El mercado mundial del libro es un negocio de más de US$140 mil millones, que se estima que seguirá en aumento para alcanzar US$165 mil millones a comienzos de la próxima década. En la Argentina, por la crisis económica, el panorama es distinto. Este año las ventas hasta el mes de mayo cayeron un 30% y luego empezó una leve recuperación.
Para alentar las compras hubo varias iniciativas, pero no solo se debería apuntar al marketing sino a acciones que logren que los lectores se acerquen a los libros de un modo más fácil y lúdico.
Con la nueva edición de la Noche de las Librerías en la ciudad de Buenos Aires se alentó la venta. Miles de personas participaron en la avenida Corrientes y en otras zonas.
Es una buena iniciativa para promover el libro, si va acompañada de experiencias que busquen precisamente alentar la lectura.
En esta oportunidad hubo interesantes presentaciones, entre ellas la de la Fundación Borges, con un recorrido por los textos del autor de “Fervor de Buenos Aires” referidos a la ciudad, con lecturas de Lucas Adur, Claudio Gallardou y Paloma Contreras, y con videos de “Seres imaginarios de Borges”, con estos títulos: “El general Quiroga va en coche al muere”, “Fundación mítica de Buenos Aires”, y “La muerte y la brújula” (están, junto con muchos más, con acceso gratuito en seresfantasticos.com).
Seres Imaginarios es un proyecto que se realiza desde 2017 en el marco de Mecenazgo de CABA, una iniciativa para promover la lectura, con publicaciones impresas y digitales, y más de 80 videos, con relatos de Borges, leídos por María Kodama y personalidades de la cultura, ilustrados por Mariana Bendersky y otros, con actividades para trabajar con estudiantes, guiados por docentes o padres, para que se animen a hacer narraciones o dibujos.
En ese sentido es bueno realizar y apoyar proyectos que faciliten el acceso a las creaciones, con experiencias concretas, como la que protagonizó el propio Borges cuando fue invitado por el profesor de Literatura Jorge Bergoglio SJ, a una escuela de la provincia de Santa Fe, para estimular a los jóvenes a que escriban. Fruto de esa actividad es un libro, “Cuentos originales”, que el autor de “El Aleph” prologó, que hoy está en la Biblioteca Personal del Papa Francisco, con prólogo del Pontífice, con las narraciones que hicieron sus alumnos.
Desde hace años me propuse reeditarlo, con la colaboración del compilador Jorge Milia (exalumno de Bergoglio), pero no encontré quien lo quisiera hacer. Finalmente, luego de una conversación con el director del Instituto Cervantes de España, el genial poeta y catedrático Luis García Montero, esa institución decidió publicarlo pronto, con un nuevo texto del Papa.
Es un buen ejemplo de lo que se puede lograr cuando se busca que se produzca ese feliz encuentro entre lectores y escritores.
Jorge Luis Borges imaginaba el paraíso como una forma de biblioteca. En “La biblioteca de Borges” (Paripé Books) escribí sobre esas obras que ese escritor conservó hasta el fin de sus días, que hoy están en la Fundación Borges, que le causaban tanta felicidad.
El destacó que fue mereciendo amistades escritas que lo honraban, se sentía cerca de esos escritores que leía, y en algún caso para él leerlos era como conversar con un cordial fantasma.
La felicidad la encontró en los libros de Thomas De Quincey, de quien escribe: “A nadie debo tantas horas de felicidad personal”, de Enoch A. Bennett, de quien resalta las muchas felicidades que en su libro “Enterrado en vida” nos aguardan, de José María Eça Queiroz, porque “la mente del lector hospeda con alegría esa imposible fábula” de “El Mandarín”, de Montaigne, Sir Thomas Browne o Stevenson, ya que descubrirlos “es una de las perdurables felicidades que puede deparar la literatura”, de Henry James, que ensayó con “suma felicidad la novela y el cuento”, Jean Cocteau, que conoció la misteriosa poesía y “la ejerció con felicidad”, “La Eneida”, que cita como el extenso poema limado, línea por línea, con esa cuidadosa felicidad que advirtió Petronio, en las composiciones de Horacio, Voltaire, a quien nunca abandonó la felicidad de escribir, Emerson, que era, pese a una infección pulmonar, “instintivamente feliz”, y Lawrence de Arabia, de quien señala el “placer del ejercicio literario”, por citar solo algunos ejemplos.
Seguramente esa felicidad es la que también experimentaron las miles de personas que poblaron calles y librerías en la Noche de las Librerías.
*Fernando Flores Maio es sociólogo, periodista, escritor y vicepresidente de la Fundación Borges.
por Fernando Flores Maio
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