Thursday 19 de September, 2024

ESPACIO NO EDITORIAL | 19-08-2024 07:15

Un corazón para el León

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La autoestima herida y la obsesión por el poder están profundamente entrelazadas. Cuando una persona sufre de baja autoestima, puede sentir una necesidad imperiosa de compensar ese vacío interno a través del poder o el control. Esta búsqueda no es tanto un deseo auténtico de liderar o influir, sino más bien un intento de validar su propio valor ante los demás y, más crucialmente, ante sí mismo.

Ésta herida a menudo surge de experiencias tempranas de rechazo, crítica o falta de amor, que dejan cicatrices emocionales profundas y llevan a la creencia de que uno no es suficiente tal como es, generando una constante necesidad de demostrar lo contrario, escondiendo inseguridades.

Sin embargo, este camino es engañoso. En lugar de sanar la autoestima, la obsesión por el poder puede profundizar la herida, ya que perpetúa una dependencia de la validación externa y crea una desconexión con el verdadero yo.

La verdadera sanación no se encuentra en el control sobre otros, sino en el autoconocimiento, la aceptación y el amor propio. Reconocer y enfrentar las propias inseguridades, en lugar de cubrirlas con una fachada de poder.

Los conflictos que surgen de la interacción con personas que activan el vacío por falta de amor tienen un gran potencial de oportunidad sanadora, siempre y cuando se manejen con conciencia y una disposición a crecer.

Estos conflictos también pueden impulsar una reflexión profunda sobre lo que realmente importa en la vida de una persona. Al dejar de depender de la aprobación externa, se abre espacio para reconectar con el propósito personal y los valores internos, lo que a su vez fortalece la autoestima y proporciona una mayor sensación de dirección y significado.

El personaje de Macbeth en la obra de Shakespeare es un claro ejemplo de cómo las heridas de autoestima pueden desencadenar una obsesión destructiva por el poder. Macbeth, inicialmente un noble respetado, se ve atrapado por su ambición después de escuchar la profecía de las brujas que lo proclama futuro rey. Esta ambición no surge solo de un deseo de gobernar, sino de una necesidad profunda de validar su propio valor, alimentada por una autoestima frágil.

Este conflicto, aunque devastador, encierra un potencial de sanación que Macbeth no logra aprovechar. Si hubiera sido capaz de reconocer y enfrentar sus inseguridades, podría haber transformado su ambición en una fuerza positiva para el bien común.

Eleonora Adeff

Instagram: eleonora_adeff

www.my-healingpresence.com

por CEDOC

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