En la década de 1920, Coco Chanel, la famosa diseñadora francesa de alta costura, pasó unas vacaciones en la Riviera Francesa. Tras varios días bajo el sol, regresó a la ciudad con la piel bronceada, lo que fue inmediatamente percibido por las mujeres de la élite europea, que ahora no sólo imitaban su estilo sino también su bronceado.
Esta anécdota es sólo la punta del iceberg de una tendencia que, en apariencia, habría impuesto Chanel. Durante siglos, la piel blanca fue considerada un símbolo de prestigio. Para la nobleza y la burguesía, la blancura en las mujeres representaba feminidad y belleza. Pero, fundamentalmente, se erigía como elemento de distinción social: evitar el sol las separaba de las campesinas que trabajaban al aire libre.
Cuando en el siglo XX, los trabajadores migraron del campo a las fábricas, el bronceado dejó de asociarse con el trabajo rural y se transformó en un símbolo de ocio y privilegio. Sólo aquellos que tenían tiempo para realizar actividades al aire libre o podían pagarse unas vacaciones, llevaban la piel bronceada como Coco Chanel.
Recién hacia 1950, broncearse se extendió a otros sectores sociales. Con el boom de las camas solares en los noventa, se consolidó como aspiración de la clase media. Pero el tono dorado no es un ideal universal: en culturas como la japonesa y la china, la tez blanca es símbolo de prestigio y elegancia. Allí, las mujeres no buscan el sol, más bien lo evitan. En verano, es común verlas con sombrillas y mangas largas o invertir en cremas aclaradoras.
¿Un bronceado saludable?
Hoy, el bronceado sigue siendo un poderoso ideal de belleza, pero se popularizan cada vez más las “alternativas saludables”. “En las consultas, preguntan sobre autobronceantes, maquillajes y factores de protección con color”, afirma Cecilia Civale, jefa de Unidad de Dermatología del Hospital Piñero y presidente de la Asociación Argentina de Dermatología. “Yo les aclaro que, aunque contengan factor de protección solar (FPS), no protegen de la misma forma que los bloqueadores solares”, agrega.
Los autobronceantes ofrecen la posibilidad de obtener un tono dorado sin una exposición directa. Pueden proporcionarlo con pocas aplicaciones, muchas veces visibles de 24 a 48 horas. No obstante, “es un bronceado superficial y no representa un cambio en la melanina, el pigmento natural de la piel que se produce al exponernos al sol”, agrega Civale. Además, no están exentos de algunos inconvenientes, como la necesidad de aplicarlos con precisión para evitar manchas o su característico olor desagradable.
También están las técnicas de maquillaje, que buscan simular el tono bronceado. “Hoy en día, la tendencia es mostrar una piel saludable, luminosa e hidratada. Creo que está bien resaltar el bronceado o buscar un poco más de color, pero no creo en aparentar un color de piel que no se tiene”, afirma Lucía Mullins, dueña de Lucía Mullins Makeup and Hair Studio.
Conocida por su trabajo en programas como “Almorzando con Mirtha Legrand”, la maquilladora destaca que los efectos que buscan emular el color de piel luego de un golpe de calor pueden transmitir mensajes confusos o promover imágenes poco saludables. “A veces veo referencias de la técnica ‘heatstroke’ y realmente es ‘me rosticé con el sol’”, señala, añadiendo que es importante “encontrar la estética pero siempre de la mano de la salud y la información sobre el cuidado de nuestro cuerpo”.
Paralelamente, han emergido mitos como el del "callo solar". Sus seguidores promueven la exposición al sol sin protector, argumentando que la piel tiene la capacidad de desarrollar una capa que la hace invulnerable. “Es increíble que en las redes se transmita este tipo de desinformación: la exposición solar sin protección no sólo es peligrosa por el fotoenvejecimiento o las manchas solares, sino porque puede producir cáncer de piel”, alerta Civale.
Este discurso anticientífico no sólo representa un retroceso frente al consenso dermatológico, sino que, además, refleja una desconfianza creciente hacia las instituciones médicas, un fenómeno que también se observa en el movimiento antivacunas.
Algo más que una moda
Detrás de la obsesión por una piel bronceada, que trasciende una simple moda pasajera, se oculta un ideal de éxito y belleza profundamente arraigado en nuestras sociedades modernas. A pesar de las alternativas más seguras disponibles hoy en día, el ideal del "bronceado perfecto" nos coloca en una posición ambigua, entre la saturación de información sobre técnicas de maquillaje y productos autobronceantes y la persistencia de discursos que defienden hábitos ya comprobados como perjudiciales para la salud.
“La industria ofrece varias opciones innovadoras y seguras, pero es importante priorizar la salud cutánea por encima de la estética. Un bronceado saludable es aquel que no pone en riesgo la piel. Afortunadamente, hoy existen formas de conseguirlo”, concluye Civale.
por R.N.
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