El “dress code” de Punta del Este tiene pocas variantes año a año. Tan pocas como la tribu de empresarios, celebrities y socialités que lo portan cada temporada. Un conjunto de personalidades, con perfil de diversas alturas, que cargan cada enero sus valijas con un guadarropa simple, chic, y lo que resulta más difícil, lujoso y decontracté al mismo tiempo. Una contradicción de principios que sólo un habitué esteño es capaz de conciliar.
Abundan las marcas internacionales, pero también, como en toda ciudad de mar, la ropa de la India liviana y amplia. Los varones nunca abandonan sus bermudas con camisas. Y el sombrero de paja es un item insoslayable para cualquier género. Algún vestido más “power” para asistir a una gran fiesta puede hacerse lugar en cualquier valija. Pero a nadie molesta el estilo “playero chic” si alguien decide asistir, a esa misma gran fiesta, directo desde el “after hour” junto al mar.
El blanco, desde siempre, ha sido uno de los colores preferidos en el Este. Pero este verano lo ha invadido todo. La playa, las fiestas, las cenas y los atardeceres. El mundo entero se viste de blanco, a cualquier hora del día. A primera vista puede parecer monótono, pero si se lo mira con atención, aún en la monocromía hay creatividad y combinaciones sutiles.
Verano claro
El blanco es uno de los tonos más usado en los tiempos cálidos, en especial en las playas. Durante mucho tiempo existió el consenso de que vestirse con ropa clara alejaba el calor, mientras que las prendas oscuras lo absorbían. La cuestión hoy se ha vuelto discutible, porque los géneros más oscuros parecen funcionar mejor para protegernos de los rayos agresivos del sol.
La cuestión es que el blanco, ese color básico que combina con todo, es indisociable del calor. En las últimas temporadas, se usó mucho en vestidos livianos de inspiración oriental, túnicas bordadas, encajes y tops de seda. Pero también, y sobre todo para los varones, en jeans, bermudas y shorts. Las zapatillas blancas fueron furor acompañando cualquier clase de outfits.
Esta temporada el blanco redobla la apuesta y se transforma en tonalidad absoluta.
Para la playa, se lleva con el infaltable sombrero de paja y un nuevo capricho femenino: los bolsos también de paja (ver recuadro).
¿Qué dicen sus detractores? Que engorda, que si las telas no son de excelente calidad los defectos aumentan y que hay que combinar las prendas muy bien para evitar el efecto “pijama” o “enfermera”.
Expertos
A un verdadero conocedor de la materia, el diseñador Benito Fernández, esta inundación de blanco le parece un exceso. “El verano es para variar y jugar más, cuando el blanco se transforma en un uniforme es raro -opina-. Funciona más como un código de pertenencia a un núcleo, a una elite". Y propone combinarlo con colores como el nude, el celeste, el negro y el metalizado. “Su gran ventaja es que puede ir con cualquier género y queda bien”, concluye.
La incisiva Matilda Blanco coincide con Fernández: Punta del Este abusó del blanco este verano y muchos “eligieron la peor calidad”. En una temporada que, según la crítica de moda, no tuvo tendencias, este tono es una elección peligrosa. "Al blanco hay que merecerlo, porque ensancha y muestra lo peor de uno. Tampoco es un color para todas las pieles, especialmente no les queda bien a los que la tienen muy clara”.
Más o menos delgados, jóvenes o maduros, pálidos o bronceados, nadie quiso quedarse afuera del color top. Y la verdad es que en cualquier guardarropa veraniego, el blanco siempre suma. Además, en términos económicos, es también una inversión: se compra para siempre, porque nunca pasa del todo de moda.
por Adriana Lorusso, Pilar González Jáuregui
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