Friday 29 de March, 2024

ECONOMíA | 08-08-2021 00:10

La brecha entre los diferentes dólares del mercado en la mira

Las restricciones al comercio cambiario convirtieron a la diferencia de cotización del dólar en el termómetro de la economía.

El reciente fallecimiento del exministro Juan Vital Sourrouille pareció traer a la memoria una etiqueta: el plan Primavera. Más que un bálsamo para lograr contener la ansiedad de los mercados, parecería ser un relato acuñado por la maquinaria de campaña opositora ya que dicho plan fue puesto en marcha en 1988 por el economista para contener los desequilibrios monetarios y poder llegar a las elecciones de mayo del año siguiente con todo bajo control. El final de la historia, que obviamente el Gobierno quiere evitar a toda costa, fue el de la estampida del dólar, el comienzo del brote hiperinflacionario y la derrota en las urnas que incluyó la “resignación” del cargo por parte de Alfonsín cinco meses antes.

Escenarios. El contexto no es el mismo y las condiciones bajo las cuales el equipo económico está reformulando su esquema de transición (que resiste, con razón, la denominación de “plan”) son más favorables: precio muy alto de los productos de exportación que aumentó a nivel récord las liquidaciones de divisas en 2021, control del gasto público durante el primer semestre del año y un virtual desdoblamiento cambiario que ofrece una pequeña válvula de escape para descomprimir la presión de demanda. Tampoco el marco político es lo mismo: las elecciones de este año son legislativas pero la memoria colectiva acumula algunos lastres que no estaban en las vísperas de la híper del ´89. Y en el ámbito internacional, hay liquidez en el mercado financiero global, un contexto regional de más estabilidad y con menos margen de error para el ensayo y error. Lo que sí une aquel intento por planear hasta las elecciones y este rompecabezas que arma Martín Guzmán y sus pares en las otras dependencias con injerencia económica, es uno de los termómetros que marca la temperatura de la política argentina: el dólar.

Tomando nota de este rasgo cultural, difícil de erradicar, el Gobierno optó por una receta clásica en la historia argentina: introducir restricciones en formato de cepo, letra chica en las condiciones de acceso al mercado, impuestos y todo lo que esté a su alcance para que no exista más “un” dólar sino varios. Cada producto de exportación tiene el suyo, cada tipo de gasto se liquida a valores diferentes y además de esta restricción cuantitativa existen otras no escritas que implican colas y demoras en obtener los dólares para desincentivar la demanda de divisas para importación o en un caso más aventurado, para el pago de obligaciones de deuda con el exterior.

El establecimiento de un precio de referencia nominal, bajo el cual se referencian las importaciones y las exportaciones (neteándole los impuestos correspondientes en cada caso) forzaron la aparición de la brecha cambiaria como un actor decisivo. Pero también desnudaron otra realidad: la única forma de obtener más divisas es en la balanza comercial (exportaciones menos importaciones).

Restricciones. Como la planilla Excel resiste todo, sólo cabe señalar que aceptar este condicionamiento hace crujir parte del esquema bajo el que se desarrolla este plan “llegar”. Choca con el cierre de algunas exportaciones, como ocurrió en mayo con las de carne a los destinos que no tenían cuotas. También, con la permanencia de retenciones como recurso habitual y las trabas en las importaciones que alteran la cadena de producción de las exportaciones. Pero podríamos agregar las dificultades de financiamiento de exportaciones, la traba para el giro de utilidades a los inversores (sin las cuales no hay nuevo flujo de capitales productivos externos) y, lo mas lento y trabajoso, competir por conseguir y mantener mercados.  El sesgo anti exportador de la política económica argentina del manual de emergencias macroeconómicas conspira contra esta única vía de conseguir la ampliación del margen de maniobra monetario y cambiario. Pero ese es un interrogante que la política deberá responder con los resultados electorales y la nueva composición del Congreso sobre la mesa. En la Argentina 2021 eso es largo plazo, pero en el que, a diferencia de la sentencia de John Keynes, no estaremos todos muertos. Pero por ahora, la preocupación de operadores financieros, Gobierno y actores económicos es saber si todo estará bajo cierto grado de control hasta fin de año. “La brecha es un indicador del fuerte problema del sector externo en Argentina”, subraya Diana Mondino, profesora de la UCEMA. Lo atribuye a que hay poca entrada de dólares por tener exportaciones estranguladas y a una gran demanda de dólares para importaciones, necesidad de pagos al exterior y demanda de dólares para ahorro. “En realidad, el verdadero precio del dólar es “al que se consigue” y no el que se anota”, agrega.

Perspectivas. Para Camilo Tiscornia, socio de C&T Asesores Económicos, la amenaza al esquema impuesto es el que se produjera una falta de ingreso de dólares al mercado oficial, ya sea porque bajan el precio de los commodities o por factores climáticos, como ocurre justo ahora con la bajante récord del Río Paraná que obliga a buscar alternativas de carga.  “Como señal de alerta, que quizás es sólo temporal, el Banco Central tuvo que vender más dólares a fin de julio y, además, el tema electoral complica todo por la volatilidad de los mercados”, argumenta. A su juicio, también hay que monitorear por su impacto sobre la actividad económica y la recaudación la evolución del Covid. Pero, sobre todo, la emisión para financiar el déficit fiscal, que termina generando más demanda en el mercado cambiario.

Tal como lo señaló Jorge Vasconcelos, economista Jefe de IERAL en su último informe económico, las autoridades se proponen “generar un fuerte impulso fiscal de cara al segundo semestre” pero también remarca que por falta de instrumentos hace que se acelere la emisión monetaria de origen fiscal: en julio alcanzó los casi $ 160 mil millones, “cuadruplicando el promedio mensual del primer semestre, que había sido de $41,3 mil millones”, concluye. Con estas cifras, adiós a la utopía de la inflación del 29% del Presupuesto y bienvenida la meta, dificultosa, de lograr un 3% mensual en este trimestre.

Por eso, más que mirar el precio del dólar en sí mismo, los analistas siguen de cerca el porcentaje de la brecha cambiaria, un indicador más elocuente de la desconfianza por la sustentabilidad de un “plan” que tiene objetivos inmediatos pero que, a la luz de los desequilibrios de base que arrastra la economía argentina, suenan ambiciosos.

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Tristán Rodríguez Loredo

Tristán Rodríguez Loredo

Editor de Economía.

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