Thursday 19 de September, 2024

ESPACIO NO EDITORIAL | 12-09-2024 08:25

Disponibilidad Emocional: El arte de conectarse en las relaciones

En un mundo donde las conexiones humanas se han vuelto más complejas y a menudo poco profundas, la disponibilidad emocional y afectiva se ha transformado en un pilar esencial para construir relaciones auténticas y significativas. No es simplemente una noción en auge o un concepto emergente, es un componente fundamental que determina la calidad de nuestras interacciones, especialmente en las relaciones de pareja y también en el ámbito familiar, laboral y de amistad. Reflexionar sobre nuestra propia disponibilidad y la de los demás nos brinda una brújula interna para navegar en la vasta incertidumbre de las relaciones humanas con libertad.

¿Qué es la disponibilidad emocional?

Estar disponible emocionalmente implica abrir nuestro espacio interno, nuestro mundo emocional, para compartirlo con los demás de manera genuina y constructiva. Es la capacidad de estar presente, no solo físicamente, con apertura a escuchar, comprender y responder a las necesidades emocionales del otro. Esto no implica sacrificar nuestras necesidades o límites, sino encontrar un equilibrio en el que ambos puedan coexistir y enriquecerse mutuamente.

La disponibilidad emocional es como una puerta que podemos elegir abrir o cerrar.  Si se decide abrirla, permite la creación de un espacio común compartido, un lugar donde las emociones pueden fluir libremente y donde la vulnerabilidad no es vista como una debilidad, sino como una fortaleza que fomenta la conexión. En el contexto de una relación de pareja, por ejemplo, esta disponibilidad es el cimiento sobre el cual se construye la confianza, la intimidad y el crecimiento mutuo.

Por otro lado, su falta crea barreras invisibles pero poderosas que impiden la verdadera conexión. Estas barreras pueden manifestarse de diversas formas, tales como la incapacidad o el desinterés en expresar emociones, la evasión de compromisos o la imposición de límites rígidos que no permiten la cercanía. Las personas que no están disponibles emocionalmente tienden a establecer relaciones ligeras, donde el intercambio emocional es mínimo y donde las expectativas no se cumplen, generando frustración y desencanto.

Cuando observamos a alguien que no está disponible, podemos notar ciertos patrones recurrentes: la ausencia de claridad sobre lo que realmente quieren en una relación, la falta de confianza para abrirse al otro o incluso el deseo de mantener las cosas en un nivel puramente superficial. Estas personas pueden hablar sobre sus deseos y necesidades, pero sus acciones no siempre coinciden con sus palabras, lo que genera confusión y decepción en sus relaciones.

¿Qué impacto tiene la disponibilidad en las relaciones?

Es crucial para la salud de cualquier vínculo ya que abrir el espacio interior y compartirlo con el otro, crea un ambiente de confianza y seguridad, que permite que las sorpresas de la vida, con todas sus vacilaciones, sean menos dañinas y más manejables. En lugar de enfrentar las dificultades con enojo o frustración, las personas que son emocionalmente disponibles pueden trabajar juntas para superarlas, fortaleciendo así su relación.

Por el contrario, su ausencia puede llevar a un ciclo de frustración y resentimiento. Las expectativas no cumplidas, la falta de comunicación efectiva y la incapacidad de conectarse profundamente pueden erosionar incluso las relaciones más prometedoras, llegando, en algunos casos, a ser tan dañina que, incluso si las personas involucradas desean estar juntas, la relación puede volverse insostenible.

La buena noticia es que la disponibilidad emocional se puede cultivar y es una decisión libre y comprometida si deseamos transformar y tomar decisiones conscientes que aporten a nuestro bienvivir.

 El primer paso es la autobservación: preguntarnos si realmente estamos abiertos a conectarnos con los demás o si, por alguna razón, estamos bloqueando esa posibilidad y en realidad es una decisión consciente, que lleva implícita la comunicación al otro, asumiendo la responsabilidad y el hacerse cargo de la situación. Esto puede requerir una revisión honesta de nuestra autoestima, nuestra madurez emocional y nuestra disposición para ser vulnerables.

Identificadas nuestras barreras internas, el siguiente paso es trabajar activamente para superarlas. Esto puede implicar desarrollar la capacidad de expresar nuestras emociones de manera clara y honesta, aprender a escuchar al otro con empatía y sin juicios y estar dispuestos a negociar los límites de manera que ambas partes se sientan respetadas y valoradas.

Es esencial reconocer que no podemos cambiar a los demás, sólo a nosotros mismos. Si nos encontramos en una relación donde la otra persona no está emocionalmente disponible, es importante no quedarnos atrapados en un ciclo de decepción o enojo. En lugar de eso, debemos decidir si estamos dispuestos a aceptar esa situación tal como es o si es necesario alejarnos para proteger nuestra armonía interior.

Concibo a la disponibilidad emocional como un regalo que nos hacemos a nosotros mismos y a los demás. Es la clave para construir relaciones que no sólo sobrevivan, sino que florezcan en un mundo lleno de incertidumbres, asumiendo la responsabilidad de nuestro bienestar emocional.

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por CEDOC

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