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SOCIEDAD | 16-08-2014 16:37

Quién es el polémico Dr. Lotocki

Estética de riesgo. Metacrilato en duda, credenciales extrañas y famosas con miedo.

El análisis tomográfico PET, usado para hacer diagnósticos por imágenes, suele mostrar zonas con brillos, fluorescencias. El brillo, en este caso, no es algo bueno; demuestra inflamación, daño físico, procesos celulares acelerados. Cuando Diego Lowenstein –médico de cabecera de Silvina Luna– vio el PET que ordenó para su paciente, no pudo contener el asombro: la cola de su paciente parecía un árbol de Navidad. La cirugía de glúteos de Luna mostró consecuencias inesperadas. En el 2011, el médico esteticista Aníbal Lotocki –responsable de los pechos de Vicky Xipolitakis, la cola de Oriana “Oggi” Junco y la lipoaspiración postparto de Verónica Ojeda, entre otras operaciones polémicas– la rellenó, según él mismo, con 500 centímetros cúbicos de grasa de la propia Luna más un pequeño porcentaje de polimetilmetacrilato, un químico empleado en cirugía estética y odontología –que se fabrica en el país a 400 pesos la jeringa– aprobado por la ANMAT para ser usado en pequeñas cantidades, pero rechazado por una parte de la comunidad médica. Pero el 24 de julio último, la modelo ex Gran Hermano fue admitida en el Hospital Italiano. “Cólicos renales”, fue la primera causa que trascendió. Un día después, Luna habló al aire en “Intrusos” desde su cama de hospital.

Se negaba a mencionar a Lotocki, al principio, para terminar diciendo su nombre. Deslizó una posible “mala praxis”, habló de “limpiar mi cuerpo” de “ciertas sustancias tóxicas” y de “la negligencia de quien me operó”. El problema fue más grave de lo que parecía: Luna recibió el alta el jueves 31, una semana después. Sus riñones habían sido el problema. A través de varios análisis, Lowenstein pudo determinar un aumento de calcio en la sangre de la modelo, lo que llevó a cálculos renales. También, le detectó varios granulomas en el proceso. Luna había empezado a quejarse de esto hace un año y medio, cuando fue a ver a Lowenstein por una serie de dolores. El parte médico del Italiano tras el alta reflejó esta problemática: “insuficiencia renal”, “hipercalcemia” y “litiasis ureteral bilateral” fueron los términos empleados. Esto genera una polémica nueva: ¿qué tiene que ver una operación a base de metacrilato, un químico poco conocido, con una serie de piedras en el riñón?

En la oficina en su centro médico en Belgrano, Full Esthetic, Lotocki –el médico que acaparó el mercado de famosas en la farándula argentina– no tiembla mientras habla con NOTICIAS. Se lo ve confiado al extremo, con una pila de siliconas para pechos que decoran un cajón. Cuenta que lleva más de doce años de operar colas, que además de Silvina Luna tiene en su haber más de mil glúteos aumentados, muchos de ellos con este procedimiento de mezclar grasa humana con un poco de metacrilato. Dice que la sustancia es legal, que el ANMAT la aprueba, hasta muestra literatura médica impresa en Brasil que la avala y folletos del distribuidor europeo de la sustancia. “Fui a congresos sobre el tema en Brasil, un médico ahí tuvo más de 400 operaciones de glúteos con metacrilato y ningún inconveniente en siete años. Complicaciones siempre hay, pero nunca tuve un problema de este tipo”, admite. Otros estudios médicos sugieren algo distinto.

CASOS TESTIGO. En el 2012, un grupo de nefrólogos del Hospital Italiano presentó un trabajo en el Congreso Nacional de su especialidad. “Hipercalcemia secundaria a enfermedad granulomatosa causada por inyección de metacrilato” es su título, con dos casos testigo analizados. En junio de este año, un grupo de nefrólogos también argentinos, de instituciones como el Hospital Fernández y el Hospital Alemán, publicó en un jornal estadounidense –para luego ser integrado a la US National Library of Medicine– un trabajo del mismo título, con otros cuatro casos. En ellos, se sugiere una posible relación entre metacrilato y problemas renales. Cerca de Luna hay cierto alivio tras el alta: “Si no se hubiese agarrado esto a tiempo, Silvina terminaba en diálisis con una insuficiencia renal”, admite alguien que conoce de cerca su tratamiento. Lotocki no conocía estos textos hasta antes de explotar el escándalo: los leyó en estos últimos días. Sin embargo, defiende sin pestañear a la sustancia que lo lleva a un nuevo juicio público: “Yo respeto a quienes no quieran usarla. ¡Y los que no quieran usarla que me respeten a mí! No está probado que afecte”, afirma.

Varios cirujanos plásticos le tiraron con munición gruesa. Esto no es nuevo para Lotocki: varios suelen sentarse en los livings de los programas de chismes a criticar sus prácticas. El doctor Cristian Pérez Latorre se convirtió en uno de sus enemigos acérrimos. “Ningún cirujano plástico reconocido va a colocar este tipo de productos. Todo lo contrario. Lo único que se puede colocar en el glúteo es la prótesis glútea propiamente dicha. De lo contrario, buscás una solución estética y te llevás una enfermedad de por vida, en este caso, la hipercalcemia”, asegura Pérez Latorre. Mónica Milito, al frente de la clínica que lleva su nombre, miembro de la Asociación Médica Argentina y con estudios en Harvard Medical School, afirma: “La sustancia está aprobada en una fórmula de micropartículas suspendidas en gel, que se usa en muy pequeñas cantidades en odontología y en cirugía estética para pequeños defectos, como arrugas. No lo uso, no me gusta, es un cuerpo extraño y puede generar complicaciones. Que esté aprobado por el ANMAT no quiere decir que sea bueno y seguro. Conozco muchísimas complicaciones”.

Ahora, ¿Silvina Luna tiene solo metacrilato? ¿O hay algo potencialmente más dañino? Luis Ripetta, cirujano plástico, tiene esa misma duda: “Estoy convencido de que hay una tercera sustancia. Hay pacientes que no tienen la suficiente grasa para rellenar. No se puede llegar a esos volúmenes con la grasa de una mujer delgada”. El equipo que trató a Luna sospecha lo mismo: que no sería solo metacrilato, sino una mezcla con alguna otra sustancia. Para saber esto, el Hospital Italiano ordenó una biopsia al material en su cola. Cuando Lotocki se entera de esto, la cara se le transforma. Si hay un tercer material, lo niega tajantemente: “Si lo sospechan, no deberían decirlo hasta la biopsia”, asegura.

MI AMIGO EL DOCTOR. Hay algo peculiar en esta historia. A pesar de todas sus cirugías célebres, Lotocki no es un cirujano plástico especializado. “Nunca me presenté así”, se ataja. Las credenciales que esgrime para su trabajo, con las vidas de sus pacientes en la línea, son más peculiares todavía: “Yo soy médico cirujano por la Universidad Nacional del Nordeste, con título de grado, lo cual me habilita a operar, siempre lo he dicho. Hice una especialidad de cirugía cosmética, concurrencias, prácticas. Rendí examen en la International Academy of Cosmetic Surgery. Es un título que si bien está homologado en ciertos lugares de Europa, Estados Unidos, en Argentina no lo está”. Lotocki, oriundo de Misiones, con 44 años, también enfrentó cosas peores que la crisis de salud de Silvina Luna. En 2007, murió una de sus pacientes, Romina Vega, de 21 años, poco después de una liposucción. “Fui sobreseído, no había elemento que indicase mala praxis”, afirma él. Que el río mediático suene es malo para su negocio: “Siempre que hay un bolonqui, la gente deja de llamar”, dice. Sin embargo, sus pacientes famosas no lo traicionan.

Hubo temblores de fe. Vicky Xipolitakis demostró su preocupación antes de operarse por las raras credenciales del doctor, para luego quedar extasiada con los resultados. Moria Casán, cuentan en el entorno de la diva, llegó a Lotocki el año pasado a través de la ex pareja del doctor, la vedette mediática Pamela Sosa, para un “shock antiage facial”. Hoy se niega a hablar de Lotocki a NOTICIAS. “Con Aníbal está todo bien, es un divino”, dicen cerca de Casán. Annalisa Santi, por ejemplo, paga sus tratamientos estéticos en Full Esthetic con la tarjeta de crédito de su mamá. “Es una gran persona”, dice la mediática ex estudiante hot de la UCA. ¿Por qué lo eligen, entonces? Que el cirujano operaría gratis a cambio de prensa, de cartel, es un mito en el espectáculo. Pero varias figuras admiten por lo bajo: “Te hace descuentos. Lo que algunos te cobrarían 30 mil, él te lo cobra 10.000”. El médico mismo lo admite: “Sí, hay atenciones. Pero todas pagan”.

Oggi-Oriana Junco es una de las obras maestras de Lotocki: el megabusto y la cola de la trans llevan su firma, lo mismo que una lipoescultura. En su cola también hay metacrilato. Junco lo sabe. Dice que confía en Lotocki, que es constante en sus controles. Pero el affaire Luna le afecta. “No hay otro que te opere la cola. Te esculpe como una Barbie. Me voy a hacer una biopsia en el Sanatorio Trinidad para ver qué tengo. Aníbal me dijo con qué me iba a rellenar la cola. Gracias a Dios no tengo nada”. De repente, está un poco más preocupada.

En NOTICIAS de esta semana “Silvina Luna: secretos médicos de un calvario”. La enfermedad renal que sufre debido a la cirugía estética en su cola. Conseguí tu revista online. 

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por Federico Fahsbender

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