La fintech Binance y Mastercard se asociaron recientemente para emitir una tarjeta de consumo prepaga en Brasil, permitiéndoles realizar pagos y transacciones, utilizando para ello sus activos en 13 criptomonedas, incluidas Bitcoin, Etherum y Binance USD.
Sin embargo, no es una novedad: en Argentina fue el primer país latinoamericano que puso en funcionamiento esta herramienta en agosto pasado. Además, existen las experiencias de LemonCash, Buenbit y Belo. También en el Espacio Económico Europeo, se lanzó una oferta similar a la que mencionamos. Pero lo que sí es relevante es que en Brasil el 49 % de los consumidores locales reconoce haber realizado al menos una transacción con criptomonedas en los últimos 12 meses, frente al 41 % del promedio mundial.
Así, con consumidores con una propensión al uso de criptomonedas mayor a la media mundial, en un mercado del tamaño del de Brasil y el impulso que una tarjeta prepaga como Mastercard de amplia penetración en el nivel socioeconómico de consumo medio y bajo, el uso y por tanto la aceptación de las criptomonedas como medio de pago y reserva de valor, experimentará un fuerte impulso.
El origen. La tarjeta de crédito nació en 1950, en Nueva York, inventada por Frank McNamara y Ralph Schneider. Existen antecedentes en Estados Unidos, cuando Western Union, en 1914, otorgaba una línea de crédito sin cobrar intereses a clientes seleccionados, para que realicen transacciones en sus oficinas y les entregaba sin costos, una tarjeta de cartón para su identificación y control del crédito otorgado, que era una línea individual, gratuita, para cada cliente elegido. En estos casos, la confianza que merecía el cliente le facilitaba el acceso al crédito de consumo.
Las tarjetas de compra, a su vez, son una evolución de las tarjetas de crédito, que permiten comprar a quien no posee consigo en el momento en que desea realizar la transacción, papel moneda (restricción fáctica), ni es merecedor de crédito comercial o bancario (restricción financiera).
Las tarjetas de compra (o prepagas), de gran penetración en Uruguay (como los casos exitosos de Midinero y Prex), ya están instaladas en este mercado, al igual que años atrás se consolidó en Argentina Tarjeta Naranja y recientemente MercadoPago.
Como una reversión de la historia, en el caso de Prex Uruguay, la propia tarjeta de compra, que opera con fondos depositados por su titular y tras analizar el perfil de consumo del usuario, a su solicitud, le puede otorgar un cupo de crédito para consumo.
Como innovación para el mercado de Uruguay, Prex permite comprar, vender, atesorar y hacer transacciones utilizando nueve critptomonedas. Por lo tanto, no es innovadora la propuesta que comentamos al principio de Brasil; pero sí su posible impacto sobre la demanda, atesoramiento y utilización como medio de pago en la región, de estos activos cripto.
Hay una manifiesta mayor aceptación, en la vida ordinaria, de diversas criptomonedas. Así, más allá del quiebre en las tendencias de euforia que causó el colapso de FTX en 2022 y la brusca pérdida de activos experimentada por Binance a comienzos de 2023, las criptomonedas van experimentando una consolidación en su demanda y uso. Incluso, la aceptación por parte del Fisco de la Provincia de Mendoza, como medio de pago para la cancelación de obligaciones tributarias, fortalece esa tendencia.
Como conclusión, es previsible que en 2023, en la región se potenciará el uso de las criptomonedas, por distintos factores, entre los que se destacan las restricciones cambiarias locales, la volatilidad de algunas monedas y la falta de crédito accesible para el consumo y para la inversión.
Por ello, si se incrementa la utilización de criptomonedas como medio de pago y como depósito de valor, el paso inmediatamente posterior será su utilización como unidad de cuenta y la consecuente presupuestación empresaria en este tipo de activos. Esto no acontecerá en el corto plazo; pero es sin duda el futuro a venir. Queda pendiente en esta instancia, la formalización de mercados que generen mayor certeza y menor volatilidad de precios a cada una de las criptonomedas.
Sin llegar a estar a favor de las regulaciones, en este caso, la inexistencia total de reglas hace que no hayan mercados para el medio y largo plazo, que generen confianza para la inversión genuina. Por ello, sin abogar por regulaciones extremas que resten iniciativa a los agentes privados, el siguiente paso, para la consolidación del uso de las criptomonedas, es que se adapten las buenas normas existentes que potencian las leyes del mercado, o se sancionen otras pocas y buenas, para formalizar un mercado que poco a poco deje de ser informal y meramente especulativo.
En este avance hacia el uso más generalizado de criptomonedas, el impacto que producirá el producto que ofertan Binance y MasterCard en Brasil dará un impulso mayor. Quedarse atrás de los hechos es tan nocivo como manejarse con principismos binarios: aún los amantes de la libertad y del libre juego de las fuerzas del mercado en las economías dinámicas, saben que deben existir pocas reglas de juego claras para que los agentes económicos, asumiendo riesgos, generen legítimas utilidades y que las mismas estén protegidas.
El avance, la innovación y la actividad productiva, requieren un ecosistema económico confiable. Si la tendencia al mayor uso de las criptomonedas no está acompañada por la creación o adaptación de reglas claras de juego, se corre el riesgo que, ante una corrida, una bancarrota (por ejemplo, como fue la caída del FTX) o una crisis en el sector, propias del riesgo empresarial y de las distintas tendencias de todo mercado, se asocien a sus efectos negativos, con defectos o falencias del instrumento transable, que naturalmente generarán cuestionamiento a los propios instrumentos transados. Un activo demasiado valioso para descuidarlo.
#Abogado y asesor de empresas.
por Marcelo Loprete
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