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EMPRESAS | 01-04-2023 00:41

La ilusión del litio: entre el boom y la burbuja

El auge de la demanda de litio para baterías eléctricas no muestra una tendencia estable.

La pregunta se vuelve más insistente a medida que aparecen las fórmulas mágicas para salir del estancamiento gracias a un elemento. ¿Nos salvamos con el litio? En la medida en que se aprecia una suerte de “fiebre del oro” con este recurso natural, vale la pena repasar un poco los determinantes de su precio a largo plazo. Precisamente, escapando de la coyuntura, entre otras cosas, porque predecir el precio de un commodity en el corto plazo es una tarea bastante arriesgada, dado los diferentes procesos subyacentes que lo determinan. Por otro lado, a los efectos de la planificación de inversiones empresariales y del desarrollo de los países, es una tarea clave encontrar tendencias en los factores más estructurales que determinan su valor. ¿Qué es lo que se ve en el litio?

Alzas y bajas. Desde el último trimestre de 2020 hasta noviembre de 2022, los valores del litio aumentaron más de 15 veces, en un salto difícil de encontrar en otros commodities. Pero tal vez lo más interesante es que en los últimos cuatro meses, el precio perdió alrededor de la mitad de lo que había ganado en ese lapso explosivo. ¿Qué está pasando? En esta volatilidad hay fenómenos de corto plazo, pero ya empiezan a jugar tendencias de largo plazo que conviene repasar.

En el corazón de la demanda de litio se encuentra la transición de vehículos de combustión interna a de propulsión eléctrica. ¿Cómo se está dando este fenómeno? Podemos ubicar el año 2017 como el pico de ventas anuales de vehículos tradicionales, con un total de alrededor de 86 millones de unidades vendidas en todo el mundo, a lo que se agregó otro millón de vehículos eléctricos. Desde entonces, las ventas vienen cayendo de la mano del crecimiento de los vehículos eléctricos. Durante 2022 se vendieron 69,5 millones de unidades de vehículos a combustión interna pero ya casi 11 millones de vehículos eléctricos, aumentando “apenas” 4 millones sobre las ventas del 2021. Si la tendencia de sustitución fuese estable, tendríamos varios años con crecimiento sostenido empujado por este proceso de sustitución. Agotado el mismo, el tirón de la demanda de baterías vendrá empujado mayoritariamente por el reemplazo de baterías que se van a ir agotando.

¿Por qué, con una demanda que crece tan sólidamente, se fueron derrumbando los precios? Según Bloomberg, entre los múltiples factores de corto plazo, durante 2022 se dio un aumento más débil en el crecimiento de ventas (especialmente en el mercado chino), apaciguando las expectativas de precios. Pero esto sería insuficiente para explicar la variación, y es necesario tener en cuenta consideraciones de oferta.

Por el lado de la oferta, mientras que países como Chile o Argentina se afianzan como proveedores dominantes, crecen las inversiones en África. Para entender la tendencia de largo plazo, es necesario estimar las tasas de aumento de demanda y de oferta. Según Goldman Sachs, hasta el 2025, la oferta crecerá un 34% anual, mientras que la demanda lo hará al 25%, anticipando que las presiones a la baja se sostendrían unos años.

Lecciones. ¿Podemos anticipar que el litio tocó su techo? No, ya que perfectamente puede pasar que los autos eléctricos aceleren su proceso de sustitución de los vehículos de combustión interna o que los proyectos de litio en marcha tengan problemas en los primeros años de funcionamiento. Pero también podemos imaginar más tendencias a la baja, producto de mejoras en tecnologías sustitutas como el hidrógeno, o innovaciones en otros materiales para baterías, como el grafeno.

Sin embargo, estos cambios de los últimos meses nos dejan algunas lecciones, especialmente para el crecimiento del país y para poner en perspectiva un excesivo optimismo sobre su impacto en el desarrollo nacional y una cierta recurrencia a pensar que nos salvamos, esta vez con el litio, como si fuese un proceso mágico o automático.

La primera lección es que los recursos naturales no son oportunidades eternas, sino que deben aprovecharse en el momento en que se presentan. Hablamos de ventanas que los países con ese recurso natural pueden aprovechar mucho, poco, o dejar pasar.

La segunda es que, incluso en un commodity tan "caliente" como el litio, sus precios tendrán enormes oscilaciones. Por tanto, sería enormemente irresponsable estimar los ingresos fiscales proyectando sólo los precios máximos en lugar de tomar los promedios acotados.

La tercera lección es entender que, si queremos ser una nación proveedora de materias primas a gran escala, debemos ser enormemente eficientes en nuestras cadenas de suministro. Cuando los precios se derrumban, las primeras operaciones en cerrar son las más ineficientes. Por eso, por más que tengamos enormes productividades naturales en muchos sectores, no podemos obviar la agenda de eficiencia logística.

Finalmente, en la medida en que los productos primarios sigan siendo una fuente esencial de ingresos nacionales, es necesario construir fondos anticíclicos. Esto es un desafío importante en un país donde la dirigencia política es altamente proclive a rifar el largo plazo con tal de salvar una elección.

Para que un fondo de este tipo sea creíble (como los establecidos en Chile por el cobre o en Noruega con la renta de la explotación del petróleo, por ejemplo), se requiere el establecimiento de mecanismos institucionales muy restrictivos.

El litio es una formidable oportunidad para Argentina y varios países de la región. Pero aprovecharla adecuadamente requerirá simultáneamente un trabajo serio y coordinado entre sectores y el estado. Un tipo de trabajo que tenemos que aprender a realizar.

 

# Roberto Vassolo es profesor de Economía e investigador del IAE Business School.

por Roberto Vassolo

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