Puede resultar discutible (para mí lo es y mucho) que Cristóbal López, Fabián De Sousa y Gerardo Ferreyra deban esperar encerrados los procesos judiciales que los afectan hasta la instancia definitiva del juicio oral. Antes de sus respectivas detenciones, jamás mostraron intención alguna de fugarse o algo así, por lo cual se los podría seguir investigando en libertad o, a lo sumo, con grilletes inteligentes en sus casas. Más allá de sus casi seguras culpabilidades (situación que se resuelve con sentencias, no con sospechas ni siquiera firmes), la Justicia argentina suele actuar políticamente, para la hinchada.
Pero si esos tres referentes de la "Propaladora K" están en problemas, suena extraño que ni se hable de Sergio Bartolomé Szpolski. Fue el único de todos aquellos "empresarios de medios" que construyó un holding sin estructura de negocios previa y financiado en términos absolutos por el impresionante chorro de dinero estatal con dudosas tareas "contrahegemónicas". Pauta oficial y beneficios impositivos de la AFIP lo ubicaron en una situación de privilegio. Abandonó el barco tras dudosa venta, hundido.
En los mejores tiempos de la "década ganada", Szpolski jugó a ser una especie de neo Bartolomé Mitre, judío y nac&pop. Sabía que no le daba el cuero para tanto, pero si sus circunstanciales mandamases se habían inventado una historia mística, por qué no él. Su llegada al kirchnerismo se dio bajo el impulso de la "transversalidad", aquel plan de Néstor Kirchner para construir tropa propia sin encorsetarse en el PJ. Szpolski es radical. Quiere como a un padre a Enrique "Coti" Nosiglia, ex monje negro de Raúl Alfonsín y actual operador en las sombras del macrismo desde las entretelas de Boca Juniors. Quiere (¿o quiso?) como un hermano a Darío Richarte, ex Nº 2 de la SIDE delarruista devenido ilustre abogado K y ahora, también, macrista. Es el vice de Daniel Angelici en Boca.
Simpático. Temerario. Avaro. Nunca puso un peso de su bolsillo para emprender un negocio. Los K, para él (como tantos otros), significaron un milagro: formar parte de una nueva "burguesía nacional patriótica" con tanta "sensibilidad social" que dejó un tendal de trabajadores colgados del palo mayor. Hoy, su gran testaferro se llama No Hagan Olas.
* Jefe de redacción de NOTICIAS.
Comentarios