo es: ¿de quien serán esos votos una vez que pasen las elecciones? ¿Seguirán siendo de Macri, que ya demostró sus falencias como estadista y hasta hizo posible que volvieran los K? Él se imagina como una especie de Sebastián Piñera, el presidente chileno que volvió al poder después de algunos años en el llano. Hay una diferencia: el chileno, cuando se fue, no dejó un país incendiado.
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Entonces, quizá esos 32 o 35 puntos buscarán nuevo dueño. María Eugenia Vidal, por ejemplo, apuesta a eso, a ser la líder de un posmacrismo sin Mauricio. Tiene un pequeño inconveniente: ella también pierde por paliza en la provincia de Buenos Aires con Axel Kicillof. Y a los que no ganan, a los que salen segundos, nadie los sigue.
¿Quién queda? Bueno, ahí está levantando la mano el alcalde de la ciudad, Rodríguez Larreta, el menos incapaz de su espacio, el menos incompetente. Y el único que tiene chances en las elecciones del 27. Quizás lo que le juega en contra es su imagen. No es un jefe carismático, eso está a la vista.
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¿Hay alguien más que pueda quedarse con los votos de Mauricio? No aún, tal vez más adelante.
No son pocos votos, aunque hoy no alcancen. Y significan, además, el único límite a los K.
*Editor de Política en Revista NOTICIAS.
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