No hay un único método. La reciente aparición del coronavirus, una enfermedad de la que todavía poco se sabe, obligó a los países del mundo a ensayar diferentes fórmulas para detener su avance. La comunidad política y científica internacional observa con atención los diferentes resultados que obtiene cada gobierno y, en los últimos días, la mirada se posó en Nueva Zelanda. Las medidas impulsadas por la primera ministra Jacinda Ardern se consideran de "las más estrictas del mundo". Su objetivo es ambicioso: pretende eliminar la curva de contagios en lugar de aplanarla. Es decir, quiere eliminar la enfermedad.
Los números, hasta el momento, respaldan la estrategia de Ardern. El 28 de enero el país detectó el primer caso positivo de Covid-19 y en el día de hoy, la cifra ascendió a 992. Sin embargo, la curva de contagios, que había tenido un pico a fines de marzo, descendió con fuerza entre el 2 y el 9 de abril. Además, la cantidad de pacientes recuperados es de aproximadamente 300 personas. Hasta el momento, apenas se regitró un solo fallecimiento. La única víctima fatal fue una anciana que había contraído el virus en el exterior.
A diferencia de la estrategia de mitigación que aplican muchos países del mundo que buscan aplanar esa curva, en Nueva Zelanda quieren eliminar la curva de contagios. Y, para conseguirlo, se introdujeron medidas fuertes desde el comienzo de la emergencia para evitar el ingreso del virus. Según los expertos consultados por la BBC, este método tiene cinco claves: controles fronterizos con aislamiento de viajeros efectivo; detección rápida a través de pruebas generalizadas; aislamiento y rastreo de contactos; promoción intensa de la higiene y cumplimiento estricto del distanciameinto social; miento estricto del distanciamiento social; y una estrategia efectiva de comunicación para la población.
En este camino, los neozelandeses comenzaron con la cuarentena para los que regresaban del exterior el 15 de marzo y cuatro días después se cerraron sus fronteras. Días más tarde, Ardern anunció que su país avanzaba al nivel 4 de su plan de contingencia y anunciaba "la restricción más estricta a los movimientos en Nueva Zelanda en la historia moderna". La cuarentena obligatoria prohibió a los ciudadanos salir de sus casas, salvo para comprar víveres o medicamentos. Los empleados de servicios fundamentales son los únicos con posibilidad de circular.
El control es tan estricto que hasta el Ministro de Salud, David Clark, fue degradado de su cargo luego de haber sido visto junto a su familia en una playa días después de que se anunciara el confinamiento.
Las medidas adoptadas por Nueva Zelanda, similares a las que tomó Argentina, se ven favorecidas por sus propias particularidades. Como el país está conformado por dos islas, el control fronterizo es más sencillo que en otros lugares. Además, al tener solo 4,8 habitantes, las autoridades pueden hacer un seguimiento más efectivo de la ciudadanía.
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