Thursday 18 de April, 2024

SOCIEDAD | 01-06-2015 19:45

Habla Nora, madre del joven trasplantado y donante de Lanata

Hermandad, extrañas coincidencias y el giro místico del periodista.

La mamá de Nora Hernández es cocinera y durante muchos años cuidó y preparó la comida de Mariano Cohn, que cuando creció, además de director de cine, se enamoró y tuvo un hijo con la escritora Margarita García Robayo, muy amiga de Sara Stewart Brown. Esta última está casada con Jorge Lanata y ambos son padres de Lola, alumna primaria del St. George's College de Quilmes al que llega, desde su casa en Retiro, con la combi escolar; el chofer se llama Adrián y es el marido de Myriam, hermana de la vida de Nora Hernández, quien dice, muy serena, que las coincidencias son causalidades.

A lo mejor el destino lo quiso. Esta vez el rompecabezas se armó a tiempo. Hoy no se hizo tarde. Hoy se presentó cuando más lo esperaban. Nora dice que “esto lo organizó Dios” y Lanata, el que duda de todo, creyó. Algo hay para que de golpe se alinearan los rezos con las bendiciones.

Cuatro personas quedaron conectadas para siempre. Dos mujeres que donaron sus riñones, Sara y Nora; dos hombres que los recibieron, Ignacio y Jorge. NOTICIAS estuvo con ellas en la casa de un familiar de Nora, en San Miguel. También estaba Ignacio pero no quiso hablar. Ellas sí, querían contar que se puede ser mejor persona, sentirse feliz por eso y llorar de gratitud.

Nora Isabel Hernández tiene 52 años y vive en Ituzaingó con sus tres hijos –Ignacio (24), Marina (20) y Rocío (17)– y una nieta, Bianca, de un año y medio, hija de Marina. Es administrativa en un centro de estimulación temprana del municipio, desde hace 14 años, cuando se divorció del padre de sus hijos, un hombre ausente que nunca se ocupó de la familia que había formado. Ignacio no lo quiso ver ni cuando empezó con la diálisis tres veces por semana, cuatro horas por vez, hace dos años, ni ahora, cuando recibió la donación que le cambió la vida.

“Cuando te diagnostican disfunción renal crónica y entrás a diálisis, con mayor o menor grado de emergencia, vas a trasplante”, dice Sara, a esta altura una experta. En octubre del 2011, su marido, Jorge Lanata, inició el tratamiento de terapia renal sustitutiva. Como mejoró, los médicos le permitieron dejarlo a condición de extrema dieta y cuidado (nada de fósforo, potasio ni proteínas) pero debió retomarlo en octubre del 2013. “De todos modos, esto iba a suceder porque el riñón no se cura”, dice la esposa. “Tampoco se cuidaba Ignacio, es muy joven y le costaba un montón”, dice la madre.

Noticias: ¿Cómo se conocieron?

Nora: ¡Fue muy loco!

Sara: ¡Raro! Nosotros ya habíamos empezado a averiguar afuera. Hasta que Pablo Raffaele, el jefe de Nefrología de la Fundación Favaloro nos habló de la posibilidad del intercambio de donantes. Y empezaron a buscar compatibilidades en la base de datos.

Nora: La compatibilidad de Sara con Ignacio es increíble. Ni conmigo. Yo iba a darle el mío pero era mejor el de ella.

Sara: Hay seis factores de histocompatibiidad que se evalúan y con Ignacio coincidíamos en cinco. Es un montón.

Noticias: Porque usted no podía donarle a Jorge...

Sara: En realidad, sí, pero era riesgoso porque no se daba ese nivel de compatibilidad.

Nora: Además de eso, por edades estábamos más parejos Jorge y yo. Y era mejor para Ignacio, un órgano más joven.

Los cuatro se conocieron en la audiencia judicial donde se certifica que se trata de un arreglo consensuado. Estaban presentes médicos, peritos, un psiquiatra forense y representantes del Incucai, el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante donde los dos, Ignacio y Jorge, estaban en lista de espera. En diciembre, todos los papeles estaban en regla pero tenían que esperar el permiso de la Justicia para llevar a cabo las dos donaciones y sendos trasplantes. En enero fue la feria; en febrero, la audiencia; después, más análisis para evitar que las donantes incubaran la más mínima infección o desarreglo; y el 28 de marzo se hizo la operación. Tenía que hacerse un sábado porque se necesitaban cuatro quirófanos libres.

Noticias: ¿Cómo se sienten?

Nora: Ahora bien. Camino más, me muevo. Estuve mal los primeros días, muy dolorida, con quemazón. Pero nos habían dicho que para las donantes era más doloroso e incómodo.

Sara: Es como una cesárea. Estoy toda fajada. Tengo una cicatriz de 21 puntos pero el marido de una amiga que es cirujano plástico me hizo la terminación.

Nora: A mí no me importa. Igual no es nada, una rayita fina.

Sara: Es que el riñón (es el izquierdo) está muy oculto, tienen que apartar muchos tejidos. Hasta me dijeron que iban a sacarme la última costilla pero después no pasó.

Nora: A mí no me dijeron eso. ¡Nos iba a quedar la cintura más chiquita!

Desde que se operó, Ignacio reside en la casa de una prima de Nora, en el partido de San Miguel, al oeste el Gran Buenos Aires, no porque esté más cerca de los traslados a la Favaloro sino porque la casa de su familia en Ituzaingó está en arreglo y no era el ámbito ideal para su recuperación. La casita de San Miguel es cómoda, tiene patio y algo de terreno para colgar la ropa y tomar mate entre las plantas. Hay calles asfaltadas y otras de tierra, no hay cloacas pero sí gas natural. Es un barrio de casas de material, con jardín, malvones y portón de rejas que corresponderían, haciendo estúpido honor al estereotipo, a la franja “clase media baja”. Por la esquina, pasan líneas de colectivos que llevan hasta la estación de San Miguel o la de Morón y desde allí el tren u otro colectivo hasta “el centro”, como los del conurbano llamamos a la Ciudad de Buenos Aires. En total, de dos a dos horas y media de viaje; por autopista, si tenés auto o con remise, una hora menos.

Noticias: Nora, ¿qué pensó cuando le contaron que el trasplante cruzado iba a ser con una pareja de famosos?

Nora: Al principio, Raffaele lo mantenía en secreto. Después nos lo dijo para que no nos sorprendiéramos al vernos en la audiencia. “¿Qué hace El Trece acá?”, iba a pensar al ver a Lanata (risas). Y me lo dijo. Yo me reí porque creí que era un chiste. Raffaele tiene esas cosas. “Es verdad, es Jorge Lanata y la señora. Pero si no querés, no se hace y le donás vos a tu hijo”, me dijo. Pero acepté porque es ampliar vida, no pensar con egoísmo. Para mí, la parte humana es lo más importante de la vida. No me importaba que fuera famoso o Juan Pérez, igual lo necesita. Qué más le podés pedir a la vida.

Sara: Es multiplicador. Sentís que pudiste ayudar a otro. Toda la vida doné sangre, mis padres iban al Hospital Británico a donar, me crié con ese concepto. Aunque entiendo a quien tenga reparos. La idea nuestra es contar que se puede hacer, que estamos bien, no te limita, podés seguir con tu vida normalmente. Y te nutre mucho. Lo que recibís es enorme.

Nora: Y le estás dando vida a otra persona. Ya con eso, está. No importa que te duela. Estás ampliando vida. Hay mucha gente esperando.

Noticias: Sara, ¿qué le dijo Lanata cuando le propuso donarle el riñón?

Sara: Al principio tenía reparos. A él no le gusta ni que lo pinchen. Entonces le dije: “Averigüemos, no perdemos nada”. Me informé un montón. Y él se fue quedando tranquilo en la medida en que me veía segura a mí.

Noticias: ¿La donación los unió más, surge una ligazón todavía más fuerte?

Nora: Para mí, sí. Yo siento que no quisiera más perder ningún vínculo con ellos. Sentí eso de entrada. Me emociona porque cuando lo vi a Jorge sentí, no sé, como que le di la vida. Y lo mismo cuando vi a Sara que le dio vida a mi hijo. ¿Qué tengo que hacer? No me va a alcanzar la vida para pagárselo. Yo sé que a un marido se lo puede querer mucho pero un hijo es tu vida. Yo venía sufriendo mucho porque me banqué sola todo lo de Ignacio, fue terrible. Tuve gente alrededor, tuve contención, mi mamá, mis hijas, mi prima, mi tía y muy buenos amigos, pero la mamá lo pasa sola igual.

Noticias: ¿Qué le dijo a Lanata cuando se encontraron después de la operación y se sacaron esa foto, muy emocionados?

Nora: Que se cuide mucho, lo reté, otro riñón no hay, le dije. Es una parte mía, una parte de mí es Jorge. Y nunca lo vi ni lo seguí en los programas ni nada, yo lo tengo como un ser humano no como Lanata.

Sara: Él sintió lo mismo, una familiaridad como si me abrazara a mí.

Noticias: Se lo ve tan feliz. ¿Cambió en lo íntimo?

Sara: Si y no. Está más místico, más espiritual. Pasa esto (la mira a Nora que se seca los ojos grandes): se conmueve mucho, está sensibilizado.

Noticias: ¿Es creyente?

Sara: Sí. Es algo muy íntimo de él.

Nora: Yo sí, súper. Creo que esto lo organizó Dios. Si nos hubiéramos puesto de acuerdo, esto no sale. Es una bendición.

Noticias: Sara, ¿cómo se siente con este papel de abnegada a ultranza con que la muestran en los medios?

Sara: Es lo que había que hacer, lo que está bien. Cuando das algo, es muy satisfactorio para uno. Lo altruista es egoísta, te hace sentir bien. Lo hice por mi marido porque lo amo y tengo una historia de vida con él pero también lo hubiera hecho por otra persona cercana. Soy una buena persona y punto.

Nora: Emana humanidad. Con el mito de que es la mujer de un famoso, creés que debe ser pedante, juzgás sin conocer.

Noticias: Sara, ¿estaba dispuesta a lo mismo aún si hubieran estado separados?

Sara: Somos una pareja que tiene malos y buenos ratos. Estuvimos separados un tiempo y cada uno vive sus crisis de la manera que puede y hay cosas que decidimos atravesar separados. Lo que me une a él, el afecto y que sea el padre de mi hija, eso no cambia esté o no con él, mi vínculo está más allá de eso. Claro que esto que pasó nos une más. Pero Nora no es más mamá que antes, el vínculo con Ignacio estaba. Nuestra relación no cambia. Y nunca jamás en la vida, voy a echar en cara lo que hice. Eso no puede pasar.

Noticias: ¿Cómo lo tomaron Lola y Barby? (N. de R: Bárbara, la hija mayor de Lanata que tuvo con la periodista y productora Andrea Rodríguez)

Sara: Lola estaba un poco asustada porque los dos padres iban a estar en una situación de fragilidad. Al papá lo había visto así pero a mí, nunca. “Te podés lastimar”, me dijo. Siempre lo hablamos con mucha naturalidad. Y Barby se puso la familia al hombro, era el adulto a cargo y que espera que le digan que está todo bien. Antes ocupaba yo ese lugar pero esta vez no podía.

Noticias: Nora, ¿cómo ves el futuro?

Nora: Muy bien. Sigo rezando por el bien de ellos dos. Una vez por semana se hacen los controles. A Ignacio lo encontraron muy bien, el riñón está perfecto, los análisis están bien, no se le infectó la herida. A Jorge le pasó porque está gordo pero también está bien, está dentro de lo esperable y controlable.

Para los donantes, la vida sigue comiendo sano y con mucha hidratación. Tal vez a mediados de mayo, Nora vuelva al empleo en el municipio sintiéndose menos sola que nunca. Sara tratará de regresar al taller de plástica, quizá retome el trabajo en producción de espectáculos, correrá el maratón de Nueva York y resistirá hasta encontrar lo que busca.

Para los trasplantados, el alta es un proceso en etapas: los primeros cuatro días, los primeros cien días, el primer año. Sentirse sano promete ser una nueva costumbre. Tener una familia más grande, también.

por Leni González

Galería de imágenes

En esta Nota

Comentarios