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EN LA MIRA DE NOTICIAS | 14-11-2019 12:41

La acefalía light de la transición argentina

Tras la cortina de humo de la crisis regional, se esconde la inacción del macrismo y el kirchnerismo para salvar la economía nacional.

Ayer, Gabriela Michetti proclamó ante la Asamblea Legislativa a la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Kirchner como la ganadora oficial de las elecciones, con mandato para asumir el 10 de diciembre el gobierno de la Argentina. La futura vicepresidenta y actual senadora no estuvo presente en la ceremonia parlamentaria, porque se encuentra en Cuba, desde donde se limitó a tuitear su teoría de que se ha puesto de moda en Latinoamérica que los presidentes no sean elegidos por los pueblos. No aclaró qué pensaba de su país, pero no es la única líder nacional que está pensando en otra cosa.

Alberto Fernández sigue con la atención tomada por las noticias regionales, no sólo las que vienen de México, Bolivia, Venezuela y Chile, sino también las de Uruguay, a donde viajó hoy para visitar a sus amigos del Frente Amplio, que le pidieron apoyo para la campaña por el duro balotaje presidencial que los espera el 24 de noviembre. De paso la gauchada proselitista le permite al presidente recontraelecto argentino seguir con su actitud tiempista respecto de tomar el timón caliente de las finanzas de su país, que arden de vencimientos millonarios en dólares para las primeras horas del 2020, cuando ya no haya un Mauricio Macri a quien pasarle la pelota.

En el gobierno saliente también reina la distracción de las urgencias cotidianas del resto de los argentinos. Como el futuro inmediato ya no es responsabilidad del macrismo, el Presidente se da el lujo de empezar a rediscutir liderazgos internos en Cambiemos pensando en la etapa opositora de su proyecto de poder. Tampoco deja mucho tiempo para la gestión de la economía diaria la maraña semántica y diplomática en la que se enredó el oficialismo, emperrado en no llamarle golpe de Estado lo que pasó en Bolivia, aunque su propia excanciller estrella, Susana Malcorra, salió a aclarar públicamente que no entiende por qué el Gobierno se puso a debatir lo que no es debatible. Quizá se trate de disfrutar en el macrismo de la misma calma chicha que goza el futuro presidente. En el tema vacaciones, parece que no rige la grieta.

Es cierto que la crisis regional le plantea a la Argentina la obligación y la oportunidad de asumir un liderazgo continental vacante. Pero solo sería un aporte eficaz si oficialismo y oposición pudieran presentar al mundo una posición unificada del rol argentino. Lamentablemente, parece que la turbulencia sudamericana funciona en la dirigencia argentina como una excusa más para alimentar la grieta ideológica y tapar con una cortina de humo la falta de una transición concreta y productiva para desactivar la bomba financiera y el estancamiento económico que aqueja a los argentinos en los últimos ocho años.

Atravesamos entonces un período de acefalía light, que luce tranquila comparada con el zafarrancho del vecindario enardecido, pero que tiene un costo demasiado alto para los argentinos que, cada mañana, se levantan sin respuestas claras de los que se van ni de los que vienen.

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Silvio Santamarina

Silvio Santamarina

Columnista de Noticias y Radio Perfil.

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