**** A Navas la conocimos por “Hoy partido a las tres”, un retrato bello y sincero a partir del fútbol femenino, una comedia de costumbres que son otras. Nos dimos cuenta de que sabe mirar un mundo y comunicar esa mirada. Las mil y una es una historia de amor entre dos chicas, un cuento de prejuicios y el retrato de un universo que semeja a un laberinto. Es cierto que hay algo de denuncia, algo de –por llamarlo de algún modo– “cine de actualidad”. Es cierto que hay un sesgo militante. Todo eso, que es contextual y se comprende en el tiempo en que vivimos, es menos importante que la perfecta compenetración de forma y fondo. Del retrato de los motivos del amor y de la atracción en un mundo complejo entre el proyecto y lo derruido, ese mundo de monoblocks en los que transcurre la película, más nocturna que “Hoy partido...”. No se trata de un film esclarecedor o didáctico, de esos que terminan pasando por el costado de una buena idea o del núcleo que aparece al narrar por la necesidad de dejar asentado un mensaje unívoco, sino de seguir a personajes con un enorme cariño y una gran empatía hasta volverlos semejantes del espectador. Si hay una forma en que el arte pueda ejercer la inclusión es justamente esa: ponernos en el lugar de quien no necesariamente es como uno, comprenderlo y emocionarse por sus peripecias.
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