El año pasado se la extrañó. La muestra más reconocida de diseño y decoración, Casa FOA, hizo una pausa en el 2020 pandémico. Pero un año más tarde, vuelve a la carga con una premisa definitoria: echar luz sobre las tendencias y necesidades que fueron moldeando nuestra forma de vivir la casa. Así llega esta 37° edición, bajo el lema “Espacios para vivir más felices”, que se presenta hasta el 19 de diciembre en Distrito Elcano, una construcción al límite de Chacarita con Belgrano R.
“Nuestras casas donde habitamos nos desafían. En los últimos tiempos por el contexto mundial nos apropiamos de los espacios, surgieron nuevas necesidades, y algunas llegaron, incluso, para quedarse. Aquí traemos ideas y conceptos que nos permitan adaptar nuestros hogares para no resignar confort”, definió Catalina Ulloa, arquitecta general de la edición 37 de Casa FOA, el espíritu general que reinó en la construcción de espacios de esta edición.
Trabajo flexible
La necesidad de un espacio de home office es una de las tendencias recurrentes en esta edición. Pero a pesar de ser un concepto repetido en varias propuestas, las diferentes interpretaciones dejaron hallazgos. Es el caso del espacio de Clara Chediack, Lola Fernández y Santiago Seveso, donde combinaron una cocina y comedor con un espacio de escritorio que no solo contempló a los grandes, sino que en el otro extremo de la habitación destinó un espacio muy cálido a los niños, en una puesta espejada de lo más orgánica. “La premisa es la flexibilidad y la integración de las partes”, detallan los creadores.
Otra lectura interesante fue la de Coty Larguía Studio, que planteó un espacio de uso dinámico inspirado en la arquitectura retrofuturista de los '50, apelando a lo surreal que fue la vida en 2020 y a lo que demanda el hogar en esta nueva era de adaptación. Su diseño juega con lo experimental para, en un mismo espacio, crear distintos ambientes en los que priman las formas curvas, como las mesas y banquetas de hierro entrelazadas o el imponente bar retroiluminado (ideal para dar por concluido el día laboral en casa y preparar un buen trago).
Bendita luz
La iluminación es otro de los puntos distintivos de este año. Lo demuestran espacios como el de las hermanas Caia y Carolina Gibrat, cuyos comedor y bodega se elevan y resaltan la elección de los tonos grisáceos y negros a partir de la aplicación de LEDs que se dimerizan y controlan con domótica para ir creando diferentes climas. Especialmente en la bodega, la sensación de iluminación posterior es sumamente escenográfica y casi teatral. En el comedor, una lámpara colgante que asemeja una escultura justo sobre la barra suma encanto y arte.
En el espacio de estar de Diana Reisfeld, en tanto, la mirada se la roba la aplicación de luces LED en la biblioteca. Aunque un ambiente pleno de materiales nobles como madera, lino y fibras naturales, logra sofisticación con su juego de luces cálidas, que destaca los adornos de cerámica y plantas de interior (otra tendencia en alza y muy presente).
Y en el ya mencionado espacio de Chediack, Fernández y Seveso, la luz es admirada no solo sobre la mesada de la cocina, si no sobre todo el espacio con la simulación de una claraboya en el techo que permite la fluidez lumínica y genera un clima especial, generando juegos de luces y sombras desde la mañana a la noche.
Espacios íntimos
Finalmente, los espacios más íntimos también se repensaron y trabajaron en pos de lograr el máximo descanso y desconexión. Quienes lograron transmitir esta idea con gran sensibilidad fueron las hermanas Clara y Lucila Houssay, cuyo proyecto de dormitorio y vestidor respira encanto y frescura. “La idea fue crear un ambiente conectado con la naturaleza, donde interior y exterior están integrados por materiales nobles como madera, piedra, mármol, algodones, plantas”, detallan. Punto extra en esta premisa se lo lleva su mural de garzas al vuelo y blancas sobre una pared verde. El celeste fue la otra pata de su paleta, con detalles como una isla con tapa de mármol en el vestidor.
Otra reinterpretación de estos ámbitos tuvo que ver con la sofisticación, como la que desplegaron Patricia Mezzadra y Carola Moris, de Estudio MeMo, en su unidad modelo. Un living en tonos mostaza y verde intenso, con el terciopelo muy presente, se combinan con un comedor diario neutro, con sillas de esterilla y un tapiz impactante. Por detrás, un mueble divisor conecta con la habitación, donde reina el monocromo: un rosa suave segmenta el escritorio y un verde grisáceo el sector de cama. Todo está dado para un descanso en el refugio perfecto.
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