Thursday 5 de December, 2024

SOCIEDAD | 13-05-2022 14:30

Elon Musk: secretos de un tecno rey peligroso

El hombre más rico del mundo acumula poder sin límites. Con Twitter entra en el descontrolado universo digital.

Alos 12 años Elon Musk programó un juego en el lenguaje de programación Basic. No contento con eso fue a una revista especializada y se lo vendió por 500 dólares. A los 17 tuvieron que huir de Sudáfrica hacia Canadá para escapar de un padre golpeador. Las bondades económicas de vivir con el dueño de una mina de esmeraldas quedaban atrás.

Su madre debió comenzar de nuevo. La carrera de modelo de Maye ya la encontraba en una edad avanzada y ni siquiera quería tener citas por miedo a que le pidieran dividir la cuenta de la cena. Pero no estaba dispuesta a perder: decidió no teñirse y fue una pionera en mostrar una cabellera blanca. Las marcas vieron en ella el valor de contar con una mujer real. Elon avanzó en sus estudios de ciencias y fue admitido para realizar su doctorado en Stanford pero el auge de Internet estaba a punto de explotar. Abandonó la carrera y fundó su primera empresa, cuya forma de indexar el contenido web llamó la atención de Compaq, dueña del buscador Altavista, y se la compró por US$ 307 millones. Invirtió el dinero en X.com para crear la idea de un banco online. Fusionó esa empresa con otra para formar PayPal que en 2002 se vendió a eBay en 1.500 millones de dólares. Elon Musk ya era un referente mundial en emprendedorismo. Podría haberse retirado, pero decidió invertir literalmente todo su dinero en dos industrias cuya barrera de entrada es altísima: SpaceX, con la cual

quería convencer a la NASA para que use sus servicios y no los de Rusia, y Tesla para liderar la revolución de los autos eléctricos. Para diciembre de 2008 Elon Musk no tenía nada. Literalmente había perdido todo su dinero y estaba, además, con deudas. En solo tres días, para fin de año, recibió una llamada de la NASA, contratarían los servicios de SpaceX asegurándole un contrato de 1.600 millones de dólares, y de inversionistas que inyectarían más dinero en Tesla. A partir de ahí todo cambió, los cohetes de SpaceX probaron ser exitosos, y los autos eléctricos se comenzaron a fabricar. La fortuna de Elon Musk creció sin parar y es en la actualidad el hombre más rico del mundo con US$ 252 mil millones, superando a Jeff Bezos, el CEO de Amazon. Siempre la visión de Elon fue la de las tecnologías exponenciales, o sea aquellas que comienzan como elitistas por su costo pero que con el tiempo llegarán a todos. Por ejemplo, los Tesla aun no llegan al país pero ya comienza a sentirse la presencia de autos completamente eléctricos como el Nissan Leaf, “con una autonomía de 398 kilómetros”, señala Alejandra Fehrmann, directora de comunicaciones corporativas de la automotriz. Si la visión de Elon es correcta, en pocos años se verán autos de esta tecnología llegando a consumidores de clase media. Tito, el auto pequeño de la empresa argentina Coradi, tiene sólo 100 kilómetros de autonomía pero ya le está dando la razón a Elon: con un precio de 2 millones de pesos, rompe incluso los precios del auto tradicional.

MEDIOS EN PUGNA

Y así estaban las cosas cuando Elon Musk quiso hacer realidad su nuevo capricho. Comprar Twitter. Y, sin muchas vueltas, porque “lo quiero ahora y lo quiero ya”, comenzó una compra hostil. No ahorró sus críticas a ejecutivos clave de Twitter que ayudaron a moderar el discurso público de la red, lo cual, según Elon, daña el concepto de libertad de expresión o “free speech”, algo que se debe defender a ultranza. Con US$ 44.000 millones Musk pretende morder un pedazo del pastel de la industria de medios donde hasta ahora no había incursionado. Enseguida, el New York Times salió con los tapones de punta sacando al sol todos los trapitos sucios de Elon:

“Musk no ha sido un gerente responsable de las empresas que supervisa. En los primeros meses de la pandemia, Musk eludió a los funcionarios de Salud, calificó de 'fascistas' sus pedidos de resguardarse en casa y obligó a los trabajadores de Tesla a volver a sus trabajos. Además, Tesla recibió denuncias de abusos racistas, discriminación y acoso sexual en su fábrica en Fremont, California” señala Greg Bensiger, uno de los líderes del comité editorial. Por supuesto, no debe obviarse la grieta norteamericana. El New York Times, por otro lado, también es acusado se subirse a lo políticamente correcto desde otro extremismo ideológico donde las voces del partido republicano, aun las moderadas, no tienen lugar. Y el Times, como todos los medios tradicionales, ha visto cómo Google, Facebook, Twitter y otras compañías monetizan sus contenidos restándoles gran parte de la torta publicitaria sin haberse esforzado por producirlos.

Mientras la compra avanza se suman las alarmas. “El tema de Elon Musk a mí me preocupa. Lo que sucedió con las redes sociales al inicio, que se postulaban como foros de información, discusión e intercambio, y hasta de la Primavera Árabe, ha cambiado rotundamente. Hoy en día los sectores más extremos de la sociedad son los que dominan, y donde si vos decís algo de uno u otro lado te van a caer encima y te van a hacer callar. Las redes sociales fueron aprovechadas por Rusia para intervenir en el Brexit en Inglaterra y favorecer a Donald Trump en Estados Unidos. Pretender, como dice Musk, que todo el mundo pueda hablar sin que haya un nivel de responsabilidad no es libertad de expresión. No se puede decir en un cine: ‘hay un incendio’, porque la gente va a correr y se van a aplastar unos a otros. La libertad de expresión no es absoluta, uno tiene que hacerse cargo de lo que dice. Dónde está el límite de la libertad de expresión es un tema muy delicado y no creo que Elon Musk esté capacitado. Y más allá de él, no es razonable que una persona tenga todo ese poder. El futuro no es tan brillante como lo imaginábamos hace diez años”, señala Alberto Arébalos, quien fue gerente de comunicaciones para América latina tanto en Facebook como en Google y hoy es el CEO de Milenium Group, una agencia de relaciones públicas.

“NO ES RAZONABLE QUE UNA PERSONA TENGA TODO ESE PODER" , DICE ARÉBALOS, EX FACEBOOK Y GOOGLE.

RAGNAR O WALLY.

El pesimismo sobre la red va mucho más allá de Twitter y Elon Musk. El uso de las redes comenzó a hundir a la humanidad en las entrañas de la sociedad digital, un lugar completamente desconocido, el cual es muy fácil entrar, pero del que quizá sea imposible salir. “Es un pacto con el diablo. A cambio de algunos servicios que son muy necesarios, como tener Google o Gmail, y otros no tan necesarios, se ha hecho que la gente lo pague al ser la mercancía que se vende. Todo lo que el usuario hace, cada paso que damos en internet, va generando datos con los cuales se construye un perfil al que se le va a enfocar la publicidad” revela Arébalos. Los algoritmos comenzaron a mejorarse hasta el punto de hackear la mente de los usuarios. Nos dan lo que queremos. La máquina de ser feliz es cada vez más perfecta. Somos felices, tenemos lo que deseamos, y como Musk, lo tenemos ya. Los chicos cada vez conocen menos la palabra aburrimiento, la atención se fragmenta, y lograr ese pensamiento profundo de un Albert Einstein parece cada vez mas disparatado. Comenzamos a vivir en el mundo espacial de la película "Wally", donde las personas lo tienen todo y ya ni caminan. A nadie en esta época se le pasa por la cabeza ser como Ragnar Lothbrok, el vikingo del siglo IX que sale a conquistar Inglaterra en una cáscara de nuez sobre un mar embravecido. O ser Colón para descubrir América. Elon Musk no pretende ir primero a Marte, sino que mandará gente que contrate y seguirá cómodamente desde su living todos los avatares de la misión desde su smartphone.

ALGORITMOS

El mundo de Wally está lleno de agujeros de conejos por los cuales vamos sumergiéndonos en clics de felicidad que consideramos propia. “Pero no es así. Los algoritmos de las redes sociales aprendieron tanto a partir de las interacciones de los usuarios que van anticipándose y proponiéndonos que veamos el próximo video o la notificación de la ex novia. Todo hecho para que pasemos más tiempo en red. Las redes sociales nos dan la falsa sensación de que podemos elegir una noticia o un contenido dentro de los infinitos disponibles cuando en realidad estamos casi condenados a escoger entre muy pocos contenidos que ya fueron curados para maximizar nuestra satisfacción. Esto es lo que hacemos los magos. La buena trampa en magia no es la que está oculta, en la que el espectador siente que se perdió de ver algo, sino la que está todo el tiempo a la vista. Es la falsa ilusión de la libertad de elección” afirma Gustavo Guaragna, CEO de Snoop Consulting, una de las desarrolladoras del software mas grandes del país, y también mago profesional. Musk piensa diferenciarse de Facebook declarando que los algoritmos sean de código libre, esto es, que se pueda ver cómo están diseñados. “Proclamar la apertura del algoritmo es algo meritorio, pero casi vintage… cuando todos sabemos que esos algoritmos, sin los datos abiertos de los usuarios que los generan, no tienen el mismo valor porque justamente evolucionan a partir de los datos. O sea, los datos son el valor, y por supuesto esos datos no los darán a conocer”, revela Guaragna.

LIBERTAD

Los algoritmos están diseñados para tocarnos el corazón, o sea para que actuemos no sólo desde el raciocinio sino desde algo más profundo como son las emociones. “Cada posteo en Twitter, Facebook, Instagram o Tik Tok nos reconforta o nos enfurece haciendo que las diferencias de gustos o de opinión se lleven al extremo, junto con las desmesuras del amor y del odio”, afirma Gabriel Pulice, psicólogo de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia además de autor de varios libros. Los haters y la cultura de la cancelación comenzaron a ser la norma especialmente en Twitter, seguido por Instagram. Es muy fácil hoy en día pintar a alguien para cancelarlo. Basta decir determinada palabra y ya la gente lo verá así. Un escritor puede dar a conocer determinado libro, alguien dirá que es un escritor comercial, y quitarse esa máscara pasa a ser algo complejo. Ese uso de los signos para confundir al otro sembrándole una idea que ya tiene preconcebida es la moneda corriente. Putin la utilizó con ejércitos de trolls y ahora en la guerra con Ucrania. Simplemente pintó de nazis a los ucranianos. En la semiótica de Charles Peirce hay una raíz para comprenderlo. Un objeto semiótico, en este caso una persona, tiene una forma de representarse, por ejemplo, su imagen y un interpretante, la idea que nos da la imagen de esa persona. Si se cambia la imagen, poniéndole una estrella de David en la ropa de la persona como hizo Hitler, ya se cambia el interpretante de la persona que lo ve. Si eso además se embebe dentro de una comunidad en la que todos están sesgados más o menos para el mismo lado, es claro que la verdad ya fue inyectada y cuestionársela pasa a ser algo casi imposible. De esta forma se ve cómo redes con algo en principio noble como el “free speech” terminan generando armas de control digital.

LOS HATERS Y LA CULTURA DE LA CANCELACIÓN COMENZARON A SER LA NORMA , ESPECIALMENTE EN TWITTER .

“La pregunta fuerte que podemos compartir es si hay a esta altura algún modo de controlar ese flujo de pixeles y algoritmos para que eso resulte en un mundo mejor. Con esos argumentos Elon Musk intenta ‘humanizar’ la compra de Twitter. ¿Por qué poner en duda sus filantrópicos deseos? Tal vez porque sospechamos que los nuevos dioses del Olimpo digital no son más que hombresniños compitiendo por quedarse con el mejor juguete. Tal vez porque lo que vemos de este lado de la Matrix ya se parece demasiado a lo que en la película Morfeo le enseña a Neo desde la escotilla de su nave Nabucodonosor”, advierte Pulice.

Sumergidos en el mundo digital, no es tan fácil salir. En el documental de Netflix, "El dilema de las redes sociales", proponen que durante la cena no se usen los celulares, y para eso los ponen en una caja que no se puede tocar, incluso tiene un timer para que no se pueda abrir hasta que pase una hora. Cenar sin que ningún miembro de la familia toque el celular es cada vez una misión mas imposible. ¿Y ahora de qué hablamos?

REBELIÓN

El mundo feliz está entrando en una nueva fase. Gran parte de la discusión actual entre quienes diseñan los algoritmos será hasta cuándo los usuarios seguirán escribiendo o sacando fotos, o sea subiendo contenidos por los cuales las plataformas no pagan nada. Sin

esa constante generación de contenido decae la interacción de los usuarios y todas las métricas del marketing digital bajarán. Facebook ha experimentado eso a manos de Instagram o de Tik Tok, y los usuarios han demostrado que son capaces de migrar de plataformas. Las novedades en Silicon Valley pasan por la Web 3.0. Se trata de un nuevo paso en la “economía de la atención”. Para mantener a la gente en la sociedad digital hay que darle algo: criptomonedas. Y es así como se están pensando plataformas que recompensen a los usuarios por sus acciones, como escribir un post o comentarlo, e incluso incluirlos como dueños o accionistas. Mientras las plataformas evolucionan y la pregunta sobre cómo escapar de las mismas parece no tener respuesta, hay que tener claro que un primer paso es tomar conciencia. Para Mark Zuckerberg, la solución está dentro de la misma tecnología y pronostica que los nuevos elementos de inteligencia artificial que están desarrollando mejorarán el discurso público en la web. Otros piensan que esa solución agrandará el problema. Mientras tanto, el niño sigue corriendo por todos los agujeros de conejo que le presentan Tik Tok y otras redes. Tal vez pueda escapar. Quizá se sienta gorrión esta vez, jugueteando en los jardines de un lugar que jamás despierto encontrará.

 

 

*Pablo Wahnon, Tedx talker. Periodista de innovación y negocios. Autor de “Teoría Semiótica de la Confusión.

por Pablo Wahnon*

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