Tuesday 18 de November, 2025

SOCIEDAD | 05-11-2025 09:57

La menopausia, entre el aire acondicionado y la calefacción

Claudia Panno y su mirada sociológica y clínica de la vida adulta de la mujer

Por Claudia Panno *

La menopausia es un viaje de ida, en el que se va alternando el aire acondicionado con la calefacción. Cuando nos vienen los calores, es como si estuviéramos caminando por Santiago del Estero en enero, a la hora de la siesta, con un tapado de yute encima.

Es una etapa de cambios: se va la menstruación y con ella los estrógenos y la testosterona, pero llegan los olvidos, y no me acuerdo qué más. Es muy común abrir la puerta de la heladera y preguntarse “¿qué venía yo a buscar”?

Es verdad que a veces lloramos con el noticiero o nos reímos con los líos de Wanda Nara, ¿o al revés?, pero son cambios de humor que también teníamos antes cuando estábamos “en esos días”. Un psicólogo, en el pasado, lo diagnosticaría como bipolaridad, pero ahora es autogestión de las emociones.

Por suerte, la menopausia dejó de ser tabú. En las publicidades vemos que ya no se usa el líquido azul sobre la toallita femenina, que más que remitir a la regla, nos hablaba de un linaje real (el de la sangre azul) al que no pertenecíamos. Además, no se nombraba la palabra “menstruación”, se aludía a ella con eufemismos e indirectas: “me vino”, estoy con el asunto”, “me visitó Andrés (el que viene una vez por mes). Ahora es al pan pan y a la sangre, sangre.

La mujer en la menopausia se sofoca, sí, pero por la adrenalina de los proyectos nuevos. No tiene vergüenza de abanicarse en público con la tarjeta de la Sube ni de pedir un saquito cuando siente que le llega la ola polar del Perito Moreno. Ya que, quizás, tenga más pelos en el mentón, pero tiene menos en la lengua. A veces, está durmiendo y de repente se desvela. Pero eso se soluciona con las interminables temporadas de las atrapantes series de Netflix. Por la noche también, puede pasar que los deditos de los pies se le separen o se le doblen, eso no es posesión satánica, sino un calambre.

Quizás se le disminuyeron las hormonas, pero le aumentó el autoconocimiento. Sabe lo que su cuerpo necesita: menos tenedor libre y más ayuno a lo Gandhi. La naturaleza, por un lado, le quitó fuerza, turgencia y juventud, pero, por el otro, le dio las vitaminas y los minerales necesarios para que pueda sobrellevar este período o esta falta de período.

Un consejo, en esta fase, es tener una buena red de contención. Amigas que hacen de psicólogas (a las que les contamos nuestros mambos), de ginecólogas (que nos aconsejan qué lubricante usar contra la sequedad vaginal) y de sexólogas (que nos hablan sobre los juguetes sexuales para fortalecer el suelo pélvico, porque “terraza, nunca sótano”).

* Humorista y autora de "Ser  feliz a los 50 - otro libro de  autoengaño".

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