En muchas PyMEs hay una escena que se repite con demasiada frecuencia: cuando el desorden empieza a pasar factura, se toma la decisión de incorporar a un profesional.
Alguien que venga a poner orden, a traer estructura, a profesionalizar lo que hasta ahora se manejaba con intuición.
Puede ser un contador con enfoque en gestión, un ingeniero de procesos, un licenciado en administración, alguien de recursos humanos o un consultor externo.
Y la expectativa es clara —que llegue, entienda el panorama… y “nos resuelva todo”.
La resistencia silenciosa
Pero basta una semana para que el entusiasmo inicial se estrelle contra una pared. Ese profesional que llegó con ideas, herramientas y experiencia se topa con una resistencia que no figuraba en el contrato: “Eso acá no va a funcionar”, “Siempre lo hicimos así”, “No tenemos presupuesto para eso”, “Hacelo, pero no molestes mucho”, “Vos venís a implementar, no a opinar”. Y entonces se revela la paradoja: contratamos a un profesional, pero no le damos espacio para profesionalizar. Esperábamos resultados, pero le negamos el terreno para que ocurra cualquier transformación real.
Queremos magia, pero sin cambiar nada. Queremos que venga a ordenar, pero no tenemos procesos claros. Que traiga herramientas, pero no estamos dispuestos a soltar las nuestras. Que nos saque trabajo de encima, pero sin tomar decisiones. Que nos lea la mente. El resultado es predecible: frustración de ambos lados. El profesional, que vino a aportar, se siente limitado. El dueño o dueña, que esperaba milagros, se decepciona. Y la PyME sigue igual… solo que ahora hay alguien más en la mesa, atrapado en la misma inercia.
Incorporar talento no es suficiente
¿Dónde está el error? En creer que incorporar a un profesional es lo mismo que incorporar una solución. Cuando en realidad, lo que se suma es una oportunidad. Pero esa oportunidad no se activa sola: necesita un entorno que la sostenga. Y muchas veces, ese entorno hay que construirlo antes de que esa persona llegue.
Diseño organizacional: la base que no se ve
Profesionalizar no es improvisar. Ahí es donde entra en juego el valor de un diseño organizacional real, pensado para escalar y no solo para apagar incendios. A veces ese profesional llega primero como consultor externo: observa, analiza, propone, testea el sistema. Y si hay apertura, ese vínculo puede evolucionar hacia algo más estructural: un rol dentro del equipo, con responsabilidades claras, herramientas concretas y autoridad para accionar. Pero no siempre es tan fácil.
Las PyMEs enfrentan tres grandes desafíos. El primero es atraer: un profesional no se enamora solo del sueldo. Busca un lugar donde pueda aprender, aportar y crecer, y eso se percibe desde la primera entrevista. El segundo es pagar: no siempre se puede competir con los sueldos de las grandes empresas, pero sí se puede ofrecer algo igual o más valioso —flexibilidad, propósito, cercanía con la toma de decisiones. Muchas veces, eso pesa más que un paquete lleno de beneficios artificiales. Y el tercero, quizás el más complejo, es retener: si lo contratás pero no lo escuchás, si lo cargás de operativa sin permitirle tocar lo estratégico, si lo hacés sentir como un externo aunque figure en la nómina… se va a ir. Incluso aunque el sueldo esté bien.
La transformación empieza por adentro
¿La clave? Cambiar el chip. No es el profesional el que tiene que “adaptarse a la PyME” como si fuera una máquina más. Es la PyME la que tiene que dar un paso hacia su propia profesionalización y construir un entorno que lo reciba: con procesos, roles claros y una cultura orientada a la mejora. Y si no sabés por dónde empezar, sumá a alguien que te ayude a pensar ese diseño. No tenés que hacerlo sola o solo.
Porque si no, pasa lo de siempre: contratás talento… pero no lo dejás usar. Y entonces vuelve la frustración, el desgaste, y ese cartel invisible que nadie cuelga pero todos sienten: “Acá no se viene a cambiar nada.” Pero si llegaste hasta acá, probablemente no querés que sea así. Porque sabés que tu empresa puede más. Y eso también… es profesionalizar.
Paula Chmielnicki, ingeniera industrial y consultora especializada en la profesionalización de PYMEs.
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por CEDOC
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