**** (Cuatro estrellas)
Volvió la familia de empresarios predicadores, más ambiciosos y pecadores que en la primera, ahora que las reglas están claras y ya sabemos quién es quién.
Aunque no es totalmente desaforada (no estaría mal, de todos modos), tiene grandes gags y momentos de absurdo cómico que solo pueden tratar con credibilidad tipos como Danny McBride o -todos de pie- John Goodman, un actor que le sube cinco puntos a cualquier cosa en la que aparezca.
Lo bueno es cómo la serie le saca el jugo a lo que, a esta altura, son lugares comunes.
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