“Siempre estoy buscando la perfección y sueño con llevar nuestros viñedos cada vez más alto (…). Siento que tenemos todo para lograrlo. Nos acompañan el clima de Mendoza y la altura de estas montañas majestuosas”, así describía, hace varias décadas, el Barón Bertrand de Ladoucette, la tierra argentina a la que había llegado en busca de nuevos horizontes para la producción de espumantes.
Nacido en el seno de una familia dedicada a los vinos en el Valle del Loire, Ladoucette tuvo la intuición de que el suelo mendocino, al pie de la cordillera, reunía las condiciones para crear, fuera de las fronteras de Francia; bebidas tan únicas como las que durante siglos dieron fama a la región de la Champagne.
“Recuerde nuestros comienzos, querido amigo, cuando llegamos a estas tierras. Todavía tengo guardado en la memoria ese paisaje hostil, frío y la nieve eterna de estos picos. Aun me sorprendo de todo lo que hemos logrado. Nos decían que estábamos locos... y lo estábamos”, expresa en la misma carta, describiendo las sensaciones de una aventura que empezó hace 60 años, pero sigue añadiendo capítulos sorprendentes a la historia que inició el famoso barón.
Los espumantes de la región que descubrió e investigó Ladoucette hoy llevan su título y su inicial: Baron B, y son sinónimo de burbujas excepcionales en nuestro país y en el exterior.
Justamente, la última creación de la marca es un homenaje especial para este visionario, cuyo aporte es insoslayable en la historia de los vinos argentinos.
La experiencia
La novedad se llama Baron B Héritage y honra la herencia (“héritage”) de búsqueda incansable y perfección que el francés legó a quienes hoy crean y consumen los espumantes que llevan su nombre.
Pero Baron B Héritage es también una experiencia diferente, que sube la vara de las burbujas de un modo inédito entre nosotros.
En primer lugar, cada edición será distinta, quedando a cargo del equipo que lo crea el “assemblage” especial que compondrá la bebida año a año.
En la edición 2021, primera salida del espumante, se reúnen cosechas únicas de tres fincas de altura: la de chardonnay y pinot noir de 2001 de la Finca Caicayén en Gualtallary, a 1250 metros sobre el nivel del mar; la de 2011 de la Finca Cepas del Plata en El Peral, a 1500 metros; y la cosecha 2015 de El Espinillo, la más alta, en Gualtallary, a 1650 metros, que produce un pinot noir “salvaje y fascinante”, según lo califican los expertos de Baron B.
En el caso específico de Cepas del Plata, se creó un “clos” (una zona vallada por un cerco de piedra, como en las antiguas fincas francesas, clásicas de la Champagne) para separar una parcela excepcional cuyo chardonnay se describe como “maravilloso, brindando un vino con exquisitas notas de fruta blanca, naranjas confitadas, flores blancas y jengibre; en boca su eterna fineza se integra armónicamente con su delicada textura cremosa”. Esta cosecha aporta el 40 por ciento del “assemblage” de la primera edición del nuevo espumante.
“Estamos seguros de que Baron B Héritage va a sorprender a los consumidores. La propuesta será presentar siempre un espumoso inédito, de partidas limitadas que permita disfrutar de una nueva dimensión de elegancia y sofisticación. De esta manera se suma al porfolio de la marca ampliando la propuesta de burbujas súper premium en el mercado argentino”, comentó Fernando Gouiran, director de Marketing, el día de la presentación. El valor del espumante en las vinotecas de todo el país será de $ 5.400 la botella.
Inspiración
Para el equipo de Baron B, la finca Cepas del Plata es la imagen de los sueños que acarició Bertrand de Ladoucette: “Cien hectáreas dedicadas al espumante, en las que se desafió la altura y el clima extremo para implantar el chardonay y el pinot noir”, sintetiza Diego Ribbert, Chef de Cave de la etiqueta.
Al trabajo artesanal en este suelo excepcional, hay que sumar el desafío de la empresa de lograr, hacia 2024, una producción totalmente orgánica, con la sustentabilidad como objetivo fundamental.
Para presentar el nuevo espumante, al atardecer, se pudo sobrevolar en globo el clos excepcional de Cepas del Plata para vivir luego la experiencia de maridar Héritage, con un exquisito carpaccio de trucha y un chivito a la parrilla.
La noche caía en la montaña, la temperatura descendía varios grados, pero las burbujas del nuevo Baron B Héritage retenían a los invitados con su elegancia y suavidad, en las mesas al aire libre.
“Pienso en las futuras generaciones. Y creo que además de dejarles nuestros aprendizajes, nuestra filosofía y nuestros sueños, debemos enseñarles a guardar celosamente nuestras mejores añadas, reservar con sumo cuidado los mejores vinos. Imagine las 'cuvees' que podrán elaborar de aquí a unos años quienes logren identificar la singularidad, la pequeña parcela que nos brinde una y otra vez ese vino excepcional”, escribió el barón. Y el tiempo demostró que no se equivocaba.
Adriana Lorusso
(Desde Mendoza)
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