Dueña de una belleza abrumadora y de opiniones contundentes -y muchas veces polémicas-, Juana Viale se animó al mayor desafío que una inexperta conductora jamás se habría animado: ocupar el lugar en la cabecera de la mesa más famosa: la de Mirtha Legrand. Y, para la actriz, el reto era doble: no solo comandar un programa icónico, que tiene más de 50 temporadas a cuestas, sino estar a la altura del profesionalismo de su abuela, debido a que ella tuvo que resguardar su salud durante la pandemia.
Juana solo había oficiado de conductora en un ciclo de competencia de canto -”Me gusta tu canción” (2018)- y había hecho una suplencia de su abuela por un día, en 2014. Sin embargo, de la mano de su hermano, el productor Ignacio Viale, se atrevió a ponerse al frente de “La noche de Mirtha” y de “Almorzando con Mirtha Legrand”.
De esta manera, le dio un vuelco a la tradicional mesa y a su carrera: se permitió jugar con la cocinera del ciclo; habló de sexo, bailó y hasta revoleó servilletas. Si bien mostró una cara más descontracturada del programa, no dudó en posicionarse de un lado claro de la grieta. Y plantó su posición sobre la coyuntura del país, al sentar a la mesa a políticos, en su mayoría cercanos a la oposición, con duras críticas al oficialismo.
Mientras ella incursionaba por la conducción, atrás quedaba su primera vocación: actuar. Debutó en la pantalla chica en “Costumbres argentinas” y su primer protagónico fue en “Malparida”. También protagonizó la primera serie de Netflix producida en Argentina, "Edha". Su mayor logro en teatro fue “La sangre de los árboles”.
A los 39 años, Juana logró correr sus propios límites. Demostró que es capaz de asumir retos difíciles y de sortearlos con glamour y frescura.
por R.N.
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