Melina Yabrán siempre fue la debilidad de su padre. Por eso es que cuando ella llegó a los 15 años, Alfredo decidió organizarle una lujosa fiesta para celebrarlo. La mansión que tenía sobre la calle Alvear, en la localidad de Martínez, se vistió de gala, y no se escatimaron gastos en el evento. Si solo se observan esas imágenes, parecen una familia adinerada pero normal: la menor de los tres hermanos va prendiendo las velas de la torta, una por cada año de vida, y deja la última para su héroe. “Esta es para vos, papá”, dice Melina, y el temible empresario se quiebra. Hasta un Yabrán puede llorar.
La escena es de octubre de 1991. Al tenebroso hombre que mandaría a asesinar a José Luis Cabezas aún no se le conocía el rostro -faltaban cinco años para la famosa foto- y estaba en la cima de su poder. Y también de su impunidad: tan solo un mes antes de que lagrimeara ante el homenaje de su hija, dos periodistas de NOTICIAS habían averiguado donde vivía, sobre la calle Pueyrredón, y le habían ido a tocar el timbre. La única respuesta que obtuvieron en aquella gigantesca mansión, a solo cuatro cuadras de la de Alvear donde Melina festejó su cumpleaños, fueron disparos de parte de los custodios del empresario. Una oscura advertencia.
Un resumen de la historia:
De hecho, era tan temible Yabrán que el periodista Samuel “Chiche” Gelblung había desistido de mostrar las imágenes que se relatan al inicio de esta nota. Y eso que había pagado 40 mil dólares a uno de los camarógrafos que filtró los videos, en lo que fue el mayor monto que entregó a cambio de información periodística en su carrera, a la vez que patentó la frase “todo lo que se pueda pagar se paga”. Pero cuando el tape del cumpleaños de 15 estaba por salir al aire, María Cristina Pérez Yabrán, la esposa, lo llamó para “sugerirle” que no lo hiciera. Gelblung, hoy en un delicado estado de salud, cumplió y, quizás sin saberlo, colaboró a hacer crecer el mito de que nadie podía ponerle rostro a Yabrán, ya que eso era, como le diría años después a NOTICIAS, “ponerle un tiro en la cabeza”. Gelblung mostraría el video recién luego del suicidio del “Cartero”.
Pasaron casi treinta años de aquel festejo, pero el fantasma de Yabrán sigue dando vueltas en San Isidro, donde supo ser amo y señor. Ahora los acontecimientos tomaron un giro inesperado: involucran a Federico Álvarez Castillo, el polémico dueño de Etiqueta Negra que quedó en la mira del país luego de que en enero lanzaran un cordero desde un helicóptero a su casa en Punta del Este.
El que no arriesga. A Álvarez Castillo le gusta tomar riesgos. Su marca de ropa premium nació y creció al calor de la post crisis de 2001, cuando Armani y Versace abandonaban a un país en llamas. Quizá con ese espíritu es que decidió comprar, junto con algunos socios como Carlos Sielecki, el terreno de 21 mil metros cuadrados que una vez perteneció a Yabrán, donde estaba la mansión del cumpleaños de Melina. La idea era levantar viviendas de lujo.
Es un lugar muy exclusivo, valuado en unos 50 millones de dólares, ubicado sobre la barranca y directamente frente al río. La crème de la crème, pero con el fantasma del empresario mafioso dando vueltas. No es una forma de decir: a su histórica residencia, la de Pueyrredón, sigue yendo gente (ver recuadro).
Pero a Álvarez Castillo le parecía que ahí se podía hacer una construcción de primer nivel. Y por eso la compró en 2013. Desde ese momento, hasta hoy, casi ocho años después, la sucesión de hechos es más que interesante.
No solo por los llamativos vínculos de Álvarez Castillo que lo acercan al emporio Yabrán. Es que no solo le compró a ellos ese gigantesco terreno -en una operación que nadie quiere precisar cuánto costó, aunque sí se preocupan en aclarar que nadie de la familia se apersonó para el trato- sino porque el gran salto en la carrera del empresario sería en el grupo Exxel, en los 90. Es el mismo grupo de inversores que se hizo cargo de una gran parte del imperio Yabrán luego del suicidio. El grupo, en ese entonces manejado por Juan Navarro, pondría a Álvarez Castillo al frente de su rama de indumentaria. Según el libro del periodista Gabriel Michi, “Cabezas”, este mismo empresario había también querido comprar en 2015 la histórica mansión de Pueyrredón, aunque cerca de Álvarez Castillo aseguran que ahí hubo una confusión entre las dos propiedades.
Pero también es más que llamativo que a casi ocho años, Álvarez Castillo no pudo levantar ni un solo ladrillo en el lugar. Los vecinos de la zona se agruparon y desde hace por lo menos dos años vienen presentando sucesivas quejas en la municipalidad de San Isidro, que comanda Gustavo Posse. Aseguran que el proyecto del empresario, que planeaba 31 viviendas multifamiliares y de lujo, incumplía el código de ordenamiento urbano e incluso afectaba al medioambiente, al modificar el estado natural de la barranca.
También fue llamativo que, a días de la primer consulta de NOTICIAS por este tema, y en plena pandemia, la municipalidad de Posse haya apurado la decisión -algo que tenía que resolver desde noviembre del 2019- y le comunicara a Álvarez Castillo que su proyecto había sido “desestimado”. “Nunca se va a aprobar”, cuentan desde el possismo. Los vecinos festejan y el empresario quedó ofuscado: cuenta que ahora va a tener que hacer un country privado, algo que supone que va a afectar más al medioambiente que su proyecto original.
Parece irónico, pero lo único que cambió en aquel lugar desde que Alfredo Yabrán le festejo los 15 a su hija es que esa mansión se derribó por orden de Álvarez Castillo. El resto sigue igual.
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