Hace más de diez años me dedico a la docencia universitaria dentro del ámbito privado, y cada vez se vuelve más frecuente entre los alumnos a los que acompaño esa extraña sensación de haber aprobado un examen con buena nota para darse cuenta al poco tiempo de que no se acuerdan prácticamente de ningún contenido estudiado. Incluso es normal encontrarme con exalumnos dando sus primeros pasos en la vida profesional como arquitectos, sumergidos en la situación de no poder aplicar lo estudiado para resolver un problema específico que se les presenta.
Esto es porque estudiamos las materias de la carrera para aprobarlas y no para aprenderlas. Los alumnos se esfuerzan para pasar los exámenes, pero sufren en la vida real cuando se enfrentan a situaciones con alguna variación. El verdadero problema de esta cuestión no se encuentra en los alumnos y, por lo general, ni siquiera es de los profesores que les enseñan; desde mi experiencia, considero que la cuestión radica en el modelo educativo.
El sistema educativo actual es un sistema basado en calificar, medir y clasificar los supuestos conocimientos de los futuros profesionales según sus notas. Notas que muchas veces no reflejan lo que realmente han aprendido y que mucho menos reflejan sus capacidades. Esta trampa, lejos de impulsar sus aprendizajes, fomenta la competitividad y centra la atención en la calificación, alejándolos del proceso de aprendizaje.
Aprender supone explorar, descubrir y, sobre todo, crear un contenido, hacerlo nuestro y adquirir la competencia que nos hace ser capaces de aplicarlo. Aprender implica un proceso de desarrollo personal, un proceso interno de búsqueda de significado y de creación de nuevas conexiones. El verdadero y único aprendizaje no se olvida: se comprende y pasa a formar parte de la persona. Aprender o no aprender depende de nosotros. Es nuestra responsabilidad.
Es por esto que el desafío como docentes es acompañar a los alumnos a pensar de maneras diferentes, a desafiar nuevas inteligencias, y para eso es necesario que dejemos de darles respuestas para memorizar y les demos situaciones para resolver. Ningún alumno va a desarrollar su creatividad o a pensar de manera crítica si solo se le pide que repita un concepto o una fórmula de memoria.
Y esto me lleva a una frase que leí hace tiempo: “Estudiamos para un examen, aprendemos para la vida”. Si el objetivo de estudiar está puesto en aprobar un examen, utilizarás ese conocimiento una sola vez. Lo que aprendas, en cambio, te va a servir a lo largo de toda la vida profesional.
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por CEDOC
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