La banca ética o banca social nace como una alternativa a la banca tradicional. Su enfoque es generar un sistema de inversiones responsable y transparente, cuya prioridad es poner a la persona en el centro y no al dinero, o los beneficios económicos.
Tiene el propósito de potenciar empresas y organizaciones de sectores clave de la economía, que generen impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente. En Latinoamérica la historia comienza en el año 2013 cuando Joan Melé (72), banquero español, consejero del Triodos Bank y presidente de la Fundación Dinero y Conciencia, viajó a la Argentina y a Chile para difundir el modelo de banca ética en nuestro continente. Hoy es un grupo financiero latinoamericano, que, desde México hasta la Patagonia, tiene el propósito de potenciar tres áreas de inversión, educación y cultura, desarrollo social y medio ambiente.
Su objetivo es promover la libertad en la cultura, fomentar la equidad e inclusión de todas las personas, el cuidado de la naturaleza y el uso responsable de los recursos naturales estructurando créditos para empresas y organizaciones que aportan al desarrollo de ciudades sostenibles. El contexto no puede ser más desafiante: la incapacidad de la economía global de dar respuesta a sus graves problemas, la aceleración mundial de la inflación, los bloques geopolíticos fragmentados, las nuevas tecnologías, diferentes normas comerciales y prácticas habituales cargadas de corrupción. El fin es financiar iniciativas que tengan propuestas transformadoras de la economía desde la mirada del triple impacto (económico, social y ambiental), algo que el propio Melé niega que sea una utopía.
¿Cómo es pensar los negocios y las finanzas en clave sostenible?
Es recordando que el dinero no es una mercancía o un objeto que se pueda comprar o vender, es siempre una relación entre seres humanos y también con la tierra. Por lo tanto cada vez que tomamos una decisión con el dinero, ya sea compra, venta, inversión, tenemos que pensar que no sólo nos va a afectar a nosotros sino también a los demás y a la tierra. Para crear un mundo sostenible tenemos que empezar a crear una economía humana, es decir una economía consciente, donde las decisiones no sólo me beneficien a mí, sino que también beneficie a todos. Esto lo hemos demostrado en la Banca Ética en Europa y ahora en Latinoamérica, así como en el nuevo mercado de consumo de productos orgánicos o comercio justo. Un mundo sostenible es pasar de una economía egoísta del yo a una economía del consciente, del nosotros, transacciones donde todos ganamos.
¿Cuáles son los requisitos para tomar crédito en Banca Ética?
La primera ética es no poner en riesgo el dinero de un cliente o inversor, Cuando uno pide un préstamo no quiere que le aprieten mucho, pero cuando alguien deposita el dinero lo primero que pregunta es ¿este banco es seguro, si pongo el dinero aquí me lo van a devolver? Entonces lo primero que le preguntamos al cliente es ¿lo vas a devolver, como lo vas a devolver, con que cuentas por si esto falla? Porque el dinero no es mío y yo lo tengo que devolver.
¿Puede dar algunas cifras concretas?
Tenemos casos de éxito como el hecho de haber logrado demostrar y convencer a agricultores, pasar de agricultura convencional a agricultura orgánica o biodinámica, en primer lugar, porque es bueno para el mundo, pero luego descubren que a ellos les ha cambiado la vida. En Chile, donde llevamos más tiempo, tenemos financiando unos 800 proyectos y el éxito es que ninguno falló, en alguno hubo una pequeña demora, pero no se cayeron. Esto es muy difícil en Banca por lo que realmente es un éxito bancario y financiero.
¿Qué cosas no van más en el mundo?
No va más una economía competitiva donde la búsqueda del máximo beneficio ha sido una norma sagrada. Esto ha llevado a una situación de deterioro del planeta y a una desigualdad social en todo el mundo. Menos del 1% de la población mundial acumula más riqueza que el 99% restante y esto no tiene sentido. Tampoco funciona el modelo educativo, hemos educado para competir, para ganar dinero y hay que educar para ser plenamente humano y encontrar un sentido a la vida, al propio trabajo. Cambiar el modelo educativo, volver al modelo humanista donde el arte, la filosofía y la literatura tienen tanta importancia como las matemáticas y la física. Educar para el ser humano universal.
Con ese propósito, ¿qué podemos hacer cualquiera de nosotros?
Poner mucha conciencia en como usamos y que hacemos con el dinero: sea una compra, un ahorro, una inversión o una donación. No podemos seguir comprando cosas porque son baratas, lo primero que tenemos que entender es que las cosas tienen un valor, nada es barato. Si pagas por debajo del valor, a alguien le va a costar muy caro, aquí o en Bangladesh. Pagamos y compramos cosas que se hacen donde no permitiríamos que nuestros hijos trabajaran. Cuando compro algo pregunto: quién lo ha hecho, dónde, en qué condiciones… Cuando pongo el dinero en el banco pregunto ¿usted qué va a hacer con mi dinero? Creo que no te lo van a contestar… pues invierte en Banca Ética. ¡Esto sí cambia el mundo!
¿Cómo ve el futuro?
Tengo la gran suerte de hablar con muchísimos jóvenes. En un encuentro que hice con jóvenes de todo el mundo en Suiza la palabra que más apareció fue desesperanza. Les hemos quitado la esperanza de futuro y esto me hace sentir un gran sentido de responsabilidad. Veo a las nuevas generaciones con una clara motivación social, menos teóricos y más prácticos, me preguntan: Joan ¿qué podemos hacer? No les gusta el ejemplo de los adultos que sólo ven codicia, ambición y competitividad, lo primero que te dicen es que hay mucha corrupción. Veo un futuro próspero si les ayudamos a que no se repita nuestro modelo, depende de que nosotros hagamos un cambio con ellos.
Y usted: ¿cómo se define?
Soy un buscador de lo humano, trabajo para ser mejor persona y hasta que me muera pondré toda mi energía para que el mundo esté un poco mejor.
La historia del dinero y la evolución del comercio enlazada a nuestro obrar nos trajo hasta aquí. Hoy vivimos realidades paralelas, junto al caos y colapso de sistemas decadentes se hace presente una creatividad magnificente que desafía los más oscuros pronósticos. Este momento bisagra nos tiene como protagonistas y somos nosotros quienes decidiremos nuestra propia suerte.
Adriana Churriguera es periodista-, activista en Valores y Sostenibilidad. @achurriguera
por Adriana Churriguera
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