Nuestras emociones nos atraviesan a diario —en decisiones, vínculos, aprendizajes y crisis—, y aprender a gestionarlas no debería ser un lujo, sino una prioridad.
Gestionar emociones: una habilidad clave para la vida. La gestión emocional no consiste en reprimir lo que sentimos, sino en reconocerlo, comprender su origen y actuar en consecuencia. Implica aceptar nuestras emociones, incluso aquellas que resultan incómodas, y usarlas como guía en vez de obstáculo.
Esta capacidad es considerada una meta-habilidad, es decir, una competencia que potencia todas las demás. Cuando sabemos gestionar lo que sentimos, somos más capaces de aprender, trabajar, resolver conflictos, vincularnos de manera sana y sobreponernos a los desafíos.
Los cinco pilares de la inteligencia emocional: Lejos de ser un rasgo innato, la inteligencia emocional se aprende y se entrena. Entre sus pilares fundamentales se destacan:
- Conciencia emocional: identificar y nombrar lo que sentimos.
- Autocontrol: elegir cómo responder en vez de reaccionar automáticamente.
- Motivación: mantenernos en movimiento por lo que nos inspira.
- Empatía: comprender las emociones ajenas.
- Habilidad social: construir relaciones sanas y comunicativas.
Agilidad y profundidad emocional: una dupla poderosa
La agilidad emocional nos permite adaptarnos al cambio sin desbordarnos. Es flexibilidad interna, conciencia y conexión con los demás.
Por otro lado, la profundidad emocional tiene que ver con actuar desde nuestros valores y ser coherentes con quienes queremos ser. Ambas se fortalecen mutuamente y nos sostienen frente a la incertidumbre.
La educación emocional no es exclusiva de la infancia, pero cuanto antes se empiece, mejor. Desde pequeños —y también como adultos— podemos aprender a:
- Reconocer y expresar nuestras emociones.
- No negarlas ni dejarnos arrastrar por ellas.
- Pensar antes de actuar.
- Aceptar nuestras fortalezas y debilidades.
- Ponernos en el lugar del otro.
- Resolver conflictos con respeto.
- Tomar decisiones propias.
La escuela cumple un rol clave en este proceso. Educar emocionalmente es tan importante como enseñar contenidos. Una escuela que valora lo emocional:
- Fomenta vínculos de amistad y cooperación.
- Promueve el diálogo sobre sentimientos.
- Trabaja junto a las familias en la autoestima de sus alumnos.
- Ayuda a que cada niño y niña se conozca, confíe en sí mismo y se proponga metas realistas.
La familia también es un espacio fundamental para cultivar la salud emocional. Desde casa, podemos:
- Valorar el esfuerzo más que el resultado.
- Evitar exigencias de perfección.
- Enseñar que equivocarse es parte del proceso.
- Fomentar la autonomía emocional y la toma de decisiones.
Semillas de cambio para una sociedad más humana
La gestión emocional es una herramienta discreta pero transformadora. Cuando la cultivamos, sembramos bienestar individual y social. Porque enseñar a sentir también es enseñar a convivir y a construir un mundo más justo, empático y respetuoso.
Lic. Ingrid Ávila
Terapeuta cognitiva.
Especialista en trastornos de ansiedad.
Magister en psiconeuroendocrinoinmunología.
Sexóloga clínica.
Consultas al + 54 9 11 7150 9308
Instagram: lic.ingrid_avila
www.psicologaingridavila.com.ar.
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