***** Carlos Hugo Christensen fue el gran artesano noir de nuestro cine. Menos barroco que Daniel Tinayre (otro genio), logró con el melodrama y el film de suspenso cimas perfectas. Además de “Armiño Negro”, “Safo” o “Si muero antes de despertar”, su obra maestra es esta combinación de dos episodios, basados ambos en cuentos de Cornell Woolrich (William Irish, el mismo autor de “La ventana indiscreta”) donde el Mal, así con mayúsculas, es condenado por el destino. En la primera, un hombre trata de vengar el suicidio de su hermano; en la segunda –la mejor por su uso de la luz y de la sombra–, un criminal trata de aprovecharse de su propia madre ciega para huir de la ley, pero es la propia mujer quien hace justicia (y quizás lo salva, aunque de manera metafísica). De una sofisticación que hoy escasea en todo el cine, no solo argentino.
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