En 2015, se celebró el primer debate presidencial de la historia argentina, organizado por Argentina Debate, una iniciativa colectiva de organizaciones no gubernamentales. El que comienza este domingo, será el segundo de la historia, pero el primero obligatorio, en cumplimiento de la ley 27337, sancionada en 2016, que además delega la organización en la Cámara Nacional Electoral.
El debate será a dos vueltas. La primera, tendrá lugar en Santa Fe, en la Universidad Nacional del Litoral. Y la del domingo 20, se realizará en la Facultad de Derecho de la UBA. En caso de que las elecciones del 27 de octubre deriven en un ballottage, el 17 de noviembre habrá un tercer debate entre los dos candidatos que queden en carrera, en el mismo escenario porteño.
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El contenido de los debates está organizado en bloques temáticos. En el turno de Santa Fe, los puntos a debatir serán: Relaciones Internacionales, Economía y Finanzas, Educación y Salud, Derechos Humanos y Diversidad de Género. En la ronda Buenos Aires, se discutirá sobre: Seguridad, Empleo, Producción e Infraestructura, Federalismo, Calidad Institucional y Rol del Estado, Desarrollo Social, Ambiente y Vivienda.
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Para moderar la dinámica de los debates, la Cámara Electoral eligió un elenco de periodistas con amplia experiencia en conducción televisiva. Los designados para Santa Fe son: María Laura Santillán, Rodolfo Barili, Gisela Vallone y Guillermo Andino. Por definición, todo debate presidencial es, en definitiva, un programa de televisión, con los lógicos condimentos de un show audiovisual que pondrá a prueba la aptitud de los candidatos para exponerse en cámara. Algunos manifestaron su insatisfacción por la acotada interacción prevista entre los candidatos, que podrán dirigirse preguntas entre sí, aunque no hay obligación de contestarlas.
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Los seis candidatos que, tras superar el umbral del 1,5% en las PASO, quedaron habilitados para las elecciones del 27 confirmaron su asistencia, que es de carácter obligatorio. La pena prevista por no asistir es doble, según la ley. Por un lado, se penaliza al espacio político con la quita de todos los espacios disponibles por el Estado para propaganda audiovisual. Además, en el escenario de los debates, se dejará el atril vacío para dejar públicamente asentado el incumplimiento de ese mandato electoral. En 2015, si bien no era obligatorio debatir, Daniel Scioli decidió presentarse al debate con Mauricio Macri por el ballottage, luego de haber dejado el atril vacío en la primera vuelta, con el resto de los candidatos.
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