La estadística destaca nuestro romanticismo: según un estudio realizado por la plataforma Booking.com, el 40% de los viajeros argentinos elige su destino influenciado por películas o programas de televisión. Desde la serie de moda al film más taquillero, está comprobado que las reservas de destinos que supieron ser sets de filmación escalan con fuerza una vez que la historia llega a las pantallas. Y a veces ni siquiera hace falta el contexto: basta que un determinado lugar haya sido el que inspiró la trama para que sus visitas aumenten. Eso es lo que sucede con los castillos y palacios del mundo que se describen a continuación.
De princesas sufridas
El castillo de Disney World, tal vez el más grabado a fuego en el recuerdo popular gracias a la introducción de todas sus películas, no es real. Pero se inspiró en uno que sí: el castillo de Neuschwanstein, ubicado en los Alpes Bávaros, en Alemania. De acuerdo con Booking, es uno de los más fotografiados del mundo (recibe 1,4 millones de visitantes anuales), y se distingue con sus diferentes torres y capiteles. Aquí fue imaginada la Bella Durmiente, aquella princesa condenada a dormir durante 100 años después de haberse pinchado el dedo con la aguja de una hiladora embrujada.
Fue mandado a construir por el rey Luis II de Baviera en 1869, en una época en la que los castillos ya no eran una necesidad de defensa, pero nacido igual a partir de las ansias románticas del monarca por replicar la fortaleza donde había pasado su infancia. De aires medievales, combina varios estilos arquitectónicos en un diseño que no tiene mucho de funcional pero sí de estético. De hecho, dentro ofrece referencias a leyendas y personajes como Tristán e Isolda o el rey católico Fernando. Un dato de color: desde la habitación principal es posible contemplar una cascada entre las montañas. Las entradas para su visita rondan los €13.
Otra princesa que se visualizó en un imponente castillo europeo es Rapunzel. Esta vez fue en la Abadía del Monte Saint-Michel, en Normandía, Francia. La historia la imagina tirando desde las alturas su larga trenza en busca de la salvación del príncipe, y no cuesta mucho imaginarla al contemplar su paisaje, a 170 metros sobre el nivel del mar. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979, sin embargo los orígenes de esta antigua abadía benedictina francesa se remontan al siglo X. Une los estilos carolingio, románico y gótico, y está dramáticamente emplazada en una isla a la que solo se puede llegar cuando la marea está baja. Pese a esto, se dice que más de tres millones y medio de turistas la visitan por año. Son los que esperan a escuchar las campanadas de la abadía, anunciando que el fenómeno marítimo está por comenzar. La visita cuesta €11.
Y si de princesas sufridas se trata, no se puede obviar a Blancanieves, quien huyó de las garras de su malvada madrastra para refugiarse en la cabaña del bosque de los siete enanitos. ¿Y dónde se dice que vivía antes este personaje que dio vida al primer largometraje animado a color y con sonido del mundo? En la robusta fortaleza del Alcázar de Segovia. Una hora y media al norte de Madrid, esta residencia real es uno de los lugares históricos más visitados de España. Imponente en su ubicación en la cima de un afloramiento rocoso, data de principios del siglo XII y es uno de los castillos medievales más característicos del mundo. Es símbolo de la ciudad vieja de Segovia, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985.
Fue palacio y fortaleza de los reyes de Castilla y por sus muros han pasado todo tipo de sucesos, desde batallas a bodas reales. A lo largo del tiempo cumplió diversos roles, incluyendo prisión de estado y Archivo General Militar. Tiene hasta un foso y puente levadizo, y en sus diversas salas hay distintos ejemplos arquitectónicos. Hoy los visitantes pueden apreciar varias de ellas, así como una capilla, la torre de homenaje y el patio externo. Todo, por €9.
Las aguerridas
Por suerte, no todas las princesas viven con resignación sus infortunios ni necesitan un salvador que las rescate. También las hay más aguerridas, de esas que salen en busca de su propio destino. Y ellas también tienen sus palacios.
La bella Mérida, conocida por la película “Valiente”, tiene su origen en el castillo de Eilean Donan, uno de los lugares más fotografiados de Escocia. Aquí se inspiró la historia de la joven princesa que no estaba dispuesta a dejar que le eligieran marido y eligió demostrar su propia fuerza y coraje. El castillo data del siglo XII y se encuentra ubicado en una pequeña isla del mismo nombre, junto al lago Duich, y solo es accesible en barco o a través de un estrecho puente. La población más cercana es Dornie. Fue construido sobre las ruinas de un antiguo fuerte usado para defenderse de los vikingos y fue testigo de invasiones españolas y guerras internas. Hoy es un lugar de visita frecuente de turistas (aunque es la residencia oficial del Clan MacRae). Tan escocés es este palacio que sus alrededores fueron locación de “Corazón valiente”. En la actualidad, puede visitárselo por £10.
Y si de princesas intrépidas se trata, la sirenita Ariel es un gran ejemplo. Hija del rey Tritón, abandona el mar para ir tras su enamorado, entregándose a la aventura en tierra. Según la leyenda, todo esto sucede en el Castillo de Chillón, en Suiza. En una isla cerca de la costa del lago Lemán, se dice que esta construcción medieval con partes de arquitectura gótica fue la inspiración para el clásico de Hans Christian Andersen. Rodeado por una fosa natural, es patrimonio histórico suizo y supo ser una edificación defensiva desde tiempos de la Edad de Bronce. Sus sectores más antiguos fueron construidos en el siglo XIII y se cuenta que quien también se inspiró en sus salas fue el poeta Lord Byron.
Su ubicación estratégica, pensada para su defensa, hoy lo vuelve un lugar único por sus paisajes: asomado al lago desde una pendiente escarpada, brinda una de las vistas más increíbles de los Alpes. Esta postal y el recorrido de sus habitaciones puede darse por €13.
Pero no toda aventura sucede en Europa: China también seduce con su Ciudad Prohibida, donde la historia ubica a Mulan, la valiente mujer que decidió tomar el lugar de su padre en el ejército nacional. Construida entre 1406 y 1420 por el tercer emperador de la dinastía Ming, es un complejo palaciego ubicado en el corazón de la Ciudad Imperial de Pekín. Consta de 980 edificios y ocupa 72 hectáreas, simbolizando a la perfección la arquitectura tradicional de China, hecho por el que fue declarada Patrimonio de la Humanidad (y está considerada por la UNESCO como el mayor conjunto de estructuras antiguas de madera del mundo). Si bien durante dos dinastías fue utilizado como residencia, hoy es un museo de arte histórico y su entrada cuesta €9. Dado su tamaño, recomiendan destinar entre 4 y 6 horas para recorrerlo.
Versión local
Aunque sin heroínas o princesas de película, Argentina también tiene sus castillos de belleza atemporal. Uno de los más celebrados es La Candelaria, en el partido de Lobos. Impecablemente mantenida, su construcción comenzó en 1894. Se hizo siguiendo improntas francesas: Manuel Fraga, yerno de los originales dueños de la estancia y luego heredero junto a su mujer Rebeca, le pidió al arquitecto Alberto Fravre que diseñara el castillo a semejanza de uno que había visto a orillas del río Loire. Con gran parte de sus materiales traídos de Europa, su construcción demoró cinco años. También se puso especial atención en el parque, de 245 hectáreas diseñadas por el paisajista Carlos Thays.
Hoy, estancia y castillo están en manos de un grupo empresario que decidió comprarlo con fines turísticos. Gracias a eso, las puertas de La Candelaria están abiertas para hospedaje en sus distintas habitaciones, que incluyen las del castillo pero también las del molino holandés, el sector colonial y los bungalows del bosque. El hospedaje comienza en los $19.800, aunque también es posible acercarse a pasar un día de campo desde $6750. En cualquier caso, lo que quedará a la vista será uno de los mejores exponentes de la forma de vida de nuestras familias patricias, versión local de la nobleza.
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