El surf, esa danza sagrada de alabanza a Dios entre el hombre, la tormenta y el océano, es un deporte que no necesita equipo, rival ni alquilar espacios para practicarlo. Es suficiente con tener la tabla, un traje e ir a una playa.
La mayor inversión, al menos para los amateurs, parece ser no tanto en dinero sino en tiempo dedicado. Lo que en la ecuación suele ser lo mismo.
Tablas, trajes e instructores son clave para practicar esta actividad que tiene como ventaja la enorme independencia. El mayor gasto son los viajes para buscar buenas olas.
La membresía en la Academia Argentina de Surf, que incluye un curso de 12 clases, instructor, traje y tabla, cuesta $ 8000. Cada clase de cuatro horas está valuada en $ 690. Se realiza en Kikiwai Surf Club, en Mar del Plata, una de las mejores escuelas del país.
El valor de un traje de neoprene para hombre es de $ 3500, mientras que el de mujer arranca en $ 5000 aproximadamente.
Por último, la tabla, si es nueva, cuesta a partir de $ 6800, y las usadas arrancan en los $ 4000. También existe la posibilidad de alquilar tabla y traje, por $ 200 cada uno por hora.
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