Desde los Hermanos Grimm, hasta Walt Disney supieron saturar a cientos de niñas alrededor del mundo, con historias sobre jovencitas que de un día para el otro, y casi por arte de magia, encontraban al príncipe de sus sueños y lograban acceder a la realeza. Lo que ninguno de ellos imaginó es que sus historias se harían realidad, y que sus protagonistas podían ser argentinas. Eso es lo que sucedió el 31 de octubre con la periodista Nieves Zuberbühler, que se casó con el cuñado de Andrea Casiraghi, Julio Santo Domingo, perteneciente a una de las familias más adineradas del mundo. De esta forma, logró convertirse en otra plebeya en ingresar al mundo de las familias reales, una lista que encabeza Máxima, pero que también llegó a ocuparla la modelo Paulina Trotz. Y que lleva a pensar cuál es la fórmula que tienen las mujeres de la Argentina para conquistar a la realeza europea.
Realeza porteña. La boda de Nieves y Julio parecía salida de un cuento. La celebración de Halloween fue la excusa e hizo que tanto los novios, como cada uno de los invitados, acudieran disfrazados. Allí se presentaron las personalidades más top de la Argentina, como las primas de Nieves, la diseñadora Concepción Cochrane Blaquier, Delfina Blaquier y su marido, el polista Nacho Figueiras; el empresario Eduardo Costantini y la modelo Valeria Mazza, entre otros. Pero fue el novio quien logró reunir a la crème de la crème, ya que su hermana, Tatiana, está casada con Andrea Casiraghi. Allí también dijo presente su madre, la princesa Carolina de Mónaco.
Pero, ¿qué hizo que Julio Mario III, DJ cool, en el puesto 27 de Forbes de los hombres más ricos del mundo, se fijara en la bella Nieves, una periodista porteña de 29 años? La respuesta, según sus allegados, fue la frescura y personalidad de la rubia. En solo cuatro meses, la pareja se casó en secreto por civil en abril del 2015. Él sentía que la argentina tenía un “no sé qué” por el que no la podía dejar ir.
Charme argentino. ¿Cuál es el secreto de las mujeres argentinas para acceder a la realeza? La fórmula del éxito, en palabras de Roberto Devorik, asesor de vestuario de Lady Di durante 15 años, es que “son atractivas, familieras, y más avispadas que su contraparte europea, que suele ser fría”.
Fue justamente el cálido humor de Máxima lo que cautivó a Guillermo de Orange cuando se conocieron en 1999. La joven economista flechó a Guillermo en una fiesta en Sevilla. “Sos de madera”, le dijo Máxima al príncipe cuando él la sacó a bailar. En febrero del 2002 este cuento de hadas tuvo su final feliz con una boda que presenciaron 80 mil personas.
“Máxima tenía la frescura de una chica latina con el color de pelo y cutis adecuados para Holanda”, opina Devorik. Mientras que Benito Fernández, el diseñador favorito de la reina consorte, sugiere que el éxito de Máxima con la realeza fueron sus valores: “Llegó con energía y con un concepto de ser ella quien cuide a su familia. Es una mujer conectada con la realidad”.
La historia de la primera reina argentina llevó a muchas chicas a imaginar su propio cuento de hadas. Eso quizás fue lo que llevó a Paulina Trotz a seguir sus pasos, aunque con un abrupto final. En el 2004, a la modelo, -hija de la “trilliza de oro” María Laura, y del polista Ernesto Trotz-, se la vinculó con el príncipe Guillermo de Inglaterra. Se mostraron juntos en derbys de polo, y compartieron cenas íntimas, y ella se ganó el mote de “la nueva princesa argentina”.. Aún así, ella siempre lo negó: “Yo no tuve nada que ver con él”, dijo por entonces. Sin embargo, su tía María Eugenia, confirmó el romance en el 2011, días antes de que el príncipe se casara con Kate Middleton: “Existió algo entre el príncipe y mi sobrina. Si a ella le hubiera gustado, hoy la historia sería otra”, cerró.
Cuna de oro. Otra de las claves de las argentinas que lograron adentrarse en las familias reales es su linaje. “El progreso económico de la tierra de las estancias del siglo XX generó relaciones que colocaron en el escenario internacional a los jóvenes de las familias patricias”, explica Eva Branda del Centro de Diplomacia Delfina Mitre.
Así, Máxima se crió en el seno de una familia de clase media acomodada, cuyo padre, el agrónomo Jorge Zorreguieta, tuvo un rol importante durante la cruenta dictadura argentina como secretario de Agricultura y Ganadería. Paulina, en cambio, creció en una de las familias más destacadas del polo, donde abundan las personalidades más top de la realeza y el jet set europeos. En el caso Nieves, su historial la ubica dentro de una de las familias más aristócratas del país. Su madre, Marina Blaquier, es una de las hijas de Malena Nelson Hunter de Blaquier, quien también llegó a relacionarse con la realeza, hasta el punto de haber tenido un affaire con el príncipe Felipe de Edimburgo.
Pero, además, el otro punto en común entre estas mujeres es su educación. Máxima fue al colegio Northlands, se recibió en economía en la Universidad Católica Argentina (UCA), y luego se fue a los Estados Unidos, donde realizó un máster, y construyó una prestigiosa carrera en finanzas.
En cuanto a Nieves, la joven se recibió con honores de la Universidad Austral, y en el 2011 se mudó a Nueva York donde realizó un Máster en Ciencias Políticas y Periodismo en la New York University. Luego, a través de una pasantía, llegó al programa periodístico “60 minutes”, de la cadena CBS. Allí se destaca como productora, y gracias a su labor en la cobertura que hizo por la muerte del fiscal Alberto Nisman, ganó un premio Emmy en septiembre. Una prueba de que para las mujeres argentinas, las historias pueden concluir con un “vivieron felices, y comieron perdices”.
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