Tuesday 17 de September, 2024

POLíTICA | 09-09-2024 18:49

Milei: Analfabetismo y crueldad o revolución del amor

Como una novela distópica al estilo “1984” de Orwell, “Farenheit 451” de Ray Bradbury o uno de esos oscuros capítulos de “Black Mirror”, transita su noveno mes el gobierno de Milei.

La alteración de la verdad en modo orwelliano o la apelación a la ignorancia bradburyana son dos de los pilares sobre los que se asienta esta administración. Se suma la pedagogía de la crueldad, la cadena de malos tratos, la violencia verbal y el goce ante el sufrimiento ajeno. Algunos dirán que es una forma y que eso es lo de menos. Lo cierto es que la violencia en cualquiera de sus versiones promueve una sociedad del conflicto y mayor violencia. Ni que hablar cuando quien la
promueve es la máxima autoridad.

El gobierno es cruel. Más allá de cualquier intención de llevar adelante un plan, lo hace con este modo que conlleva la voluntad de causar daño o sufrimiento. La represión y medidas contra los jubilados, los anuncios festivos de despidos, el desfinanciamiento de la ciencia y la educación con narrativa despectiva hacia esos sectores, el embate a la industria como “vividora del campo”, los discursos de odio plagados de insultos y agresiones son algunas muestras de un peligroso goce ante las distintas formas de violencia o ante el sufrimiento ajeno. Con una extraña forma de empatizar con su núcleo electoral les envía un mensaje en clave mileísta: “la estás pasando mal pero mirá como los estoy haciendo sufrir a todos estos mandriles”. Entonces ese sufrimiento ajeno funciona como catarsis o forma de redención. A lo circo romano.

Sobre esa base de sentimientos negativos se mantiene la expectativa que las cosas van a mejorar. Los despidos, el aumento de la pobreza, el problema con las jubilaciones y los medicamentos, la caída de los salarios, los aumentos de servicios, el hambre de los niños, la caída de la actividad industrial, el achicamiento de la economía, la caída de la recaudación, el derrumbe de la construcción y de las ventas, los problemas para hacer frente a los vencimientos de la deuda no auguran nada bueno.

Lo que sí es cierto es que algunos se enriquecen mientras la sociedad empobrece y la economía se achica cada vez más. La idea de romper todo está dando resultados. Lo más relevante: la destrucción de lo que queda de la clase media y del aparato productivo, algo de lo que todavía quedaba en Argentina y había que trabajar para mejorar.

A toda esa “crueldad” se le suma el “analfabetismo”. A Milei le encanta adjudicarlo a sus críticos u oponentes, pero habla más de él que de aquellos. Veamos

-Analfabetismo por ignorancia de la historia: Realiza una particular interpretación de la historia negando hechos concretos de la historia argentina y mundial, o ignorándolos para intentar manipular esa historia y que encaje con su discurso decimonónico.

-Analfabetismo por dogmatismo, fundamentalismo y falsa racionalidad: Su interpretación de la historia (casi preindustrial) se torna contradictoria cuando después habla de su enemigo “invisible”: el comunismo, eso lo mezcla con su fundamentalismo religioso. Su conversión al judaísmo y su mirada de Guerra Fría, sea o no impostada, lo hacen tener un posicionamiento geopolítico que lo han llevado a cometer numerosos errores en política exterior.

-Analfabetismo por chamanismo, tarotismo y un amigo invisible: En su polémica con Cristina, habló de “chamanismo”. Nada más cercano a esta mirada y alejado de la evidencia científica que Milei. Un gobierno que toma decisiones avalado por el tarotismo, la consulta a Conan, y un terraplanismo que hasta niega el cambio climático.

-Analfabetismo por desconocimiento del Estado: La falta de profesionalismo y de gestión en el Estado está a la vista. En nueve meses, mas de 60 funcionarios renunciados, ausencia de gestión, crisis en las funciones esenciales, amontonamiento de ministerios en Capital Humano. Probablemente “no hacer nada” sea la intención. O destruirlo.

-Analfabetismo por barbarismo tecnocrático: Un gobierno unidireccional que piensa con lógica tecnocrática enfocado sólo en las finanzas, festejando esos pequeños logros financieros cuando el país real se derrumba a pesar de la baja de la inflación.

-Analfabetismo por “barbarie del especialismo”. Tal como sostenía Ortega y Gasset, “la barbarie del especialismo” hace que alguien por poseer un saber específico piensa que lo puede trasladar a todos los campos con éxito. Ya de por sí, a la dudosa solvencia intelectual en materia económica de Milei, la barbarie se extiende a todas las áreas del Estado.

Hasta acá lo que hay. La construcción de una nueva alternativa y la reparación del daño que deje este gobierno, más allá de un proyecto de país y un programa diferente de gestión, no surgirá con estos mismos métodos agresivos, crueles y conflictivos como piensan algunos. Será necesario recuperar los valores que sirvieron a la humanidad y a nuestro país para construir sociedad y progreso.

La cooperación y no el conflicto permanente son la clave para los avances y el desarrollo. A la crueldad, habrá que oponerle el amor y –por qué no-, la ternura en el trato. Al egoísmo, la empatía, ponerse en el lugar del otro que sufre. A la descalificación, oponer el respeto. Al individualismo, la solidaridad. A la improvisación, profesionalismo para gestionar el Estado. Y por supuesto, conductas personales intachables y liderazgos éticos creíbles. En síntesis, oponerle a la crueldad “una revolución ciudadana del amor”.

Para terminar, en esta historia de películas de héroes y villanos encontramos que a la Argentina de hoy podemos metaforizarla en la recordada “Gladiador” del año 2000. Al protagonista, lo interpreta Russel Crowe. Nuestro héroe debe pelear en la arena con bestias y otros luchadores, para regocijo del pueblo, oprimido por el imperio que recibe un poco de circo con violencia, sufrimiento y crueldad. Goza el público porque su vida de suplicio es compensada por el sufrimiento ajeno en la arena del Coliseo. El emperador Cómodo (Joaquin Phoenix) es poseedor de una extraordinaria crueldad, pero al mismo tiempo, tiene una devota obsesión con…su hermana, Lucrecia (Connie Nielsen). Como en todas las pelis de Hollywood de héroes y villanos; opresores y oprimidos los espectadores palpitamos ese final deseado. No los voy a spoilear por si no la vieron, pero el final es cantado.

(*) Guillermo Justo Chaves fue Jefe de Gabinete de la Cancillería argentina.

por Guillermo Justo Chaves

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