La pizza más cara del mundo, sin lugar a dudas se negoció en mayo de 2010: se pagaron 10.000 bitcoins por dos grandes de mozzarella y, probablemente, con pepperoni, según el típico gusto ítalo-norteamericano de Papa John’s. Hoy cada pizza cuesta US$ 13 pero el bitcoin cotiza en alrededor de US$ 35.000.
¿Cómo puede un activo, aún naciente, crecer tantas veces en poco más de una década? En el último año, el bitcoin creció 300% y en el último mes, 53%. ¿Estamos frente a una burbuja o es un reflejo del cisne negro de la pandemia? Para Warren Buffet, el gran gurú de Wall Street, las criptomonedas no tienen valor porque, sencillamente, “no producen nada”. Lo ve como un juego de iniciados con el portafolio ajeno, sabiendo que algo ganarán. En cambio, para Marcos Galperin, el fundador de Mercado Libre, el rol del bitcoin será el de sustituto de algunos activos patrón, como el oro, pero lo ve poco viable como moneda de cambio. Mientras la discusión entre los peces gordos de los activos mundiales continúa, las fluctuaciones de la cotización del bitcoin parecen darle la razón a uno u otro grupo, según las expectativas que le han puesto.
Qué son las criptomonedas
Conceptualmente, las criptomonedas son una herramienta de intercambio de valor digital que utilizan técnicas de criptografía para seguridad. Si bien se cuentan 8.265 que se negocian en más de 34.000 mercados de todo el mundo, el bitcoin representa casi las dos terceras partes del stock total.
Como uno de los argumentos clave a la hora de promover el paradigma de las criptomonedas es la megaemisión de las monedas “Fiat” supuestamente más duras, como el dólar o el euro, especialmente luego de la crisis financiera de 2008-2009, muchas contienen cláusulas estrictas acerca de los límites a la generación de nueva “moneda”. Como en toda moneda, la liquidez es clave. Y eso es lo que vino aumentando junto con su cotización en los últimos años. El boom de diciembre en Argentina vino a coronar una trayectoria silenciosa en que fue ganando lugar en las carteras de los inversores en un círculo virtuoso en que el crecimiento del mercado derribaba una barrera importante. Al garantizar un mercado fluido y más estable, el tipo de inversor fue cambiando: del libertario inicial, que respaldaba su creencia antiestado, se pasó al más conservador que apuesta a largo plazo con un poco de su cartera.
La comercialización depende de cada una. En BTC, por ejemplo, las nuevas emisiones se les dan a los “mineros” para mantener a la red segura. Es una retribución y ellos son los que la venden en algunos mercados o en “peer 2 peer” (persona a persona), con comisiones que van del 0.5% al 1% según el caso.
El inicio de las monedas digitales
Eduardo del Pino, fundador y CEO de BITEX, fue uno de los que arrancó en la Argentina con la comercialización de bitcoins. “Empecé a leer en abril de 2013 sobre el tema, vi su potencial y a comprar los primeros BTC. Me pareció un mercado muy interesante pero también con muchísimos problemas legales, de cumplimiento y liquidez”, recuerda. Más tarde, hablando con el grupo proveedor de las criptomonedas e intercambiando ideas para brindar liquidez, se terminaron asociando.
Desde su experiencia, Del Pino cuenta que en general, los inversores buscan una seguridad mayor en el largo plazo que los activos tradicionales no le otorgan. Lo que empezó como una exposición marginal de su cartera, fue creciendo a medida que el mercado ganaba en madurez y su performance atraía interesados. El titular de Bitex calcula que hubo 2 millones de argentinos que ya tuvieron bitcoin en un mercado que funciona las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Otra de las cuestiones que el mercado deberá resolver es su estatus legal y su tratamiento impositivo. Las empresas pueden adquirirlas a modo de inversión para diversificar su riesgo, pero todavía no hay legislación federal uniforme en los Estados Unidos. A fin de año surgió un litigio entre la FED (análoga al Banco Central) con la empresa Ripple por la venta irregular de un stock de XRP Ledge. Un posible caso testigo. En esta corta vida de las criptomonedas todavía hay incertidumbre sobre el futuro y certezas sobre su presente, especialmente lo que nunca podrá cumplir. No es una moneda transaccional corriente. Tiene liquidez, pero no es una inversión de corto plazo por las fluctuaciones del mercado. No es un activo maduro como para una tenencia mayoritaria en una cartera conservadora.
Algunos ven el contexto de una emisión global récord por la pandemia y la consecuente explosión en la cotización de 2020 como el momento bisagra para convertirse en un refugio de largo plazo para la diversificación sutil de las carteras. Los argentinos, expertos en tsunamis monetarios, podríamos proyectar que, para el ahorro de largo plazo, habrá algún futuro para las criptomonedas.
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