El lector más joven debe saber que esta película en blanco y negro (y color), de tres horas, con “continuará” al final, sobre un grupo de ángeles que velan por los humanos en una Berlín gris, donde la cámara se mueve despacio y donde se habla muchísimo fue un éxito de público universal.
Revista hoy, esta película de Wim Wenders resulta una especie de oasis y un recuerdo de todo aquello que ya no se puede hacer (por urgencias, por histeria) en el cine. No deja de tener sus fallas (sí, se habla mucho y a veces no hace falta) pero aún así, la aparición del gran Peter Falk o la gracia de Bruno Ganz causan sonrisas en el espectador (no risas: esto no es precisamente una comedia, aunque decirle “drama” es demasiado). Más bien es un paseo físico y metafísico (no asuste la palabra) bello, de esos que podíamos darnos el lujo de tomar en tiempos menos urgentes.
Calificación: ****
Comentarios