Aunque aún no se conocen las cifras definitivas de visitantes para el verano europeo, se espera que superen los niveles prepandemia Covid 19. Solo en el segundo trimestre del año, las llegadas internacionales a los destinos del viejo continente superaron a las de 2019 en un seis por ciento, según el comité de turismo de la Comisión Europea.
“Nos han invadido los turistas; la situación está fuera de control”, afirmó Camila Guzmán, de 32 años, residente de Palma, isla de Mallorca, a The New York Times. La ciudadana española participó en las protestas de julio, que congregaron a más de 50.000 personas. En la nota aseguró que los precios han subido tanto que “ya no nos alcanza para vivir aquí”.
En otros lugares, los habitantes se han manifestado contra el comportamiento desconsiderado de los turistas y la construcción de nuevos hoteles y villas. En algunos espacios turísticos se están imponiendo cupos a los visitantes. Por ejemplo, Île-de-Bréhat, una isla francesa frente a la costa de Bretaña que cuenta con solo 400 residentes, se aplicó, recientemente, un límite de 4700 visitantes al día.
Aunque el turismo es un motor económico fundamental para muchos destinos europeos, algunos ciudadanos sostienen que es necesario invertir más de los ingresos que genera la actividad turística en infraestructura y propuestas comunitarias. La pandemia también exacerbó las quejas locales, después de que los residentes probaran la vida sin turistas. Cuando se levantaron las restricciones de viaje, las multitudes volvieron.
“Este verano es la tormenta perfecta, con una combinación de problemas incluyendo el exceso de turistas, el mal comportamiento y el cambio climático”, destacó Richard Butler, profesor emérito en la Gestión de Hostelería y Turismo de la Universidad de Strathclyde, en Glasgow, al medio estadounidense. En ese aspecto, el cambio climático también ha puesto una enorme presión sobre los destinos más populares. El mes de julio fue el decimocuarto mes consecutivo con calor récord en el planeta, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica.
La afluencia de turistas este verano puso a Atenas bajo una enorme presión al mismo tiempo que lidiaba contra un calor excesivo y la escasez de agua. Los incendios forestales, que estallaron en toda Grecia, han envuelto en llamas a los bosques de la región del Ática, que se han extendido incluso a los suburbios de la capital griega. Las autoridades cerraron la Acrópolis durante las horas más calurosas. El año pasado, el recinto milenario introdujo un sistema de venta de boletos para gestionar el número de visitantes, con un tope de 20.000 al día.
En julio estallaron protestas en Atenas contra el turismo de masas, había grafitis de “No a los turistas” en los edificios y los habitantes pedían medidas contra los alquileres vacacionales que, aseguran, se están apoderando de barrios enteros. La isla griega de Santorini, famosa por sus casas encaladas y sus atardeceres, fue uno de los destinos más visitados el año pasado, con casi 3,5 millones de visitantes en una isla donde habitan 15.500 personas.
En los seis primeros meses de este año, el número de turistas que visitaron España aumentó un 13,3 por ciento y superó los 42,5 millones, según el Ministerio de Industria y Turismo del país ibérico. Muchas ciudades están adoptando medidas. Por ejemplo, Sevilla está combatiendo los alquileres vacacionales, después de que una sentencia judicial autorizara a la alcaldía a realizar una revisión y cortar el suministro de agua a los alquileres vacacionales ilegales.
En Barcelona, la organización Asamblea de Barrios por el Decrecimiento Turístico pidió una corrección del modelo turístico de la ciudad, que incluye la restricción del número de cruceros y la regulación de los alquileres de corta duración. El gobierno de la ciudad dijo que eliminaría este tipo de alquileres a finales de 2028 y anunció una subida del impuesto turístico que entrará en vigor en octubre.
Se han realizado manifestaciones en Mallorca, Málaga, las Islas Canarias y Barcelona. En abril, activistas de Tenerife organizaron una huelga para protestar contra dos importantes proyectos turísticos e , incluso, se atacó a contingente de visitantes con pistolas de agua. “Los residentes viven en chabolas improvisadas porque no pueden pagar sus casas mientras se invierten millones de euros en megaproyectos turísticos”, protestó Javier Toro, un tinerfeño de 23 años que participó en las protestas.
En abril, Venecia, una ciudad de 50.000 habitantes que recibió 20 millones de viajeros el año pasado, introdujo una tarifa de entrada de 5 euros (unos 5,60 dólares) para disuadir a los turistas de visitarla en horas pico. El programa piloto, que finalizó en julio, fue declarado un éxito por el alcalde de la ciudad, Luigi Brugnaro, quien dijo que generó 2,43 millones de euros, pero los críticos dijeron que la tarifa hizo poco para reducir las cifras de visita.
Muchos residentes dijeron que la ciudad debería enfocarse en cuestiones más urgentes, como regular los alquileres de corta duración y mejorar los servicios locales. “La tarifa de 5 euros es una broma para los turistas; se gastarán más dinero en una cerveza”, dijo Lorenzo Cataldi, guía turístico, a Ceylan Yeginzu, reportera de viajes para el Times
Ámsterdam, una de las ciudades más turísticas del mundo, recibió el año pasado la cifra récord de 23 millones de visitantes. Tras la pandemia, introdujo una serie de medidas estrictas, entre ellas un tope de 20 millones de visitantes anuales. En el último año, se han aumentado los impuestos turísticos; se ha limitado el número de cruceros, que ahora tienen prohibido atracar en el centro de la ciudad; se ha prohibido la construcción de nuevos hoteles; y se han restringido los alquileres vacacionales.
La capital holandesa también está reprimiendo el mal comportamiento con la campaña “No te acerques”, dirigida principalmente a los turistas británicos de entre 18 y 35 años, que han adquirido fama de beber demasiado y acosar a los residentes. La ciudad también ha prohibido el consumo de marihuana en la calle y está tomando medidas para desalentar la venta de alcohol en la zona roja.
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