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CULTURA | 01-02-2018 02:04

Marcelo Toledo: el escultor contra la violencia

En la muestra “Matriz”, del Museo de Arte Popular José Hernández, diseña un capullo para incubar una vida sin maltrato.

"Hay una matriz donde todo nace, donde la vida encuentra su forma y donde podemos volver cada vez que necesitamos renacer", así define Fabiana Barreda, curadora de “Matriz”, la obra del artista Marcelo Toledo que hasta el 11 de marzo se exhibe en el Museo de Arte Popular José Hernández.

Toledo dio sus primeros pasos en el trabajo con metales a los 8 años, jugando con los cables que Entel descartaba, a los 12 se compró dos pinzas profesionales, y luego se consolidó como uno de los grandes orfebres argentinos. Hoy su proyecto es más ambicioso: apuesta a crear grandes obras en las que intenta "hacer vibrar al que está enfrente" y también hacerlo tomar conciencia frente a algunos problemas que afectan a todos.

La historia de su formación prosiguió en la universidad donde estudió Psicología. Pero la carrera no lo convenció y quiso probar otra cosa. Entonces se anotó en el Conservatorio de Arte Dramático. Finalmente, se quedó con la orfebrería.

“Matriz” es la segunda parte de una obra anterior -“Detrás de las paredes”- que nació inspirada en el movimiento Ni Una Menos. Allí, las cicatrices de mujeres que habían sido violentadas, tomaban la forma de una obra. “Como no quería quedarme sólo en la denuncia, pensé en un trabajo que hablara de la regeneración de lo sucedido”.

En “Matriz”, la memoria de la violencia se hace visible como un capullo.

En sus últimas obras, las mujeres se convirtieron en protagonistas. "No podría decir que la mujer es mi inspiración, pero hay algo que tiene que tocar una parte mía que me sensibiliza de una manera muy especial", reconoce el artista, que admira especialmente a Eva Duarte y Frida Kahlo.

“Quería que la exposición se inaugurara el 25 de noviembre, el Día Mundial de la No Violencia, pero nunca pensé que además iba a tener la posibilidad de tenerla en el Día de la Mujer (8 de marzo)”.

"Una obra es verdaderamente genuina cuando más se asemeja a su autor”, dice Toledo, y cree que "Matriz" se le parece. "Siento que desde mi arte estoy todo el tiempo gestando obra, dándole vida a un pedazo de metal". Pero también resalta la importancia de compartir lo que sabe. "Un día no pude ir a trabajar y tenía que terminar una obra. Le di instrucciones a un asistente de cómo hacerla y cuando la vi terminada pensé: 'aprendió'. Eso también es dar vida, dar un pedazo de lo que uno es, de lo que uno tiene y ha aprendido".

El proceso de la obra. “Matriz” mide 14 metros y a Toledo le llevó casi dos años terminarla. Cuando comenzó a instalarla en el museo, se dio cuenta de que la puerta de entrada medía apenas 80 centímetros. Entonces, cortó el capullo en pedacitos para volver a armarlo adentro. Sólo pensaba instalar seis tensores para sostener los 300 kilos de bronce que la conforman, pero terminaron siendo 32, cubiertos por la misma textura que el resto de la escultura. “El proceso no siempre es igual”, explica. Debajo, ubicó una instalación natural de tierra y plantas que pasa a regar todas las tardes. Por eso, no es raro encontrárselo en el museo, donde los visitantes hacen sus propias interpretaciones del capullo, sin saber que, posiblemente, el artista se encuentre a un lado escuchando “las cosas más remotas y disparatadas”. “Quiero transmitir algo, pero no se puede manejar lo que lográs en el otro”, reflexiona.

Como parte de la exposición, ubicó tres peceras a un costado de la sala, y en cada una colocó un gusano que va cambiando día a día. Uno ya desapareció transformado en mariposa. El tejido de bronce da forma a un gran capullo protector contra la violencia de género. Actua del mismo modo que el capullo de seda alrededor del gusano.

¿Qué sueña alcanzar Toledo de aquí en más como artista? “Todo lo que he logrado es sobre la base de esfuerzo. Si quiero estar en un museo tengo que trabajar para lograrlo”, comenta. Su obra “Detrás de las paredes” está programada para exhibirse del 10 al 25 de marzo en la Plaza de las Naciones Unidas, en Nueva York. También expondrá en Düsseldorf (Alemania) en noviembre y nuevamente en Nueva York en septiembre.

”Estoy muy contento. Es la primera vez que me siento satisfecho y pleno como artista”, concluye.

por Pilar González Jáuregui

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