Saturday 7 de December, 2024

ECONOMíA | 22-08-2021 00:10

Amenazas al universo Pyme

Jaqueadas por la presión impositiva, regulaciones laborales y sin crédito, las pequeñas y medianas empresas se rebelan.

Esta semana, los astros parecieron alinearse para las empresas nacientes y globalizadas del universo tecnológico. Tiendanube obtuvo financiamiento en otra ronda de inversores por US$ 500 millones, llevando su valor de capitalización a casi US$3.000 millones. Otro tanto ocurrió con Ualá, la fintech que obtuvo US$350 millones. Con no más de una década de antigüedad, esta clase de empresas resultan más valiosas que otras centenarias, como YPF, que oscilaba entre US$3.200 y 3.300 millones según el cierre del día. Pero sería un error atribuir estos logros a una súbita bonanza del sector más castigado de las empresas en Argentina: las Pymes.

En primer lugar, estas “startups” (que hace rato dejaron de serlo) tienen algunos rasgos que las blindan contra los avatares de la economía argentina. Están diversificadas en su localización (no sólo en Argentina) y por lo tanto minimizan el riesgo país; ofrecen servicios globales en un mundo cada vez más interconectado y están en la cresta de la ola del conocimiento y la innovación tecnológica. Para el resto, que forman el 70% del empleo privado en la Argentina, la situación no puede ser más desalentadora. Según un estudio de la consultora Claves, en los últimos tres años, desaparecieron del mapa impositivo 42.000 empresas. En realidad, fuero casi 11.000 más porque esa fue la cantidad de “cuits” sin empleados que se crearon en el mismo lapso.

Estudio. “La intención no fue hacer un estudio sino tener actualizada la base de las empresas de Argentina. En Claves tenemos la base total de empresas por sector, zona gráfica y tamaño”, explica su director, Nelson Pérez Alonso. Lo primer que llamó la atención fue la baja en casi todos los segmentos según la cantidad de empleados que tiene cada empresa. De las 814.000 empresas en 2018 se pasó a las 772.000 actuales, una baja de poco más del 5% y sólo una suba, que es en el rubro “sin empleados”. Es que muchos microempresarios se auto emplearon, exhibiendo las dificultades que tienen las empresas pequeñas en contratar personal formalizado. Otra característica que apunta Pérez Alonso es la de la disparidad según el área geográfica: cuánto más pobre es una provincia, más sufrió la desaparición de empresas y también que hubo zonas de mayor dinamismo económico (como Neuquén) en que el fenómeno se amortiguó bastante.

Que haya menos empresas puede ser un indicador de dos fenómenos concurrentes: una mayor concentración de la economía y que la actividad económica haya socavado al eslabón más débil de la cadena productiva, que emplea al 70% del total del sector privado y contribuye con el 42% del PBI. “A pesar de su importancia para la producción y el trabajo, toda la legislación y las prácticas económicas van a contramano de lo que precisan los empresarios Pymes”, enfatiza Alejandro Bestani, director de Alimentos Inca y encargado del segmento Pyme de la COPAL, la poderosa rama de la industria de la alimentación. Bestani lidera un movimiento, el MONAPY que como bandera toma la consideración por parte de las estructuras del Estado de la importancia de las Pymes para el tejido social. “Hay varios frentes abiertos, pero sintetizando existe una legislación y una práctica pensad para una gran empresa cuando nuestra realidad es otra. El régimen laboral, el sistema tributario y el financiamiento disponible tanto de capital de trabajo como el general, no tiene nada que ver con lo que se precisa para producir y menos aún para crecer”, explica Bestani.

Apunta a una cifra que para él es concluyente:  las Pymes generan 42% del PBI y 65% del total del sector privado. El crédito para ellas, sin embargo, es solo del 1,75% del PBI, casi la quinta parte del magro 10% del PBI que se destina a las empresas en su conjunto. En Chile, por ejemplo, es del 110%. “Esto no está alineado con una política de lucha contra la pobreza en el que el empleo formal juega un rol clave”, concluye.

Imponiendo al capital. El otro flanco débil es el impositivo. Para el tributarista César Litvin, la presión impositiva sobre las empresas es enorme: mientras que los países de la OCDE gravan con el equivalente al 45% de los beneficios, en Brasil es del 65% y en nuestro país el porcentaje trepa al 106%. “Pero de todos los impuestos, el peor que recae sobre las Pymes es el de Ingresos Brutos, tanto su versión original provincial como la de las tasas municipales sobre ingresos que terminan siendo una sobretasa del provincial. Muy pocos países lo utilizan por los efectos negativos en cascada”, aclara. Las urgencias fiscales de las provincias las llevaron a concentrar un 70% de su recaudación tributaria en anticipos, retenciones y percepciones, “que generan saldo a su favor y que en un escenario inflacionario se va derritiendo y genera un ahogo financiero de las Pymes. No debería existir para no financiar al Estado a tasa cero con una inflación que ronda el 50% anual”, concluye.

Industria pujante. “La situación de las Pymes es de una inviabilidad total. Es imposible producir más, progresar, invertir, crear trabajo y crear nuevas empresas con el sistema como está y la industria del juicio trabajando a pleno”, afirma con seguridad Gustavo Lázzari, economista que dirige una empresa familiar de chacinados en Mataderos. Como orgulloso heredero de doña Lita, se muestra muy proactivo en las redes y además, desde que aceptó integrar una lista como precandidato a diputado nacional por la lista de CABA que encabeza Ricardo López Murphy. No es el único empresario Pyme que se decidió dar una batalla electoral: en la lista de Florencio Randazzo, aparece en segundo lugar la politóloga Carolina Castro, directora de Recursos Humanos de Industrias Guidi y prosecretaria de la Unión Industrial Argentina UIA).

Lázzari es enfático en cuanto al tipo de cambio que debería producirse y que, dice, tiene amplio consenso más allá de su pertenencia política: “el sistema no admite parches, precisa medidas simultáneas e integrales, en los tres niveles: impositivo, regulatorio y de régimen laboral porque es la única manera que existan más empresas y que las que estén tomen más gente con empleos formales”, explica.

“Sino hacemos eso, se consolidará la pobreza en el 50% y el país no tendrá futuro”, afirma convencido. Es que para el empresario Pyme, su trabajo es indisoluble del ámbito en el que desarrolla su actividad.

 

 

 

 

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Tristán Rodríguez Loredo

Tristán Rodríguez Loredo

Editor de Economía.

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