Thursday 9 de May, 2024

ECONOMíA | 26-07-2023 06:24

En cámara lenta

El impacto de la sequía ralentizó la economía, vació las reservas y proyecta un semestre más aliviado, pero sin dólares.

En medio del tire y afloje con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para postergar una devaluación del tipo de cambio oficial o si no fuera posible, al menos camuflarla, hay datos que iluminan la oscuridad. Las malas noticias no son tan malas ni tan sorpresivas. Es más: considerando que la sequía (la fase final de un ciclo de tres años de La Niña) erosionó en US$20.000 millones el debilitado flanco externo, Sergio Massa en su doble rol de ministro de Economía y candidato de la coalición gobernante desde 20190 podría atribuirse un éxito. Pero en realidad, lo que pudo hacer es pausar la caída que semejante shock inevitablemente terminará produciendo en la actividad económica.

Las cifras. La última medición del INDEC arrojó que el estimador mensual de actividad económica (EMAE) cayó en mayo 5,5% interanual, con una baja de 0,1% con respecto al mes de abril. El economista Esteban Domecq destaca en el último informe de su consultora Invecq que “la actividad empieza a mostrar signos de agotamiento cada vez más claros: en mayo se contrajeron tanto la construcción como la industria, adelantando lo que será la segunda caída consecutiva de la actividad general”. Y se pregunta qué esperar hacia adelante: “una mayor recesión, con heterogeneidades a nivel sectorial”, pronostica.

La explicación de ese freno se dirige al último evento bien visible: la sequía. Pero no fue más que un empujón a una economía que se jactaba de estar condenada al éxito al borde de un barranco. No pudo, no quiso o no supo acumular reservas como sí lo hicieron los demás países de la región, para afrontar las inclemencias que ya venían avisando durante dos años seguidos. De hecho, la campaña anterior produjo un monto récord de exportaciones, pero con una producción menor, en parte gracias a los excelentes precios de los commodities que trajo la guerra en Ucrania.

Según los datos publicados esta semana por el INDEC, las exportaciones en junio cayeron un -35,4% interanual, mientras que las importaciones lo hicieron en un -17,2%. La balanza comercial terminó también con un rojo de US$1.727 millones, el peor resultado para ese mes desde que se registra. Y el saldo del primer semestre fue de -US$4.400, el peor desde 2018.

Dólares, se buscan. La contrapartida de esta sangría es la situación de extrema debilidad de las reservas. La publicación periódica del Banco Central indica sólo las reservas brutas, en las que cuenta acreencias y pasivos. Una mala praxis informativa porque lo que cuenta es el saldo. Invecq las estima en US$-7.409 millones las netas aplicando la metodología del FMI y, un escalón debajo todavía, en US$-11.803 millones las líquidas para el 17 de julio. Un rojo imposible de sostener si una red de contención que es lo que el ministro Massa negocia hace tiempo en Washington (con el Fondo) y en Beijing, para obtener yuanes que amortigüen el faltante y no impacten tanto el nivel de actividad por falta de insumos.

Para Sebastián Menescaldi, director Asociado de Eco Go, hasta ahora esta caída del nivel de actividad es mucho menor a la esperada. “Massa estuvo sosteniendo la actividad, permitiendo muchas más importaciones de las que permitía la disponibilidad de dólares. La contracara fue la caída de casi US$20.000 millones en las reservas (brutas), desde el fin del año pasado hasta ahora” explica. En esta línea, lo que se logró fue compensar la fortísima caída en los ingresos por exportaciones agropecuarias por el efecto de la sequía y lograr sostener relativamente bien la actividad económica que “sólo” caería durante este año -1,3%. Pero no se podrá repetir la misma secuencia en el segundo semestre porque las reservas hace rato se agotaron y es esperable un recorte en la única variable que queda que: el volumen de importaciones (más cepo).

Además, como el impacto de la (mala) cosecha estuvo concentrado en el segundo trimestre, se supone que ya en el tercero en curso, se diluye y empieza a arrojar cifras positivas en la comparación interanual. Así y todo, en Eco Go estiman que como el resto de la economía pudo crecer al 1% anual, el suspenso será el cálculo final de cuánto afectará la otra sequía, la de divisas para financiar las importaciones para la cadena industrial en el resto del año. Proyectan que el año cerrará con una caída del ingreso del PBI del 3% total.

Por su parte, la estimación de Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, también coincide que lo peor fue el segundo trimestre (abril-junio) porque la caída mes contra mes dio en abril -1,8% y en mayo sólo -0,1% y proyecta una caída final de 2% en el PBI.

Efecto urna. Sin embargo, el economista estima que la combinación de más incertidumbre por definiciones políticas y la dificultad para importar, volverá a afectar la actividad económica en la segunda parte del año. “Creo que la performance de la economía terminará siendo bastante floja y al menos, mínimamente estancada pero que se podría agravar si ocurriese algún problema financiero después de las elecciones que, aunque no parece lo más probable tampoco habría que descartar”, anticipa. Tiscornia pone como hito en este camino el resultado de las PASO “Estamos viendo a nivel financiero que hay especulación de que pueda ganar la oposición y eso, en este plano, viene jugando a favor, pero si el resultado es impredecible, aparece otro escenario político con más chances para el candidato oficialista en una hipotética segunda vuelta que podría generar una desestabilización financiera”, detalla.

Las elecciones juegan su partido, además de en la cotización del dólar, un clásico termómetro para la percepción social y en la actividad económica, en el empleo. Menescaldi observa que en el corto plazo viene habiendo mucha creación de empleos, pero de carácter temporario o con baja cantidad de horas que permitió bajar el desempleo a valores mínimos. Pero si existe algún resquemor económico podría llegar a verse afectado, aunque menos que los eventuales cambios estructurales que un próximo gobierno decida impulsar. “Lo que sí se aprecia es que coexiste este alto nivel de ocupación con una baja en los ingresos que es compensado, justamente, con changas u otros miembros del núcleo familiar aportando tareas a tiempo parcial”, evalúa el director de Eco Go.

Una combinación de muchísimos factores que terminarán por delinear un escenario en el cual la economía terminará jugando sus últimos instantes antes que las cartas se pongan sobre la mesa. Ese ya será otro partido.

 

 

 

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Tristán Rodríguez Loredo

Tristán Rodríguez Loredo

Editor de Economía.

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