★★ No, nada que ver con esa cima del melodrama neorrealista del mismo título que llevaba a la pobre Ingrid Bergman a la desesperación y degradación por amor bajo la mirada de Roberto Rossellini. Lo que ayer fue un alambrado, hoy es un resort/retiro espiritual para gente de mucha tarasca en mano en la que una apesadumbrada pero sexy pero activa pero cuasi-promiscua señora holandesa (Elise Schaap, ampliamente visible) redescubre el sentido de la vida entre paisajes de ensueño y la metáfora simplona del volcán mediterráneo. Uno se viene preguntando desde hace mucho cómo es que se realizan estas películas a la manera de los chacinados, llenos de glamour y lugares comunes (y como el buen cantimpalo, grasa). “Hagamos una como Comer, rezar, amar”, dijo alguien.
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