El Ensueño Dirigido ofrece resultados visibles en poco tiempo. Los pacientes lo describen como una experiencia intensa, movilizante y transformadora: sienten que algo cambia desde adentro, sin proponérselo. Es una terapia que no se apoya solo en la palabra, sino en la vivencia simbólica. A través de imágenes que surgen en un estado de relajación consciente, la persona accede a los contenidos más profundos de su inconsciente y, al hacerlo, reorganiza su mundo interno, corrigiendo creencias negativas y accediendo a su potencial.
Muchos pacientes relatan que, de pronto, se descubren actuando diferente. Ya no repiten conductas, no porque las hayan “comprendido” intelectualmente, sino porque algo esencial se ha modificado, sin proponérselo de modo consciente. Por eso el Ensueño Dirigido genera una adhesión tan alta. Cada encuentro es una experiencia nueva, inesperada, donde el paciente se sumerge en una verdadera aventura interior. La terapia se vuelve atractiva, incluso magnética, porque los resultados son palpables y sostenibles en el tiempo.
También el terapeuta se beneficia. El Ensueño Dirigido evita los llamados “tiempos muertos” de la psicoterapia tradicional, esos momentos en que el discurso se vuelve repetitivo o defensivo o que la terapia se limita a contar lo sucedido en la semana. De más está decir que de este modo, no hay avances en el proceso.
Cada ensueño tiene un eje simbólico claro, que el terapeuta acompaña con precisión, orientando el proceso hacia el núcleo del conflicto y sobre todo a su resolución. Esto aumenta notablemente la efectividad del tratamiento: los cambios se producen con mayor rapidez y profundidad.
Además, este enfoque protege al terapeuta del desgaste emocional que puede generar la escucha pasiva. Lo convierte en un guía activo, implicado en un proceso vivo, donde cada sesión ofrece sentido y descubrimiento. Así, la terapia no solo transforma al paciente: también renueva al profesional que la práctica. Cada nuevo ensueño presenta un desafío a enfrentar, instando al terapeuta a guiar sutilmente para que el paciente lo resuelva.
El Ensueño Dirigido combina la potencia del símbolo con el rigor clínico. Es una vía para devolver vitalidad a la psicoterapia y mantener vivo el deseo de transformación en ambos miembros de la díada terapéutica. Una práctica que demuestra que, cuando la palabra se une a la imagen y al sentir, la curación puede llegar, desde el interior mismo de la experiencia humana.
por CONTENTNOTICIAS














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